Las organizaciones juveniles desempeñan un rol crucial en la formación ideológica de niños, adolescentes y jóvenes. Autor: LAZ Publicado: 28/03/2024 | 10:11 pm
¿Se construye la ideología? ¿Qué importancia tienen en ello los movimientos juveniles? ¿Somos coherentes en los modos de influir en las nuevas generaciones? ¿Usamos códigos comunicativos de estos tiempos? ¿Qué relación existe entre los sistemas productivos y económicos con el sistema de valores? Estas son apenas algunas interrogantes que nos acercan, quizá, a uno de los desafíos más importantes para Cuba y su gente.
Formando el futuro
En todos los contextos, las organizaciones juveniles desempeñan un rol crucial en la formación ideológica de niños, adolescentes y jóvenes. Cuba no es la excepción, más bien pudiera ser considerada la regla, y sin embargo todavía prevalecen lagunas sobre cómo ser más eficientes en ese empeño.
Juventud Rebelde dialogó con varios jóvenes sobre el tema, y pone sobre el tapete algunas ideas, posiciones y sugerencias al respecto. Las organizaciones juveniles deben ser más inclusivas y dinámicas, dijeron los entrevistados. Deben fomentar un ambiente de respeto y entendimiento mutuo, donde cada miembro se sienta valorado y escuchado.
Deben ser capaces de inculcar valores como la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y el amor por la patria, a la vez que promueven el pensamiento crítico y la participación activa.
En ese sentido, la joven pinera Claudia Veyrut Sánchez, licenciada en Contabilidad y Finanzas, consideró, en primer lugar, que se necesita gran unidad de pensamiento y acción para que el trabajo político e ideológico influya de forma correcta en el universo juvenil.
«No es solamente decirles a los estudiantes o a los jóvenes que sean revolucionarios, sino que, en las actividades culturales, los trabajos productivos o las clases en las aulas, en cada escenario de diálogo y participación, se les inserten, desde el ejemplo, los sentimientos que implican apoyar y defender la Revolución», subraya.
También Carlos Ariel Abreu Cordero, secretario general del Comité UJC de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, reconoció que no existe una fórmula única para la influencia ideológica en los niños, adolescentes y jóvenes. «La UJC, con sus movimientos e instituciones, ha tenido ese gran reto histórico».
A su juicio, la mejor manera de hacerlo es a través del ejemplo personal, conjugado con una comunicación asertiva, y la verdad ante todo. Resulta esencial conocer a fondo lo que piensan los jóvenes, sus gustos, preferencias y
referentes, porque les servirán como herramientas para acercarlos; y también es importante aprovechar el espacio comunitario, aseveró.
Por su parte, el pinareño Yosbany Romero Cejas, especialista de Calidad en la Empresa de Conservas y Vegetales La Conchita, consideró una tarea inmediata acercarse a los jóvenes que forman parte de los nuevos actores de la economía cubana. Es preciso hacerlos sentir parte de la juventud cubana y de sus organizaciones, insistió.
Desde la tierra del mejor tabaco del mundo, San Juan y Martínez, Leidy Suco Escobar argumenta que para hacer atractivas las organizaciones estudiantiles es vital que cuenten con una estructura de dirección creativa y activa. Además, consideró esencial llegar hasta los barrios vulnerables y las comunidades en transformación.
La joven cataloga de importante, ante todo, debatir sin tapujos los principales problemas que hoy dificultan la vida de los cubanos, para llegar, entre todos, a posibles soluciones.
También desde la Casa de Altos Estudios vueltabajera, India Alejandra González Molina comenta la necesidad de que los movimientos, organizaciones e instituciones se parezcan al público al que se dirigen. «Es preciso crear los espacios para el debate, mostrar la realidad de forma objetiva y procurar la recepción crítica, la búsqueda de más versiones y fuentes de conocimiento».
Atemperarse a los momentos actuales
En medio del contexto mundial actual, de los efectos de las guerras y las crisis económicas (en el caso de Cuba marcada por el férreo bloqueo que impone
Estados Unidos hace seis décadas), ser eficientes con firmeza ideológica implica mantenerse fiel a los principios y valores, a la vez que se asimilan los cambios en la sociedad interna y en el mundo.
Esto significa no solo resistir las influencias negativas que acompañan a los procesos económicos, sino también tomar la iniciativa para influir positivamente en la sociedad y promover el bienestar común.
Sobre ese tema habla a Juventud Rebelde Veyrut Sánchez, también auditora de la Universidad Jesús Montané Oropesa, en Isla de la Juventud, para quien las redes sociales son hoy un campo de batalla clave para la lucha ideológica.
«Esas plataformas son una de las vías más utilizadas, por su alcance global y capacidad para conectar a las personas, lo cual las convierten en una herramienta poderosa para influir en las mentalidades, especialmente entre los jóvenes. Esta influencia no siempre es positiva. Es usual que las utilicen para tergiversar y manipular la realidad.
«Pero, aunque estos escenarios virtuales representan desafíos significativos para la firmeza ideológica, también ofrecen oportunidades para el crecimiento y el aprendizaje. Encararlos y equipar a nuestros jóvenes con los recursos necesarios es un imperativo para fortalecernos en el empeño de construir un futuro mejor, más informados y tolerantes», ponderó.
Para la joven vueltabajera Dayana Ruiz Acosta, delegada directa al 12mo. Congreso de la UJC por esta provincia, urge despojarse de los esquematismos y asumir los gustos y la idiosincrasia de la juventud actual, sin perder de vista el aspecto político-ideológico.
«Todo parte de un estudio sociológico para atemperarse a los tiempos actuales, teniendo en cuenta el panorama político al cual nos enfrentamos, dadas las agresiones y lo que dedica el imperialismo en subvertir a los jóvenes. Tiene que ser una prioridad trabajar para que usemos nuestros símbolos, esos que nos identifican como cubanos».
Sobre cómo dar la batalla en estos tiempos, González Molina apunta: «Precisamos coherencia y práctica, y eso implica adaptarnos a cada contexto y público específico. No se puede ir a hablar de política sin más a una comunidad que hace más de un mes no recibe agua, por ejemplo; sicológica y socialmente no están en condiciones de entender o sumarse a ese discurso; allí precisan de acciones que los lleven a entender la política y su necesidad».
El reto de comunicar mejor
En la era digital, los códigos comunicativos han evolucionado. Las organizaciones juveniles deben aprovechar las redes sociales y otras plataformas para llegar a sus públicos. También deberían emplear un lenguaje claro, acompañado de diseños atractivos e interesantes, que ayuden a captar la atención de los jóvenes.
A propósito, Veyrut Sánchez señaló que «debemos aprender a identificar la información verdadera y entender el contexto en el que se presenta la situación, para resistir los intentos de falsear nuestra percepción de la realidad y presentarlos con códigos propios, sobre todo visuales, con evidencias desde el lugar de los sucesos».
Es lo que González Molina resume en un principio del diseño gráfico: menos, es más. «Cuanta mayor claridad tenga el mensaje, mejor será su recepción; deben ser claros, precisos y pensados para el ciudadano promedio».
A eso le suma Veyrut Sánchez la forma en que nos expresamos, porque esta puede influir en la opinión de otros: «Debemos ser conscientes de nuestro rol en la formación de la opinión pública y utilizar nuestras voces para promover la verdad y la justicia».
Abreu Cordero destaca el valor de la exigencia sin perder la ternura: hablar menos y escuchar más, aunque sean puntos contradictorios, «porque sabemos que así es como se logra el desarrollo y la transformación»; y coincide con las demás entrevistas sobre la importancia de utilizar los códigos juveniles sin descuidar lo ético, lo estético y lo formativo.
No se puede hacer ideología desconociendo las raíces, la idiosincrasia o las condiciones reales de vida de las personas. Se hace ideología desde la participación y el debate, y, sobre todo, desde la construcción colectiva de un país que abre los brazos a su juventud y es cada vez más plural y diverso en sus ideas y modos de vivirlas.