Luego de una reparación capital reabre hoy sus puertas, en ocasión del aniversario 320 de la fundación de la ciudad de Santa Clara
SANTA CLARA.— El teatro La Caridad, apreciado desde cualquier punto del parque Leoncio Vidal, de esta ciudad, se yergue otra vez majestuoso y motiva una sensación de regocijo. Atrás quedaron los días inciertos en que muchísimos llegaron a temer por su desplome.
El tiempo había corroído parte de su estructura debido a la falta de mantenimiento, que pusieron en peligro a esta joya de la arquitectura colonial, construida a finales del siglo XIX. El estado de la instalación llegó a tal extremo, que hubo que realizarle la reparación capital más grande de su historia. Los techos amenazaban con colapsar y destruir las obras de arte del cielo raso, un verdadero tesoro.
La disyuntiva no permitía más dilaciones para acometer la obra y, al fin, aparecieron los recursos materiales y financieros que le devolvieron el esplendor al teatro La Caridad, símbolo de la ciudad de Santa Clara.
La génesisEntre el patrimonio tangible que la patriota y benefactora Marta Abreu legó a esta ciudad, el coliseo resultó el más perdurable y esplendoroso. Su construcción comenzó el 28 de junio de 1884, y un año y tres meses después, el 15 de septiembre de 1885, se inauguró.
El filipino Camilo Selaya y Toro ejecutó el mural central del cielo raso, que simboliza el Genio, la Fama y la Historia, mientras que los ocho medallones que lo circundan representan a grandes dramaturgos como Leandro Fernández de Moratín, Adelardo López de Ayala, José Echegaray, Pedro Antonio de Alarcón, Pedro Calderón de la Barca, Fray Gabriel Tirso de Molina, Juan Eugenio Hartzenbusch y Gertrudis Gómez de Avellaneda. Estas celebridades están circundadas por lienzos que encarnan el drama, la comedia, la música, la poesía, la pintura y escenas a la Caridad.
El cubano Miguel Melero hizo los bustos de Calderón de la Barca y Echegaray, que están situados en la entrada del teatro, en tanto el español Miguel Arias concibió los telones de entre actos y el de boca, alegórico a la Ermita La Candelaria, en homenaje a la Caridad.
Mateoli y Fernando Bossi, pintores-decoradores italianos, crearon la bocaescena. A este último se le atribuye el frontón original de la fachada, una alegoría a la música, la tragedia y la comedia, el cual fue destruido en 1890 por una tormenta.
Este conjunto de indudable valor artístico se encuentra en buen estado en opinión de Lisbet Sánchez, especialista del Centro de Patrimonio Cultural. En los últimos tiempos se le realizaron labores de conservación, destinadas a la limpieza y reintegración de colores. Está previsto en el futuro restaurar las pinturas del mural principal del cielo raso, que presenta grietas. De sus 11 paneles, dos están afectados por la humedad. El arreglo de ese daño no impide el funcionamiento de la instalación y se puede acometer, incluso, sin cerrarla, precisó Lisbet.
La última palabra«La primera acción de la reparación resultó reforzar el apoyo de las armaduras de acero de la cubierta y la sustitución de vigas de madera», explicó el ingeniero Liván Díaz Yanes, especialista del Centro Provincial de Patrimonio Cultural.
Después se acometió el arreglo casi del ciento por ciento de la cubierta del teatro, la cual está formada por una principal inclinada, que protege los lienzos del cielo raso, y otras planas. Estas últimas cubren los camerinos y pasillos laterales.
En esta ocasión sustituyeron totalmente las tejas —eso nunca se había hecho—, y la madera empleada se trató con productos químicos para protegerla contra el comején, además de la aplicación de más de cuatro mil metros cuadrados de capas de mantas asfálticas.
Según Díaz Yanes la impermeabilización lograda resolvió definitivamente el problema de las filtraciones, aunque para saber, a ciencia cierta, cómo quedó realmente el trabajo de la cubierta habrá que esperar a que irrumpan los fuertes aguaceros.
La reparación, donde participaron más de cien trabajadores de distintas empresas e instituciones, incluyó también la rehabilitación de 17 baños, el sistema eléctrico y la pintura total del coliseo. En resumen: quedaron nuevas las redes pluviales, hidráulicas y sanitarias, así como una red contra incendios.
Remozaron, además, las estructuras de los cuatro niveles en la sala principal e instalaron nuevo el piso de madera de la platea, aunque también se beneficiaron los restantes, las puertas, ventanas, parte del escenario y su tabloncillo.
También habrá que esperar para saber si se afectó la acústica, pues en los asientos y el respaldo de las sillas se utilizó aluminio debido a que el país no cuenta actualmente con la tecnología para conformar esas butacas de madera, como eran originalmente.
Según los ejecutores de la reparación capital, la magnitud de lo llevado a cabo en el teatro, que reabre hoy en ocasión del aniversario 320 de la fundación de la ciudad, durará décadas. Y, por fin, la instalación contará con su propia brigada de mantenimiento y conservación. Se comprende entonces el alegrón de los villaclareños ante el hecho tangible de que el esplendor volvió a La Caridad.