Ambos títulos serán presentados el 14 de febrero, en un concierto homenaje a los cantautores chilenos, durante la Feria Internacional del Libro 2009.
¿Cuándo lee la mariposaLo que vuela escrito en sus alas?
¿Qué letras conoce la abeja
Para saber su itinerario?
Pablo Neruda
Quizá Chile, como la mariposa del poeta, no podrá detener su vuelo para regodearse en lo mucho que sus escritores han grabado en sus alas. Acaso porque la literatura se vuelve laboriosa abeja que produce las mieles incesantemente. Y a Chile nunca le han faltado los buenos poetas.
Ambos títulos serán presentados el 14 de febrero, en un concierto homenaje a los cantautores chilenos, durante la Feria Internacional del Libro 2009. Dos premios Nobel de Literatura, en los versos de Gabriela Mistral y Pablo Neruda, bastarían para avalar la universalidad alcanzada por las letras chilenas. ¿Quién de niño no ha recitado «dame la mano y danzaremos, dame la mano y me amarás», y quién que ha estado enamorado no ha recurrido a 20 poemas de amor y una canción desesperada, haciendo suyos los versos más tristes y los astros que tiritan azules a lo lejos?
Vicente Huidobro es otro de los grandes de esa tierra, y sobresale por su vanguardismo a ultranza en tiempos de empedernida renovación. Fue padre del creacionismo, que concebía al autor como una especie de dios capaz de «hacer un poema como la naturaleza hace un árbol». Escribió además de poemarios como Altazor o el viaje en paracaídas, las novelas Mío Cid Campeador y Cagliostro, entre otras.
De la experimentación literaria tampoco pudo escapar Pablo de Rokha, contemporáneo de Huidobro y Neruda, con los que entablara las más encarnizadas polémicas. Autor de más de 30 poemarios, unió a la búsqueda de una originalidad formal, su compromiso social ilimitado y la imagen del mundo latinoamericano.
Con Nicanor Parra la lírica chilena pretendió demarcarse de las alturas alcanzadas por Neruda, Rokha o Huidobro; y se encaminó, trasgresora, por la senda de la antipoesía (Poemas y antipoemas, Versos de salón, Artefactos y Sermones y prédicas del Cristo de Elqui). Hermano de reconocidos artistas —entre ellos Violeta Parra—, Nicanor prefirió adherirse a su entorno cotidiano, y con un lenguaje ausente de retóricas pudo declarar que, finalmente, «los poetas bajaron del Olimpo».
A la narrativa tampoco le han faltado hijos con buen oficio, como María Luisa Bombal (La amortajada), José Donoso (El obsceno pájaro de la noche) y Volodia Teitelboim (Hijo del salitre).
Los más contemporáneos también han dado a conocer al mundo la buena estirpe de la literatura chilena. Lo ha hecho Alberto Fuguet con obras al estilo de Mala Onda y Tinta Roja, llevada al cine por el peruano Francisco Lombardi; y a su vez lo ha logrado Antonio Skármeta, con sus libros El cartero de Neruda —hoy traducido a 30 idiomas—, y Desnudo en el tejado, que le valiera el premio Casa de las Américas en 1969.
En una zona de creación más bien feminista podemos encontrar a Marcela Serrano, quien se ha colado incluso hasta en nuestra radio con su novela Nosotras que nos queremos tanto (1991), distinguida con el premio Sor Juana Inés de la Cruz. Con nosotras... abriría un ciclo sobre las inquietudes y conflictos de la mujer latinoamericana, que originaría otros títulos como Para que no me olvides (1993), El albergue de las mujeres tristes (1997) y Nuestra señora de la soledad.
Si de féminas hablamos, Isabel Allende —sobrina del asesinado presidente chileno— es otra escritora que ha alcanzado gran renombre con sus novelas, las cuales han sido traducidas a diferentes idiomas. Entre sus títulos más famosos se encuentran Eva Luna, Paula y el Plan infinito, así como dos de sus novelas llevadas a la pantalla grande, De amor y de sombra y La casa de los espíritus, esta última filmada por el director danés Bille August y protagonizada por Meryl Streep, Glenn Close y Jeremy Irons, entre otras estrellas.
La página cercanaCon su activa tradición intelectual, Chile es el País Invitado de Honor en esta 18 Feria Internacional del Libro, Cuba 2009, que ya se avecina. Para que podamos sondear la riqueza de sus obras, las editoriales cubanas han hecho una selección que resalta lo mejor de dichas letras y sus creadores.
La editorial Casa de las Américas —cuyos 50 años también festejará el evento— propone varias compilaciones que recogen, a través de los años, el quehacer literario en diferentes manifestaciones: Antología de poesía chilena, Antología de teatro chileno contemporáneo y Grandes cuentos chilenos del siglo XX. Se remonta además a un texto decimonónico, El evangelio americano, escrito por el intelectual y político Francisco Bilbao, que constituye una pieza ineludible para comprender los inicios de su nación, así como del pensamiento de una figura cimera de sus luchas.
De la generación del posgolpe, Casa acoge dos novelas: Lumpérica (1983), de Diamela Eltit, y La reina Isabel cantaba rancheras, de Hernán Rivera Letelier. Ambas tienen como eje a la figura femenina: en la primera, L. Iluminada emprende la búsqueda de su identidad ciudadana; y en la segunda la historia transcurre alrededor de Isabel, prostituta reina de todas las parrandas, que solía amenizar, amén de los placeres, con corridos mexicanos.
Los que gustan de los poemas disfrutarán de las Poesías de Gabriela Mistral y las Décimas de Violeta Parra. A la poeta de Ternura, Tala y Lagar, se le reconocerá en las páginas biográficas de Mistral, pública y secreta (Arte y Literatura), escrita por su compatriota Volodia Teitelboim. Mientras que la autora de Gracias a la vida será también descifrada por su hija, Isabel Parra, en la semblanza El libro mayor de Violeta Parra (Editorial José Martí), donde comparte testimonios, fotografías, poemas y cartas inéditas de la cantautora.
El Neruda del Canto general no será olvidado, ni su itinerario por la Isla, tal como lo revela Vladimir Ferro en Neruda y Cuba; así como tampoco podrá relegarse Víctor, un canto inconcluso, escrito por su viuda, Joan Jara.
Naciste pintada, de Carmen Berenguer; De sueños azules, de Elicura Chiuailaf; Ensayos, de Nelly Richard; María Luisa Bombal (Valoración múltiple); y Epopeya, de las comidas y las bebidas de Chile, de Pablo de Rokha, son otros de los títulos que integran la larga lista que nos acercará más a esa entrañable literatura.
Al lector le quedará, entonces, la tarea de hojear esta página que se aproxima. Su alma de buen catador se sentirá a gusto para atesorar versos eternos o sorprenderse ante la frescura de textos más jóvenes. La mesa está servida, y el dorado de las letras chilenas podrá apreciarse fácilmente en la colección de las editoriales cubanas.