Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando llega la tarde

Cuba está mejor preparada que muchos países para afrontar el envejecimiento de su población, pero ¿a cuáles desafíos se enfrenta todavía?

Autores:

Ana María Domínguez Cruz
Yuniel Labacena Romero
Laura Fuentes Medina

¡Tercera edad! ¡Qué linda frase! Aquí no hay viejos solo que llegó la tarde: una tarde cargada de experiencia, experiencia para dar consejos. Te llegará la tarde. Mario Benedetti

En un mundo que a menudo glorifica la juventud, perdemos de vista el singular esplendor de la vejez. Llegar hasta ella es como alcanzar la cima de una montaña. Después de años de ascenso, uno se detiene para admirar el paisaje. Las vistas son amplias y profundas; se pueden ver los caminos recorridos, las risas compartidas y las lágrimas derramadas.

La alegría de ser mayor no reside solo en la experiencia acumulada sino también en la libertad que trae consigo. Sin las presiones de la vida laboral o las expectativas sociales, muchos encuentran un nuevo sentido de aventura. Además, la vejez es un acto de resistencia, testimonio del espíritu humano que, a pesar de las adversidades, sigue buscando el gozo en lo cotidiano.

Muchos abuelos se convierten en faros para las generaciones más jóvenes, compartiendo lecciones valiosas sobre el amor, la perseverancia y la importancia de vivir el presente. Bien lo sabemos los cubanos, en un país que al cierre de 2023 registró 2 634 726 personas con 60 años y más, lo que representa el 22,6 por ciento de la población nacional, señalan datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Según previsiones con basamento científico, ese grupo poblacional constituirá el 30 por ciento en 2030, lo que augura que seamos la nación más envejecida de América Latina y el Caribe.

Esa realidad, que constituye un reto en todos los ámbitos de la sociedad cubana actual y futura, por su carácter transversal y multisectorial, acontece en el contexto del llamado Decenio del Envejecimiento Saludable desde 2020 y, a nivel internacional, se insta a cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y al proceso natural de la vejez. Asumir esta etapa de la vida como fructífera, fomentando las capacidades de los adultos mayores, es una prioridad, como lo es ofrecerles una atención integrada y personalizada en los servicios de salud.

Cuba, sabemos, está mejor preparada que muchos países para afrontar el desafío del envejecimiento de su población, en tanto contamos con un sistema de salud universal, gratuito y con equidad, además de una seguridad social cuyo objetivo primordial es no dejar desamparado a nadie, elementos que se defienden desde el interés gubernamental por atender la dinámica demográfica desde áreas estratégicas.

Ya lo ha dicho Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la ONEI, «el envejecimiento no es un problema, es el triunfo de la vida sobre la muerte, y tampoco es caro. Cara es la falta de funcionalidad, que no te puedes valer por ti mismo, que no puedas llamar por teléfono, que no sepas manejar tu dinero, que no puedas ir a un banco o no puedas manejar un celular o una tarjeta».

Al respecto, el doctor Alberto Fernández Seco, jefe del programa Nacional de Atención al Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, ha insistido siempre en la alegría que representa la alta esperanza de vida de nuestra población. Es un logro de las políticas sociales, públicas y de salud de nuestro país, incluso, que Cuba figure hoy entre las naciones más envejecidas de la región y que para 2030 encabece esa lista, aun cuando ello conlleve grandes desafíos para las distintas instancias que convergen en su atención.

Los hogares de ancianos y casas de abuelos, por ejemplo, en tanto instituciones que ofrecen servicios sociales y no asistenciales, se multiplican en todos los municipios, ha explicado. Se trabaja en la ampliación del personal que en ellos labora y en la reparación y mantenimiento de sus inmuebles, pero la plena satisfacción aún no se logra, motivo suficiente para desplegar alternativas, a sabiendas de que cada vez más personas arribarán a la vejez y necesitarán de estas bondades.

Es esencial promover y lograr una sinergia entre las diferentes políticas relacionadas con la vida de la población y las dinámicas demográficas. Foto: Roberto Suárez

En esa misma línea de pensamiento anduvo la reunión de junio último de los Gobernadores de todo el país. En ella, al referirse al envejecimiento de la población, el primer ministro Manuel Marrero Cruz reiteró que este fenómeno impacta en la vida económica y social de los territorios, por lo que se requiere un enfoque más integral y de «medidas extraordinarias, pues la nación tiene que continuar desarrollándose».

Advirtió que desde los municipios y provincias no se aprecia un seguimiento profundo a estas complejidades. «Cuando hablamos de envejecimiento de la población, tenemos que proyectar seguir mejorando la situación de las casas de abuelos y hogares de ancianos, buscar cómo hacerles mejor la vida a esas personas que acumulan años de experiencia y trabajo.

«También es necesario identificar reservas del presupuesto del Estado, porque del primer cambio que tenemos que hablar es de aumentar las pensiones que tienen las personas con una avanzada edad. Eso tenemos que transformarlo, es algo necesario e impacta en personas de todos los sectores sociales», expresó.

Sin embargo, aún queda mucho camino por transitar…

Crear entornos amigables

En Cuba, como sucede en otros países, disminuyen las personas en edad laboral, los índices de fecundidad son bajos y la migración marca todo proceso demográfico. Con el incremento de los adultos mayores, aumentan sus gastos en salud y en pensiones; sus demandas de determinados servicios y políticas de protección social; y crece el reto de mantener a flote la economía nacional y las garantías de educación, vivienda, salud, atención a largo plazo, transporte, información y las estructuras de apoyo a las familias.

Como ha explicado Alfonso Fraga, el fenómeno del envejecimiento de la población se debe principalmente a dos factores interrelacionados. «Desde 1978, la tasa de natalidad en Cuba ha caído por debajo del nivel de remplazo, es decir, las parejas cubanas están teniendo menos de dos hijos en promedio. Esta tendencia ha llevado a que las mujeres cubanas, al final de su vida reproductiva, tengan menos descendencia, lo que ha contribuido al envejecimiento de la población».

Dicho patrón no es exclusivo de la Mayor de las Antillas; se observa en muchas sociedades desarrolladas y está influenciado por condiciones económicas y factores socioculturales que han cambiado drásticamente en las últimas décadas, apunta el experto en temas de Población y Desarrollo, quien añade que el segundo factor que agrava esta situación es la migración de jóvenes en edad productiva y reproductiva hacia el exterior.

«El resultado directo es una mayor proporción de personas mayores y una disminución de la población joven y de la fuerza laboral, así como el incremento de los costos de atención médica para una población que envejece rápidamente».

Mientras, la doctora Lilian Rodríguez Rivera, directora del Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud, coincide en que «es importante diseñar estrategias desde la asistencia médica, además de crear entornos amigables, y no solo se logran cuando eliminamos barreras arquitectónicas, sino también cuando se desarrolla aún más la comunicación con ellos, cuando les ofrecemos más oportunidades para una vida más plena, cuando les facilitamos la realización de trámites engorrosos, pues muchos pueden presentar trastornos, enfermedades o déficit de habilidades».

Es vital, afirmó, trabajar con las familias porque en los hogares podemos encontrar manifestaciones de maltrato hacia los ancianos, como ejercer la fuerza física sobre ellos, apropiarse de sus bienes o estigmatizarlos.

Rodríguez Rivera reflexiona en torno a la dependencia de un adulto mayor con respecto a otra persona en muchos casos, no precisamente por el hecho de envejecer sino por padecimientos crónicos que generan ciertas discapacidades en esta etapa de la vida. «Tenemos que potenciar la educación desde edades tempranas para construir, a lo largo de la vida, un envejecimiento saludable que eleve la calidad de vida».

—¿Qué otros desafíos tiene que atender el país para un envejecimiento saludable?

—Si para el país fue un reto lograr una alta esperanza de vida, hoy asumimos el que representa atender a los adultos mayores y proveerles lo que requieren para su desarrollo, teniendo en cuenta que pueden seguir contribuyendo con la sociedad. Muchos se jubilan y vuelven a contratarse, ponen su experiencia y conocimientos en función de nuestra nación y, en no pocos casos, se convierten en cuidadores de otros miembros de la familia.

«Pero, y es también un gran desafío, el país debe continuar consolidando las bases de la atención a quienes se convierten en cuidadores de esos adultos mayores con determinadas discapacidades, pues sigue siendo una actividad no remunerada y que, casi siempre, es una responsabilidad que llega en un momento de la vida en el que también el cuidador está a las puertas de la tercera edad o ya está en ella.

«Otro gran desafío de una sociedad envejecida como la nuestra, desde el punto de vista de la asistencia médica, lo constituye la formación de especialistas en Geriatría y Gerontología, tanto médicos como enfermeros. No obstante, no solo se trata de formar recursos humanos en esta especialidad, sino de que todo el personal de salud sea coherente en su actuar con los adultos mayores, pues son la mayoría de los pacientes que acuden a consultas en los diferentes niveles de atención».

En tal sentido, la doctora Mercedes Ramos Quiroga, especialista de Geriatría y Gerontología en el Hospital Universitario Calixto García, agradece haber elegido este camino profesional, «pues la vejez es identificada como la edad de las pérdidas.

«Ante la pérdida de la belleza, de algunas capacidades funcionales, de los roles laborales o familiares que se ejercían… las personas no siempre saben manejar su nueva vida, y me he dado cuenta de que no se trata de indicar un tratamiento para un padecimiento o sugerir una intervención quirúrgica, sino de conversar, tender la mano, brindar herramientas emocionales para su autocuidado…».

A los adultos mayores tenemos que ofreceles más oportunidades para una vida más plena. Foto: Fabio Vergara

Por eso, aboga por el trabajo con la familia, porque a todos les cambia la vida cuando un adulto mayor requiere de dinámicas de atención y cuidados diferentes. «En términos económicos también cambia la vida en el hogar, y no solo por el empeño de los convivientes en apoyar su calidad de vida ofreciéndoles recursos, sino también, en caso necesario, de dedicarse por completo a su cuidado. Por eso insistimos en la necesidad de un envejecimiento activo y saludable.

«Más allá de los recursos, la interrelación en la comunidad es muy importante. Los representantes de salud de las diferentes organizaciones pueden apoyar en mejorar las redes informales de apoyo a un anciano para identificar sus necesidades de vivienda, sus necesidades médicas, sus discapacidades, sus posibilidades para integrarse a la casa de abuelos del territorio o a un hogar de ancianos…», apuntó.

Sentido de respeto

Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, reitera que el envejecimiento no puede verse como un problema, sino como el resultado de una esperanza de vida alta (78,45 años promedio) por lo que deben adaptarse los espacios para contribuir a un envejecimiento activo y productivo, que pueda seguir vinculado con los procesos del país.

Apunta que otro desafío que tiene Cuba está en cómo implementar el sistema nacional para el cuidado integral de la vida, sobre todo, para las edades avanzadas. «La definición de ese sistema de cuidado pasa por diferentes formas económicas sobre la base de los derechos y deberes de quienes son objeto de cuidado y de sus cuidadores. En este orden se avanza, pero lo importante aquí, y lo más difícil, es hacerlo aplicar.

«También está el tema de las pensiones y la Seguridad Social. La mujer trabaja hoy hasta los 60 años, los hombres hasta los 65 y eso moviliza la cantidad de recursos económicos dedicados a la Seguridad Social. De ahí que se haya modificado también el tema de la jubilación y el recontrato de aquellas personas que se encuentren en condiciones y con la disposición de continuar trabajando. Esta posibilidad de permanecer en puestos de trabajo es una idea valiosa que permite que continúen siendo protagonistas de sus vidas y contribuyan al desarrollo económico, social y político de la nación».

Por eso, es esencial promover y lograr una sinergia entre las diferentes políticas relacionadas con la vida de la población y las dinámicas demográficas. Como decía Aja Díaz, lo es aún más en un momento en que la ciencia influye y propone en la elaboración de políticas y estrategias que deben llevarse hasta el municipio y más allá, hasta el asentamiento poblacional más pequeño.

A su juicio, es vital que nos eduquemos todos: adultos mayores, adultos jóvenes y la población joven en la convivencia de diferentes generaciones. «El envejecimiento exige fortalecer la instrucción, la educación, la cultura de las personas, el sentido del respeto, el derecho del otro. Dictar las normas debe de ser un consenso entre las generaciones, reconociendo los derechos, las percepciones y necesidades de todos.

«Los más desvalidos son aquellas generaciones que van terminando sus vidas. En ese sentido, hay un gran camino que comprende el respeto al descanso, el respeto en sentido general, la condescendencia con quienes necesitan ayuda, y tiene que ver, además, con el reconocimiento de las necesidades de los jóvenes», refirió.

Si algo nos queda claro es que todos los esfuerzos del Estado y sus instituciones deben estar acompañados por el apoyo imprescindible de la familia, en especial de sus más jóvenes integrantes, no solo desde los afectos, sino desde la responsabilidad compartida y la concientización de que lo que hagamos hoy por nuestros adultos mayores nos hará mejores seres humanos y nos labrará el camino para cuando nos llegue la tarde.

De la asistencia social

¿Qué acciones tiene la familia con los trabajadores y asistentes sociales para el cuidado de los ancianos? Con esa interrogante llegamos a Belkis Delgado Cáceres, directora de Prevención Social del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, quien asegura que entre las funciones de un trabajador social en la comunidad se encuentra la identificación de las situaciones de vulnerabilidad y la atención, la transformación y el acompañamiento a las personas, para que ellas y las familias, superen esa condición.

«Su presencia en cada territorio es esencial, y por eso aspiramos a contar con un trabajador social en cada circunscripción para personalizar la atención a cada familia, prevenir los problemas que en ella puedan surgir y hallarles la oportuna solución.

«No solo el trabajador social se encarga de identificar y atender casos específicos. Transformar esa situación de vulnerabilidad existente es su principal tarea, y, para ello, debe contar con todos los factores de la comunidad», precisó.

Delgado Cáceres comentó que la asistencia social a domicilio es uno de los servicios más demandados por las familias cubanas en las que encontramos un adulto mayor. Desde su puesta en vigor en 2003 se perfecciona anualmente para que las personas con alguna
discapacidad o movilidad restringida que no cuenten con familiares para su cuidado, dispongan de esta variante en su entorno habitual, explicó.

«Disponemos, además, de prestaciones monetarias y en entrega de recursos de primera necesidad como calzado, ropa, colchones, mobiliario, utensilios de cocina, entre otros, para familias sin solvencia económica y sin posibilidades de ingreso al sistema de empleo.

«También proveemos el pago total o parcial para la estancia en un hogar de ancianos, casas de abuelos o las entidades adscritas al Servicio de Atención a la Familia a quienes no pueden pagar alguno de estos servicios».

Se han dado pasos en la capacitación de los trabajadores sociales, en principio a través de crear perfiles de técnico de nivel medio. A partir de este año quedó aprobada la licenciatura para los que deseen ejercer esta labor, para que sean excelentes profesionales desde el corazón y desde la preparación, agregó.

No obstante, enfatizó, aún debemos pensar y gestionar más alternativas para la familia cubana, en la que cada vez tendremos más adultos mayores que atender y, en muchos casos, con necesidades especiales debido a padecimientos o discapacidades propias de la edad.

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