Rosaly (la segunda de izquierda a derecha) integra la nómina del equipo de béisbol femenino de Sancti Spíritus. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 31/01/2024 | 08:49 pm
JATIBONICO, Sancti Spíritus.— Bastaba con dar el grito de «¡A jugar!» para que Rosaly González Rodríguez fuera la primera en llegar. Bate, guante y pelota en manos, se hizo adulta.
«Cuando cursaba el sexto grado, la profesora de Educación física convocó para un tope comunitario. Le pedí que me enseñara e hice equipo».
Vuelve a los días en que Cristales, localidad de Jatibonico cercada por caña, se convertía en un gran terreno de béisbol. Contaba las horas para que las tardes se sonorizaran con el bullicio propio del juego.
«Al principio en mi casa no me dejaban porque la pelota “no es cosa de niñas”. Entonces le pedía a mi abuelo, Domingo Rodríguez del Rosario, que dijera que íbamos juntos a jugar por ahí. Hasta que me descubrieron, y ya recibí todo el apoyo porque entendieron que me gusta mucho».
Sintió por esos días de «pelota de manigua», el dolor de un strike out que por unos minutos sacó de circulación a Rosaly González.
«No pude hacer las pruebas para matricular en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) porque tuve un accidente. Tras mi recuperación, seguí jugando en mi comunidad, con mis amigos».
Transcurrieron los tres años de uniforme amarillo y blanco. Al ingresar en el Centro mixto Raúl Galván, de Jatibonico, recibió una sorpresa a la velocidad de una recta de 90 millas.
«Miguel Hernández y Arturito Pérez, mis profes, fueron a la escuela a captar muchachitas para hacer la preselección del equipo de béisbol femenino de Sancti Spíritus. Me escogieron e hice nómina».
Desde entonces, de manos de una vocación definida y una disciplina admirable, va cada tarde al estadio de Jatibonico. Esa área, más que permitirle perfeccionar la técnica y entrenar, se ha convertido en su templo: «Me gusta estar preparada para cualquier llamado, por eso no dejo de entrenar».
Una divisa de vida que le trajo, con solo 17 años, una alegría personal indescriptible, y en cuestiones periodísticas, la convirtió en noticia en el Campeonato provincial de béisbol Primera Categoría en Sancti Spíritus.
«El entrenador del equipo de Jatibonico, Boris Gutiérrez Espinosa, me pidió que le ayudara con los papeles. Le dije que sí porque estoy dispuesta a estar junto a quien me necesite, y un día me pregunta si no aspiro a integrar la preselección. Acepté y logré formar parte de esa nómina».
¿Una mujer en un equipo masculino y en un campeonato provincial? Fue una de las tantas preguntas que corrió dentro y fuera de los terrenos deportivos de la provincia. Incluso la publicación de su foto en Facebook al debutar con el traje azul y amarillo se hizo viral en segundos.
Lo típico cuando se rompe con la norma. Sin embargo, la algarabía de opiniones encontradas se selló con la respuesta de Nelson Ventura, comisionado provincial de Béisbol en Sancti Spíritus, quien tras una llamada a dos miembros del comisionado nacional de ese deporte confirmó que, aunque se desconoce la presencia de otra mujer en una liga de pelota masculina en Cuba, no existe en papeles ninguna directiva que lo impida.
«En mi equipo jamás sentí ninguna mirada de reproche. Somos una gran familia. Todo el tiempo han demostrado felicidad», asegura la joven.
Debut de aplausos
Estadio Rolando Rodríguez, de Trinidad. Diciembre de 2023. Tiburones y jatiboniquenses viven su octavo inning. Sale al bate, como emergente, Rosaly González Rodríguez. Tras la cuenta de 2-2, se ponchó. El público aplaude. Recibe como trofeo la bola que le lanzaron. En los últimos minutos del juego se desempeña como primera base.
«Ese fue mi debut en la Liga provincial. Y aunque juego todas las posiciones, me he desempeñado en la tercera base, donde siento una adrenalina única porque casi todos los bateadores derechos dan el batazo por ahí. He tenido que asumir como primera base. Pero en lo que más me he desarrollado es como receptora.
«Cuando participé en el campeonato nacional de béisbol femenino en Ciego de Ávila, nuestra pícher no logró dominar y me pidieron que asumiera. Me trepé en el box y de ahí para acá me han utilizado bastante en ese rol».
Estadio Luis Torre, de Yaguajay: Jatibonico ha llevado hasta la lomita a todos sus lanzadores. Rosaly pide la pelota. Frente a ella, el sexto bate del equipo del norte espirituano. Bases llenas y un solo out. Bastaron tres lanzamientos. Un fly a segunda y el doble play borró todas las tensiones.
«Picheo por encima del brazo, pero no soy tan efectiva. Por el lado del brazo me siento más cómoda. Tiro curvas, rectas, cambios. Mis compañeros me dicen que así soy incómoda de batear. A varios los he logrado dominar».
Concluyó el Campeonato provincial de béisbol masculino en Sancti Spíritus, y Jatibonico, aunque con un mejor resultado que en otras ediciones, no logra avanzar a la vanguardia. Mientras, la pelotera no claudica en su disciplina de cara a la liga nacional de béisbol femenino, y quién sabe cuántas otras sorpresas en una carrera en ciernes. Bien sabe el abuelo que la niña de sus ojos tiene madera para triunfar.
«Pienso optar por la carrera de Cultura física y seguir vinculada al béisbol. Y aunque nunca se ha visto una mujer en la nómina de los Gallos, si un día permiten que la liga nacional sea mixta, me encantaría formar parte de ese equipo… Y ahí estará mi abuelo, quien vive para verme jugar pelota. Siempre me dice que eche pa’ adelante y luche por mis sueños, porque ya soy la campeona de la familia».