El cine cubano regresa a Rusia tras más de dos décadas de ausencia con una muestra de siete películas muy diversas en temáticas y en su forma de abordar la realidad, indicó este sábado el realizador Manuel Pérez Paredes a Prensa Latina.
Según Pérez Paredes, la semana de cine cubano, del 15 al 21 próximos en esta capital, es un primer paso en cuanto a poder establecer relaciones entre el cine cubano y ruso después de años de mantener contactos, pero muy espaciados.
Ya ha habido una presencia en coproducciones y ahora se acaba de estrenar una película en Cuba titulada Lisanka, que ambienta la época de la Crisis de Octubre de 1962 o Crisis de los misiles, como se le conoce aquí, declaró el cineasta.
En ese filme ya hay una presencia de actores rusos y de una entidad estatal rusa en su coproducción, señaló uno de los fundadores del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Lo más importante es que el público de Rusia conozca de un cine cubano pequeño en cantidad, pues la producción es poca, pero con un sostenido nivel de buena calidad, opinó.
Además, vienen siete películas muy diferentes en la manera de abordar la realidad como son: Fresa y Chocolate, Hasta cierto punto, La bella de la Alhambra, Un hombre de éxito, La vida es silbar, El cuerno de la abundancia y Benny, subrayó.
Ahora, la revolución tecnológica digital llega para democratizar las posibilidades de hacer cine, pero, al mismo tiempo, exige mantenerse al día en términos de inversión, pues los recursos tecnológicos se modernizan a una velocidad muy grande, afirmó.
Desde la década de 1990, pero sobre todo en el nuevo siglo, contamos con una nueva generación de cineastas que, a diferencia de la mía, que hicimos cine en película, trabaja el cine digital.
Tal generación, que son de unos 30 años y empieza ahora, ya han dado señales de talento y comienza a aparecer un cine independiente, en conexión con el estado, en este caso con el ICAIC, pero ya con una voluntad de cierta autonomía empresarial e industrial, explicó.
Al referirse a la muestra de cartel de cine cubano, paralela a la semana cinematográfica, Paredes indicó que el afiche tradicional es eminentemente de promoción comercial y en general es de muy bajo nivel.
Pero desde su fundación, el ICAIC como organismo de promoción del cine en la isla se propuso extenderse a la cultura cubana como un todo y se planteó entonces que la propaganda cinematográfica también fuera una contribución a la educación estética del público, destacó.
De ahí que desde un principio se promovió el acercamiento de productores plásticos cubanos para que expresaran con el cartel la esencia de la película y educar así el gusto de la persona que ve el afiche, apuntó el realizador, quien arribó aquí el pasado jueves.
Los grandes pintores nuestros como René Portocarrero o Servando Cabrera Moreno, entre otros de primer nivel, se incorporaron al ICAIC y trabajaron los afiches de las películas que le motivaron y su obra fue expuesta en las esquinas, postes y calles, recordó Pérez Paredes.
Por eso se habla de herejía, indicó la secretaria de Cultura de la embajada cubana, Martha Carreras, porque rompe con los cánones preestablecidos de que el gran pintor debe exponer su obra en museos.
Carreras reveló que el primer plástico cubano que realizó un cartel de cine con nuevos códigos fue Portocarrero para promover la primera coproducción soviético-cubana Soy Cuba, en 1964, dirigida por Mijail Kalatazov, con guión de Enrique Pineda Barnet y Evgueni Yevtushenko.