Escena de Gatomaquia, de la compañía teatral La Cuarta, de Uruguay. Autor: Kaloian Santos Cabrera Publicado: 21/09/2017 | 04:57 pm
Resulta un lugar común, una verdad de Perogrullo, el hecho de que Mayo Teatral es un evento riguroso, capaz de reunir a varios de los mejores grupos y espectáculos de la escena latinoamericana contemporánea. Por si alguien lo duda, lo invito a que enrumbe sus pasos hacia los teatros capitalinos donde conjuntos como Yuyachkani (Perú) o Matacandelas (Colombia), bien conocidos por nuestro público, junto a otros como La Cuarta (Uruguay), Timbre 4 (Argentina), Teatro Promiscuo (Brasil), Suda-K-ribe (Puerto Rico), apuntalan con su hacer esta afirmación. El encuentro, auspiciado por la Casa de las Américas, cuenta además con la participación de varios emblemáticos colectivos cubanos como El Público, Buendía, Teatro de las Estaciones, La Colmenita, DanzAbienta y Danza Contemporánea, quienes —gracias a la elevada calidad de sus propuestas— contribuyen a convertir estas enjundiosas jornadas en una auténtica y selecta fiesta de los sentidos.
Como es habitual, cada dos años, el quinto mes no solo propicia el encuentro entre los espectadores de la capital y los conjuntos invitados sino que la programación se extiende por varias zonas de nuestra esbelta geografía. Pinar del Río, Granma, Villa Clara y Cienfuegos tendrán también el privilegio de aplaudir a varios de los visitantes. Talleres, conferencias, demostraciones de trabajo, proyecciones de filmes, exposiciones, presentaciones de libros, forman parte asimismo del nutricio agasajo que recibiremos durante los diez intensos días que van del 7 al 17 de un mes que se ha ubicado, por derecho propio, al centro de lo teatral.
Desde el mismo umbral del encuentro la tropa que encabeza el maestro Miguel Rubio volvió a cautivar a un público ávido que se sintió halagado al contactar con una propuesta de expreso perfil preformativo, lo cual resulta realmente infrecuente en nuestra cartelera. Con El último ensayo, los miembros de Yuyachkani dieron nuevamente muestras de su versatilidad al conjugar la labor interpretativa de personajes diversos con el uso de las máscaras, la ejecución de varios instrumentos musicales y un trabajo vocal de mucha calidad a la hora de encarar los coros. Ellos consiguen —siguiendo de un modo particular y desprejuiciado una pauta que trae a la memoria al esclarecido Mariátegui— brindarnos diversas perspectivas encaminadas a realizar una interpretación de la realidad peruana contemporánea, cosa esta que consuman combinando humor e ironía. Fieles a su vocación de escarbar en las zonas álgidas y los dilemas más acuciantes de su entorno con profundidad y apreciable vocación lúdica, con El último ensayo protagonizan toda una provocación que nos convida a dejarnos arrastrar por nuestros sentidos, a olvidar la puntualidad de la fábula y construir nuestro propio rastro a través de un laberinto diáfano y divertido a un tiempo.
Entre quienes nos visitan por primera vez se cuenta la compañía La Cuarta que llegó a La Habana con Gatomaquia, texto dirigido y adaptado por Héctor Manuel Vidal. Apelando a la sonora belleza del verso de Lope de Vega, Vidal realiza un trabajo dramatúrgico de mucho valor, dotando de un delicioso empaque teatral lo que por naturaleza pertenece al universo narrativo. La parábola y la parodia devienen recursos efectivos y capaces de atizar el carácter travieso y retozón del texto y su representación. Dicho de otro modo, con su habitual brillantez y agudeza, el Fénix de los Ingenios aborda un tema perennemente humano que, a varios siglos de distancia mantiene una vigencia irrefutable.
Solía afirmar el inmenso autor español que un tablado y dos pasiones bastan para concebir el milagro del teatro. Esta parece ser la atinada premisa de los uruguayos al encarar una trama donde los celos y las bajas pasiones que de ellos se derivan movilizan a los personajes. Ubicada en un contexto gatuno, tanto la obra como la puesta conservan intacta esa capacidad de Lope para maridar lo culto y lo popular. Esa es precisamente una de las claves del éxito de Gatomaquia sobre las legendarias tablas de la sala Hubert de Blanck, aunque no la única. Digo esto porque a ello hay que sumar el desenfado y la versatilidad del elenco (Fernando Dianesi, Natalia Bolani, Santiago Sanguinetti y Leonor Chavarría), la limpieza y musicalidad con que dicen el verso, el meritorio trabajo corporal, el sabio ritmo con que conducen la representación, su capacidad para hacer la música y —muy en especial— la sabiduría de Vidal, quien aborda, siempre en tono paródico, la obra desde fórmulas distantes aunque bien contemporáneas (ópera, ballet, hip hop), reconocibles y reconfortantes para el divertido espectador.
Desde su arrancada, Mayo Teatral vuelve a convocar al público gracias a la concentración de calidad y alternativas que propone. Ese ha sido su signo distintivo y esta edición lo está confirmando con creces.