Delegados al 12mo. Congreso de la UJC. Autor: Roberto Suárez Publicado: 02/04/2024 | 01:36 pm
Hierro contra hierro el tren se mueve y mientras más empuja más cerca llega, más lejos puede ir, más sueña porque tiene solidez suficiente para llegar, con ruido y todo, con todo su peso, con toda su gente.
¡Cuba es un tren! Y en medio de toda esa fuerza del hierro que es fuerza útil, un puñado de jóvenes en la terminal, listos para el abordaje.
«Juventud pa' lo que sea», gritaba el ritmo de una conga que coreamos. Juventud pa' lo que sea, eso hay en este tren que es Cuba, eso parte en minutos en este tren de sueños que se mueve de verdad.
Guantánamo y Santiago ya llevaban horas moviéndose para Holguín, debe ser por eso que horas después fueron de los primeros en sacar colchas y prepararse para descansar, «aquí cómodos«, como dijo uno, porque « el tren está bueno» ¡Menos mal!, porque al llegar es para la pelea, nada de descansar.
Foto: Roberto Suárez.
Granma también se fue para Las Tunas y se fue cargada, porque no hay dudas de que ese coche es de ellos: gorras de Granma y pañoletas azules lo adornan por todos lados y están seguros de que lo mejor del día fueron ellos, su entrada triunfal al tren y como pusieron su espacio, con un sentido de pertenencia enorme. Realmente no les quedó un rincón por adornar, realmente huele a Granma el aire, y a globos y a fiesta, a la fiesta que ambientaron Santiago y Guantánamo.
Foto: Roberto Suárez.
Como la UJC es madre e hija de todos a la vez, porque la recibimos con tremenda historia y la hacemos parir historias nuevas y somos a un tiempo fruto y raíz de sus épocas; este cumpleaños lleva globos, globos de colores, globos con el número 12 como los que les ponemos a nuestros niños en casa o en los hogares de niños sin amparo familiar a los que llegamos a menudo aunque siempre nos quedemos con ganas de ir más, globos con las letras UJC, banderas de la vanguardia joven, de sus movimientos y organizaciones estudiantiles, de nuestra Cuba, banderas de la juventud, de la que es ahora este tren y este país.
«Holguín calentando», dicen los muchachos que tienen un suin único y junto con Las Tunas provocan a los camagüeyanos que ya habían entrado a la estación con una conga y armado mucha bulla desde que la guagua los llevó ahí.
Ahí sí venía yo y les puedo contar aquí entre nosotros que los pitos y los cantos eran tan intensos como las jornadas anteriores y que cuando llegamos a la terminal de trenes ya estaba ahí la Conga de los Guaracheros que mandamos a buscar, porque con conga habíamos recorrido las calles camagüeyanas en el Congreso de la provincia.
La conga estuvo en varios sitios, y como la rumba, le encanta a los muchachos cubanos. Los hombros, los pies y los gritos se nos van hasta a los menos avezados en el baile.
Foto: Roberto Suárez.
Ah, pero cuando Camagüey subió al tren es verdad que se sintió el silencio, unos allá y otros acá en los coches de los amigos de Oriente demoramos unos minutos en calentar los motores para cantar dispersos lo que veníamos cantando juntos, pero los buenos amigos nos levantaron con una bienvenida provocadora, así como te levanta el tuyo cuando el día se quiere apagar un poco, y enseguida nos activamos otra vez, hasta que nos cerró la boca la comida.
Foto: Roberto Suárez.
¡Llegó la comida! La repartición empezó junto a la revisión del tren, parte de la rutina nos dice el Director General de Transporte de Pasajeros del Ministerio de Transporte Luis Ladrón de Guevara, quien sin salir de su coche en el minuto justo asegura: «ya todos deben haber comido, sin inconvenientes«, con plena confianza en una tripulación que no es la primera vez que se ocupa de piquetes como este y que cuenta con trabajadores de décadas de experiencia como la amable y conversadora jefa de ferromosas Merley Rosell Núñez, con 32 años de labor y José Antonio Gómez Coro, que empezó en labores de limpieza y hoy es conductor, el hombre que el que no lo conozca por sus dos apellidos, no sabe de Ferrocarriles. Ellos dos y unos cuantos más que aquí andan son parte de la tripulación habitual del tren Holguín- Habana, el mismo recorrido que hace este.
Foto: Roberto Suárez.
Ya es hora de dormir pero siempre queda gente activa, Ciego se sube al tren con tremendo entusiasmo, todos combinados de azul, el color de los sueños, aunque aquí todos sabemos que los tiempos te pintan los sueños de muchos colores y que lo importante es que los pinten nuestras manos juntas. ¡Qué lindos se ven!
Y aguántense que viene Santi Spíritus, que ya los estaban esperando, hace rato la tripulación dijo para dónde iban. También es que ellos tienen todo muy claro, son buenos haciendo su trabajo y por supuesto, que los espirituanos se hacen esperar y se hacen querer.
Vamos dormidos, medio dormidos y ya les digo, los que sabemos... los del insomnio a intervalos..., pero nos despertamos de nuevo porque hay fiesta en la terminal de Villa Clara, ¡tremenda música! dice uno y suena en todos lados, y donde parecía que todos dormían, se activan, no importa que sea la 1:35 de la madrugada, no importa que haga algo de frío arriba, porque Cienfuegos hace honor a su nombre.
El calor humano sigue que prende cada vez que los muchachos bromean y la alegría se pega y cuando se pega genera fricción de la buena, de la de las piedras que hechan chispas como las que nos hicieron descubrir el fuego, chispas creadoras, chispas para bien. Yo siento a los villareños y aprovecho para escribir en el bendito celular que para esto es lo mejor que se ha inventado. El occidente está más cerca.
Foto: Roberto Suárez.
La madrugada avanza y el tren también. Ya estamos en Matanzas, la tierra de la bahía, la tierra por la que siempre es lindo pasar en tren y sus muchachos no se quedan atrás. Ahora sí nos queda Mayabeque nada más y pegaditos a La Habana.
De camino no faltó el sobresalto de cuando alguien requiere ayuda médica en un viaje y la tuvo de inmediato, tuvo la asistencia de todos los especialistas a bordo y la solidaridad de quienes enseguida lo rodearon para saber cómo estaba, para seguir su evolución.
Bienvenido Mayabeque, que llega con la aurora, con ustedes ahora sí amanecemos en Cuba joven y unida, Cuba en este tren.
El viaje ha sido largo y seguro los días que vienen se nos irán rápido, porque a los amigos que se reencuentran y a los que se tejen nuevos, siempre les parece poco el tiempo. Ya aquí hay varios que nos conocimos en citas anteriores y otros que fuimos hace justo un mes a Sochi, la convivencia no pasó de un par de semanas y «¡Ñoo! ¡Qué rico vernos otra vez! ¡Qué bueno! ¿Dime de ti y de los niños?».
Foto: Roberto Suárez.
Caballero, si parece que nos conocemos de toda la vida y parece que nos abrazamos de verdad y sabemos cuánta verdad hay en cada abrazo. ¡Qué lindo encontrarnos cuando estamos batallando juntos! ¡Qué lindo unirnos para que con el celular en casa nadie nos pueda hacer creer que estamos solos, que pensamos solos, que estamos equivocados! Contra esta verdad no hay celular que pueda. Contra estos abrazos no hay mentira que sobreviva, aunque la mentira esté allí, todos los días, a toda hora, y nosotros solo nos veamos un ratico, el ratico que nos duran unos días.
De todo eso vamos a hablar, seguro sale en las conversaciones del Congreso lo feo que enfrentamos, lo mucho que se esfuerzan para decepcionarnos, lo lindo que nos damos aliento, lo grandes que somos y la grandeza de los que representamos, de los que se quedaron en las provincias haciendo lo suyo, produciendo, trabajando y viendo las noticias del Congreso; a esos les tenemos que llevar también una probadita de estos abrazos.
«Juventud pa' lo que sea», que no se les olvide eso. Para que lo puedan cantar, en la conga suena algo más o menos así: «Aguajea, Aguajea, juventud pa' lo que sea...», los que lo escuchan lo repiten enseguida. En la vida de Cuba, en nuestra vida, suena algo así como ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! Y pa' eso estamos aquí, entrando ya a La Habana, para con este Congreso en condiciones atípicas - pero con gente atípica de tan grande también, con los cubanos de estos tiempos que resisten y triunfan- vencer otra vez, con una vida mucho más genial que todo lo que podemos pasar en las pantallas de los celulares. Cuando vean allí alguna barbaridad puesta con mala intención, acuérdense de esa conga y de este abrazo, por esas dos suertes, los jóvenes vencemos.