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La vida después de la tormenta

Los playeros, como amablemente se les dice a los pobladores de playa Guanímar, en Artemisa, otra vez se vieron obligados a dejar su casa e irse a un centro de evacuación para salvar sus vidas ante la inminente llegada del huracán Rafael. «Es como si el mar reclamara lo que le pertenece», dice Yamilé Campos Canteras. «He tenido que dejar mi casa más veces de las que puedo contar, pero siempre regreso. Ese lugar es parte de mí»

 

Autor:

Giselle Vichot Castillo

En la costa sur de Artemisa, justo en playa Guanímar, donde el horizonte se encuentra con el mar en un abrazo interminable, vive Yamilé Campos Canteras, una mujer cuya vida está marcada por la lucha constante contra la fuerza implacable de la naturaleza.

Cada año, cuando la temporada de huracanes se acerca y las mareas amenazan con invadir su hogar, Yamilé se enfrenta a la difícil decisión de abandonar todo lo que conoce y ama.

«Es como si el mar reclamara lo que le pertenece», dice. «He tenido que dejar mi casa más veces de las que puedo contar, pero siempre regreso. Ese lugar es parte de mí».

A su sentir se suman cientos de guanimeros que, ante el paso inevitable del huracán Rafael por esta geografía y anteponiendo sus vidas frente a cualquier recurso material, se vieron obligados a viajar hacia el centro de evacuación que siempre los acoge.

Los playeros, como amablemente se les dice por aquí, llegaron con muchas de sus pertenencias en cuatro camiones y cinco guaguas a la Escuela Pedagógica Rubén Martínez Villena el martes 5 de noviembre.

A ellos se sumaron 245 pobladores alquizareños provenientes a otros asentamiento como son Collazo, Mayorquín, Pestana, Berjerano y Finca Mirta, comentó Ernesto Limonta Peña, jefe de la Comisión de Protección a la Población en Alquízar.

Durante el día y la noche está activado el servicio de posta médica. Foto: Giselle Vichot Castillo.

En el municipio fueron evacuados un total de 679 alquizareños. De ellos 331 fueron a casas de familiares y amigos, 306 estuvieron en la Escuela Pedagógica y 42 en el centro mixto Ramón Emeterio Betances. En total había 69 niños, un neonato y diez lactantes, amplió Limonta Peña.

Este martes permanecían en la Rubén Martínez Villena 93 evacuados, todos de Guanímar, quienes todavía no han podido regresar a la playa.

«Hoy los hombres están para allá. Ayer yo también fui. Me toca como delegada», comenta Yamilé. Las noticias no son buenas. La playa fue bastante dañada. Según estiman  integrantes del proyecto Mi Costa, que llegaron hasta allí para evaluar daños, el mar debió subir más de dos metros.

Se desconoce el tiempo que permanecerán en el centro que hoy los acoge. Entretanto cada día se les garantiza desayuno, almuerzo y comida. Leche a los niños y las papillas para aquellos lactantes que aún se encuentran en el proceso de ablactación.

Mabel García Ortega, vecina de playa Guanímar, apoya en la organización y vida de los evacuados. Refirió que los primeros días hubo bastante inconformidad con la calidad de la elaboración de los alimentos.

«Nosotros no queremos cantidad. Aquí sabemos lo que es dividir un plato de comida entre una familia de cinco personas. Solo pedimos que esté buena. Y también sabemos lo que le cuesta al país esta atención que se nos da».

Justo ante esta inconformidad manifestada, Larexey Bastista Ortiz, primer secretario del Partido en Alquízar, dialogó con los presentes. En su charla pidió comprensión y paciencia. «Son tiempos complejos. El país enfrenta una situación excepcional y no se trata solo de los daños que ocasionó Rafael. El oriente del país está bastante dañado. Ya hoy la comida llegó en tiempo y mejor elaborada», dijo Bastista Ortiz, a lo que lo los oyentes asintieron.

El funcionario también les explicó que el fondo habitacional de la localidad fue bastante afectado, con más de 1 800 viviendas dañadas, por lo que la situación es muy tensa. «Más adelante se evaluará  reubicación de los damnificados, pues la institución donde hoy permanecen también fue perjudicada y debe prepararse para retomar las actividades docentes», agregó.

Mabel ayuda a organizar la convivencia en el centro de evacuación. Foto: Giselle Vichot Castillo.

Sandra Ferrer Barrientos, directora de la Escuela Pedagógica, comentó que reportan daños en ventanales, más del 60 por ciento de la cristalería afectada, las puertas del docentes, toda la cubierta impermeable, el banco de transformadores y la jardinería.

Aún así los trabajadores de la institución  y ella acompañan día y noche a los damnificados que todavía permanecen en este centro. El pasado viernes estaban también la doctora Yali Yanet Pupo Osorio y el enfermero Benito González Veloz, quienes asumen, junto a otros profesionales, guardias de 24 horas.

Este personal de salud afirmó contar con el material necesario para la atención primaria de salud. La doctora insistía a los convivientes sobre la importancia de acudir a la enfermería ante cualquier síntoma febril con signos de alarma. En su charla educativa de interés puntualizó, además, la necesidad de mantener, aún en estos tiempos, una adecuada higiene de la piel para prevenir determinadas infecciones. Es destacable la presencia diaria de una pipa de agua que les abastece el preciado líquido.

Así andan por estos días personas a quienes Rafael les arrebató techos, paredes y bienes. Andan porque preservan lo  más preciado: la vida. Entre ellos, hay muchas historias de dolor y tristeza. Pero no queda otra opción que empezar. Dice un viejo refrán que mientras haya vida, habrá esperanza. Incluso después de la tormenta.

(Tomado de El Artemiseño)

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