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Ni cigüeñas ni cuentos de hadas

Los adolescentes constituyen una población de riesgo por el inicio temprano de las relaciones sexuales, muchas veces sin conocimientos elementales sobre anticoncepción. El tema fue abordado en el 1er. Congreso Internacional sobre Infancias y Adolescencias Creciendo al Futuro

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Nuevas familias, nuevas tecnologías. Nuevos adolescentes, nuevos problemas. Y más que problemas, necesidades, carencias, sueños, frustraciones...

Obviamente, el mundo actual está signado por disímiles cambios que también influyen al interior de las familias, y de manera especial en los más vulnerables, que son, con frecuencia, los adolescentes.

¿Cómo lidiar con ellos? ¿Cómo prepararnos para una convivencia armónica? ¿Cómo convertirnos en amigos y no en censores cuando de sexualidad se trata? ¿Cuáles son los grandes retos que Cuba, como sociedad, debe enfrentar en el ámbito de la salud, con el objetivo de lograr un mayor bienestar en nuestra población adolescente?

La reflexión se suscitó durante la conferencia impartida por la especialista de 2do. Grado en Pediatría Francisca Cruz Sánchez, de la Comisión Nacional de Salud para la Atención Integral a Adolescentes, del Ministerio de Salud Pública (Minsap), durante el Primer Congreso Internacional sobre Infancias y Adolescencias Creciendo al Futuro, celebrado entre el 28 de mayo y el 2 de junio en Varadero, Matanzas.

Establecer normas en función de los valores que promulgamos y, unido a ello, determinar límites, constituyen los primeros pasos que damos, quizá, en perfecta sincronía con los objetivos de nuestras crianzas en el entorno familiar y escolar.

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Para la Organización Mundial de la Salud, adolescente es todo individuo en edades comprendidas entre los diez y 19 años, aun cuando la temprana juventud empieza entre los 15 y 19.

Es un período de la vida en el que se disfrutan muchas cosas, pero se lidia también con complejos, rebeldías, dificultades en la auto aceptación, bullying, trastornos emocionales de todo tipo, cambios físicos y autoconocimiento, entre otros procesos, recordó la también Máster en Atención Integral al Niño.

«Desarrollamos recientemente una exploración con una muestra intencional de casi 800 adolescentes entre 15 y 19 años, en los cuales predominó una valoración de la etapa y autovaloración positiva, lo cual es indicador de sentirse bien consigo mismos. La COVID-19 los impactó, sobre todo porque no podían ir a fiestas y por el distanciamiento de sus amigos. Sin embargo, en sentido general, les agradó estar más tiempo con sus padres.

«No pocos consumen sustancias tóxicas legales e ilegales, dentro y fuera de la escuela. Explican que sus padres y amigos también lo hacen, como es el caso de fumar o beber alcohol, lo que responde a una conducta imitada que puede eliminarse. La frecuencia varía de acuerdo con la sustancia consumida, y en dependencia de que se lo regalen o tengan dinero para comprarlo. Muchos creen que no provocan daños estas sustancias», reveló la especialista.

Es preocupante lo relacionado con aspectos de su Salud Sexual y Reproductiva (SSR), en tanto persisten los embarazos no planificados, la recurrencia a interrupciones por métodos invasivos, la maternidad en soltería en esas edades.

«Todo ello los ubica como una población de riesgo en cuanto a la tenencia de relaciones sexuales y de pareja, porque sabemos, por estudios realizados, que se inician muy temprano en ellas y no siempre poseen los conocimientos elementales sobre anticoncepción.

«Las situaciones más complejas se localizan en las provincias de Granma, Las Tunas, Guantánamo, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, con tasas de fecundidad adolescente muy por encima de la media nacional. Estadísticas del Minsap confirman, además, el incremento entre adolescentes de algunas ITS como la gonorrea y el condiloma acuminado.

«Un por ciento significativo de nuestros adolescentes, según nuestra exploración, no se protege con ningún método porque manifiestan sentir confianza en su pareja, o creen que la primera vez no implica peligro. Razones que denotan la fantasía típica de esas edades, en las cuales incluso cualquier historia que alguien con mayor conocimiento y experiencia les haga para convencerlos, gana».

Pero no son tiempos de cigüeñas ni de cuentos de hadas en esa etapa de la vida, precisó Cruz Sánchez. Increíblemente, muchos de los adolescentes entrevistados visualizan su matrimonio como un proyecto a desarrollar después de los 25 años, sin que por sus mentes asome la idea de que, sin una actitud responsable en sus relaciones sexuales, hasta el nacimiento de un bebé puede variarles ese «cronograma».

Desde su experiencia, maneja evidencias de altos indicadores en torno al aborto en la adolescencia, e insiste en que es necesario reforzar toda estrategia de comunicación que lleve implícitas las demandas de este grupo poblacional.

Cuba tiene una tasa global de fecundidad baja, similar a la de los países
desarrollados, afirmó Cruz Sánchez, «y aunque la tasa de fecundidad adolescente es de las más bajas en la región, no
resulta lógico que no se comporte también como la de los países desarrollados, teniendo en cuenta las características de nuestro sistema de salud y de educación».

«Es un verdadero desafío de la salud sexual y reproductiva a nivel internacional, no solo es una realidad en Cuba,  pero para nosotros es una prioridad trabajar sin cesar para que nuestros adolescentes estén informados sobre sus derechos sexuales y reproductivos, y que no solo estén disponibles  los medios anticonceptivos para su uso, sino que ellos sepan usarlos y lo hagan de manera consciente.

«Justamente el Programa Nacional de Atención Integral a la Salud de Adolescentes propone incrementar su cobertura con un enfoque de género, para elevar calidad de vida a partir de una participación activa de sus destinatarios, la familia y la comunidad, y con la cooperación intersectorial».

Requiere este Programa una labor intensa y sistemática de perfeccionamiento, sobre todo a partir de la capacitación y sensibilidad de los promotores de salud y los médicos y enfermeras de la familia, que son el primer nivel de atención de nuestro sistema de salud y el más cercano a nuestros adolescentes en sus entornos cotidianos, añadió.

Una de las acciones desarrolladas ha sido el taller de estándares de calidad de servicios médicos a adolescentes, con énfasis en la salud sexual y reproductiva, ya realizado en varios municipios del país con el fin de evitar el embarazo precoz y las ITS en edades tempranas.

«Este proyecto comenzó hace dos años y lo hemos llevado a Las Tunas, el municipio capitalino de San Miguel del Padrón, el territorio cienfueguero de Cumanayagua y Buey Arriba, en Granma. Con esta iniciativa se aboga por proveer de herramientas eficientes al personal de salud que trabaja con el público adolescente.

En encuentros organizados como parte del taller constatamos que los servicios de SSR para ellos deben ser más accesibles, de calidad y ajustados a las demandas de estas edades, refirió Cruz Sánchez.

«Difícil atraer a un adolescente al espacio donde toda la comunidad accede y puede conocer de sus problemas... Es preferible conveniar lugares de mayor complacencia para que ellos se sientan cómodos y el personal de la salud
pueda conversar, no ir en tono de sermones o regaños.

«No siempre la comunicación entre nuestros adolescentes y sus padres es la mejor, y prefieren legitimar lo que un coetáneo les dice. Por ello, en las escuelas también debe propiciarse el ambiente idóneo para hablar de estos temas y los docentes deben recibir la preparación necesaria para ello. Es un esfuerzo compartido el que debemos desplegar», afirmó.

Que los mismos adolescentes participen en el diseño de los servicios habilitados para ellos es primordial, y que la confidencialidad predomine, agregó.

«Se ha avanzado mucho en las zonas rurales, pero se constata que en ellas la mayoría de las mujeres no trabajan, no se reincorporan a los estudios si fueron madres en la adolescencia y, con frecuencia, a temprana edad protagonizan uniones de hecho con hombres mucho mayores, lo cual incide en gran medida en las situaciones anteriores.

«Y aunque en no pocos casos encontramos que ese embarazo ocurrió en un entorno familiar disfuncional o de bajos ingresos, no es menos cierto que se ha registrado en realidades más favorables, por falta de comunicación, de conocimientos y, en especial, de autoconfianza».

Reconoció la doctora Cruz Sánchez que en algunas regiones del país persisten dificultades con el acceso a los servicios de anticoncepción, regulación menstrual y aborto, y que no siempre existe una alta disponibilidad de medios anticonceptivos.

No obstante, reflexiona, las estadísticas no eran extraordinariamente diferentes cuando existía una mejor disponibilidad, lo que denota que algo falla en esa cadena tan importante de acciones de promoción de salud y educación, así como de comunicación familiar.

«Urge ocuparnos más y mejor de lo que nos preocupa, y contribuir a que la adolescencia sea esa bella etapa de la vida que todos y todas deseamos recordar, alejada de contratiempos perfectamente evitables».

 

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