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Agregos

Luego de un largo tiempo retirado de la vida social a causa de una recuperación física, mi querido amigo Floro me ha escrito, como de costumbre, una interesante carta

Autor:

JAPE

Luego de un largo tiempo retirado de la vida social a causa de una recuperación física, mi querido amigo Floro me ha escrito, como de costumbre, una interesante carta. En la epístola, mi estimado cofrade comenta sobre algo que se ha hecho moda en la «gastronomía» cubana:

«Ponderado JAPE, he descubierto que se ha expandido una nueva peculiaridad en las ofertas de los puntos de venta de fiambres y cafeterías, tanto estatal como particular, digo, si mereciera la pena hacer esta salvedad, porque como diría mi abuela: ¡ya todos cojean de la misma pata!

Desde tiempos de antaño, cada plato tenía un nombre y una conformación que lo distinguía, y de tal modo se hacía merecedor de un precio fijo y asequible. Lo de asequible ya no merece la pena mencionarlo, pero lo de fijo ha tomado diversos niveles a partir de los nombrados agregos.

Por ejemplo, el sándwich de jamón y queso, siempre llevó pepino encurtido, mostaza, mantequilla…

La hamburguesa, o hambergue, llevaba queso, kétchup, mostaza… y era de carne, notoria carne de cerdo o res. Ya sé que lo de notoria carne puede parecer una burla, como decir que también este bocadillo puede «salir» con una hoja de lechuga o una rodaja de tomate; pero así era.

Si usted no quería algunos de estos ingredientes se lo hacía saber al fritero o dependiente: ¡Por favor, sin queso la hamburguesa! ¡Por favor, no le eche encurtido a mi sándwich! ¡Mi pizza con poco queso! Hubo (y hay en el mundo exterior, valga la redundancia) lugares donde ciertas salsas, tales como el kétchup, la mostaza, mayonesa, picantes o la mantequilla, permanecen en las mesas o en un estante para que usted lo agregue a su gusto. ¡Nadie añade precio a su oferta por eso, que ahora llaman «agregos»!

Pero el agrego va más allá: Pizza doble queso… ¿Queeé eso? Si lo que le suman es media cucharadita de queso de dudosa calidad, al igual que el jamón, chorizo, cebolla, pimiento, entre otros inventos y engaños para casi duplicar el precio…

Se imaginan que llegues con una herida de medio metro en una pierna al hospital y que el médico de guardia te diga: «ya la limpié y le eché un poquito de yodo, si lo desea le puedo echar más yodo, y si gusta le puedo agregar unos puntos quirúrgicos, y también, si lo desea le agrego gasa y esparadrapo» ¿Le parecería bien, aunque fuera sin fines de lucro?

El arquitecto que le sugiera: «Ya está el plano de su vivienda, con dos columnas. Si quiere, le agrego tres columnas más, dos arquitrabes, e incluso, si lo desea, puedo agregar otra pared de carga y unos capiteles a las columnas». Y usted, incrédulo, le pregunta: «¿Y podría ir sin todo eso?». Y el especialista le responde: «Sí, pero ya no sería una casa, sino una choza». Para no decir una mierda.

Los licenciados, escribanos y letrados podríamos hacer textos y entregar dos párrafos y ofrecerles a los lectores la posibilidad de agregos de adjetivos, signos de puntuación, suspenso en la trama, palabras rebuscadas y otro galimatías en la prosa, por un simple precio adicional al costo del artículo o libro.

No sé qué piense usted, querido JAPE, acerca de lo que le trato de explicar… Si lo desea, puedo agregarle más ejemplos.

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