Walter Baluja García ministro de educación superior. Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 01/07/2023 | 06:31 pm
En los momentos actuales las universidades y sus centros de investigación son imprescindibles para el desarrollo del país y su resistencia, aseguró el Doctor en Ciencias Walter Baluja García, ministro de Educación Superior, en entrevista exclusiva concedida a JR.
«Ello, por supuesto, ha tenido resultados positivos y tropiezos, como todo, pero concebir un sistema de Gobierno basado en la ciencia y la innovación y situarse el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez al frente de su implementación, es realmente un momento excepcional, que por suerte nos ha tocado vivir.
«Es cierto que era habitual escuchar a los que hacían ciencia en las universidades quejarse de que sus investigaciones no se aplicaban, que eran poco reconocidos sus resultados, sin embargo, ahora la Educación Superior y sus entidades de ciencia e innovación están en el centro del sistema de trabajo del país.
«En este período también se empezaron a gestar empresas de interfaz de ciencia y tecnología que ayudan a establecer un enlace contractual, flexible, entre las entidades de la Educación Superior, otras que hacen ciencia y el sistema empresarial cubano, mecanismo que no descarta que los Gobiernos e instituciones a nivel provincial y municipal las utilicen, incluso las micros, pequeñas y medianas empresas (mipymes).
«Hay buenos ejemplos de estas alianzas, como BioCubaFarma y la Universidad de La Habana, la cual tributa a la salud de la población cubana, y también de las universidades con empresas y Gobiernos de varios territorios. Todo esto es una estimulación importante en momentos en que se requiere de motivaciones adicionales para seguir sirviendo al país y a la Revolución», destacó.
—Es conocido el ataque constante a la Revolución a través de las redes y la dirección de estas influencias hacia los jóvenes. ¿Cómo asume este reto la universidad cubana?
—Uno de los ejes fundamentales de agresión del Gobierno de Estados Unidos, y de las fuerzas contrarrevolucionarias en general, son nuestros jóvenes, y el desarrollo que tienen las plataformas digitales sirve de espacio para tratar de ejercer una influencia fuerte sobre toda la población, pero en especial sobre estudiantes y profesores universitarios, e incluso adolescentes de enseñanzas precedentes, también altos consumidores y generadores de contenido de esas plataformas.
Nuestro reto permanente es mantener la calidad de la formación del futuro profesional y que nuestras universidades sean cada vez lo más pertinentes posible, dijo Baluja García. Foto: Claudia González Corrales/ ACN
«Creo que una de las mayores fortalezas del país es el talento humano que hemos forjado y hay que utilizarlo en el sentido de fortalecer nuestra presencia en las redes, sin olvidarnos de que lo fundamental está en el ámbito real, el principal espacio de formación e influencia para un revolucionario.
«Un profesor universitario, en nuestras aulas, talleres, laboratorios, en el proyecto extensionista en la comunidad, con los estudiantes en la fábrica, en el surco… puede utilizar esos escenarios para lograr una formación lo más integral posible, y además trabajar mucho con un valor que tiene que ver con la comunicación, que es la ejemplaridad.
«Por eso se ha prestado mucha atención a la superación del claustro, porque la principal motivación de un profesor debe ser observar la evolución de sus estudiantes, y su principal premio, formar profesionales comprometidos con el trabajo para el desarrollo del país.
Baluja García subrayó cuánto se ha aprendido en las universidades a trabajar en las plataformas digitales: «Hemos avanzado mucho en algunos frentes y hay otros en los cuales debemos avanzar, porque un espacio que no ocupe la Revolución lo toma el enemigo, o simplemente se utiliza para intercambiar desaciertos en lugar de valores.
«El estudiantado universitario y las organizaciones juveniles y estudiantiles tienen el alto reto de seguir utilizando estas plataformas digitales de manera pertinente.
«Tenemos los observatorios sociales de las universidades, espacios en las redes para estar al tanto del criterio de trabajadores y estudiantes, sus principales inquietudes, desde el almuerzo hasta los problemas docentes.
«Creo que tenemos mucho por hacer para que la comunidad universitaria y toda la población realice un consumo inteligente de los contenidos de las redes, que aprendan a discriminar lo vulgar, tonto, vacío y desacertado, y a disfrutar lo que transmite valores, cultura, con la proyección de nuestras necesidades.
«Eso, llevarlo al aula, al colectivo de trabajadores, es complejo, porque las plataformas tienen una dinámica, y el enemigo tiene muchísimas facilidades para hacerlo. Si alguna debilidad tenemos es que todavía no hemos llevado ese pensamiento crítico a toda la actividad universitaria.
«Los procesos sustantivos están automatizados, funcionan en las universidades a través de las plataformas digitales, y tenemos una experiencia de generación de contenido para influir sobre la comunidad universitaria. Creo que es una buena manera de oponerse a lo que pretende el enemigo», apuntó.
—Los cambios en el calendario docente con motivo de la pandemia, ¿se mantendrán o regresarán al habitual?
—La pandemia cambió las rutinas tradicionales en muchos aspectos de la sociedad, y eso también sucedió en las universidades. Los problemas logísticos y de movilidad se afectaron y muchas de nuestras instalaciones sirvieron de centros de aislamiento y hospitales de campaña mientras la comunidad universitaria realizaba múltiples tareas para la sociedad. Por esa razón se modificaron los programas de estudios y se utilizaron las nuevas tecnologías para llevar los contenidos de las clases.
«Todo ello produjo un corrimiento del calendario docente, y todos los organismos formadores dieron el visto bueno para ajustar el curso al año fiscal. Eso nos dio algunas ventajas, como hacer corresponder el calendario docente con la planificación económica, los procesos de evaluación de docentes y otros tantos... Sin embargo, ya estamos en la pospandemia y estamos haciendo un análisis de las ventajas o no de mantener ese calendario.
«Este curso, el primero después de la COVID-19 con todas las semanas correspondientes a un año docente normal, prácticamente va a transcurrir dentro del año fiscal, aunque comenzó en abril. El próximo iniciará en febrero y luego se decidirá qué hacer.
«Hay un grupo de trabajo donde participan, además del Ministerio de Educación Superior (MES), el resto de los organismos formadores, como los ministerios de Cultura y Salud Pública, así como el de las Fuerzas Armadas y el de Interior. Y principalmente el Ministerio de Educación (Mined), fuente de los estudiantes que aspiran a pasar a la Educación Superior y la coordinación con ellos es imprescindible.
«Ahora mismo tenemos las pruebas de ingreso en octubre y habrá un período en que tendremos que organizar de conjunto actividades para atender a esos estudiantes, que pasarán un tiempo sin clases hasta febrero. También se realizaron coordinaciones para el ingreso al Servicio Militar de los varones que accedan a carreras universitarias», puntualizó.
—Usted es ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica, ¿por qué elegir la docencia y no trabajar en su especialidad?
—Siempre me gustó la investigación sobre las nuevas tecnologías y los aspectos que tenían que ver con la Ciberseguridad, y apareció la oportunidad de impartir clases en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), cursos vinculados con esas temáticas y otras. Allí di pregrado, posgrados y maestrías en coordinación con empresas.
Aunque el Doctor Baluja García también asumió diversos cargos de dirección en la Cujae y fue rector de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), así como director nacional de Informatización del MES, confiesa que prefiere la docencia.
«Siempre combiné la investigación y la dirección con la docencia, que considero un momento de relajación y esparcimiento, porque el contacto directo con los jóvenes no tiene comparación: se aprende mucho con los estudiantes, y cuando ves la evolución de los muchachos, cuando te los encuentras luego con responsabilidades profesionales, es muy enaltecedor», destacó.
—Y como persona dedicada a las nuevas tecnologías, ¿cómo considera su desarrollo en las universidades?
—Sin dudas, la educación en general, y la superior en particular, ya no se conciben sin el uso de las nuevas tecnologías. La situación del bloqueo y de la pandemia ha dañado mucho la infraestructura de las universidades, centros de investigaciones y de estudios. Dentro de esos daños se incluyen las tecnologías, pero se hace un esfuerzo grande para trabajar, de la mejor manera, con lo que tenemos.
«Hemos logrado grandes avances en los últimos años en los anchos de banda de internet en las universidades, los servicios en las plataformas universitarias y las redes sociales, pero estamos insatisfechos con muchas cosas. La conectividad está en muy buen momento, pero aprovecharla implica tener mejores laboratorios y equipamientos personales de acceso.
«La colaboración internacional ha permitido en algunos casos ir mejorando esa infraestructura y se ha incorporado a los procesos de formación de pregrado
y posgrado. Confiamos en que, en la primera oportunidad que exista, vamos a acceder a financiamiento para ir mejorando todo paulatinamente.
«No obstante, se aplica mucho, gracias a la conectividad en todas las instituciones, la incorporación de los dispositivos personales. Eso es algo habitual en todo el mundo, que el usuario traiga su equipo y se incorpore a la red. Sin embargo, para nosotros es imprescindible aún, para garantizar igualdad de acceso a los servicios de contenido y de formación, que nuestras aulas y laboratorios posean la mejor infraestructura, tanto para estudiantes como para miembros del claustro».
—La Educación Superior cubana tiene una amplia tradición de relaciones con otros países. Usted acaba de regresar de la Federación de Rusia, ¿qué nos puede referir al respecto?
—Para el desarrollo de los procesos universitarios son imprescindibles las relaciones internacionales, no solo porque permiten observar nuevas experiencias, sino por convenios que se establecen para el reconocimiento de los títulos y la elaboración de proyectos conjuntos de posgrados e investigaciones.
«La pandemia interrumpió muchas de esas relaciones, muy fuertes, con un grupo de países que ahora estamos tratando de recuperar. Tenemos previsto realizar encuentros de rectores con España, México y Alemania, los tradicionales. Entre los pasos más novedosos está un intercambio reciente con autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, y el regreso a las conversaciones con Rumanía y Hungría, suspendidas hace muchos años.
«Con Rusia tenemos convenios para la formación en pregrado y posgrado, y conversamos para hacer más eficiente ese proceso de becas y mejorar las condiciones de vida de nuestros estudiantes allá. También destaca el interés de ellos por abrir cátedras del idioma español que se habla en Cuba y centros referidos a nuestra cultura nacional.
«En el próximo mes de septiembre será el encuentro de rectores, pues tenemos la intención de que los convenios sean entre universidades. Tenemos varios acuerdos de ese tipo.
«Hay temas de interés común, como energías renovables, uso de la inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, digitalización y calidad de la Educación Superior... así como uso y enseñanza de las ciencias básicas. Esto último resulta interesante: cómo países con otro desarrollo tienen preocupaciones similares a las nuestras.
«También destacan la vinculación de los estudiantes universitarios a la solución de los problemas de la sociedad, en qué emplean el tiempo libre, el uso de las redes sociales y la calidad y pertinencia de la Educación Superior, que para nosotros siempre han sido aspectos fundamentales».
—Cuando comenzaron las adecuaciones del curso escolar por la pandemia, prácticamente se había empezado a implementar el Plan de Estudios E. ¿Cómo valora usted su ejecución?
—El cumplimiento de los objetivos del plan E no se puede medir hasta que no tengamos varias generaciones de graduados. Sin embargo, para las modificaciones necesarias por la pandemia, el modelo que propone constituyó una fortaleza, por su concepción de ser flexible.
Las universidades y sus centros de investigación son imprescindibles hoy para el desarrollo del país, aseguró el Doctor en Ciencias Walter Baluja García. Foto: Tomada del Periódico Guerrillero
«Ahora estamos inmersos en un grupo de ejercicios de certificación de ofertas de posgrado y universidades donde ya se empiezan a ver los resultados de haber implementado el plan E. Tenemos la certeza de que este curso y el próximo, que se van a desarrollar con mayor regularidad, nos permitirá tener nuevos criterios sobre el plan, y si fuera necesario, hacerle ajustes sobre la marcha.
«Por otra parte, la Educación Superior también evoluciona, y durante el período pandémico adquirimos nuevas experiencias y fortalezas. Hemos aprendido a diversificar los escenarios de formación y dar facilidades para incorporar más personal de la producción y los servicios a la formación profesional, así como aplicamos, en la medida de las posibilidades, la preubicación laboral.
«En el afán de la Educación Superior de lograr mejoras continuas, tenemos la aspiración de ir a la formación de competencias de los estudiantes, y eso va a responder a la visión de la continuidad de estudios para toda la vida.
«Hoy se está trabajando a partir de las indicaciones del Partido, emanadas de su 8vo. Congreso, en una concepción de perfiles de competencias genéricas adecuados para los cuadros en nuestro país, que no se forman solo en el posgrado, sino desde que están en las aulas universitarias. Eso será de manera gradual, pero nos obliga a una evolución del plan E, y en ese momento estamos.
«Nuestro reto permanente es mantener la calidad de la formación del futuro profesional y que nuestras universidades sean cada vez lo más pertinentes posible, para responder a la confianza de la dirección del país al concebir la participación de la Educación Superior en los planes de desarrollo, y también para responder a las expectativas de la población con respecto al sistema educativo cubano», concluyó.