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En Sancti Spíritus cortes con arte

Un grupo de amigos, en su mayoría jóvenes, impulsa un proyecto de desarrollo local sin precedentes en el territorio, en el que funden los servicios de peluquería y barbería con expresiones artísticas

 

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS. No fueron pocos los curiosos que se detuvieron pasadas las diez de la noche frente al caramelo giratorio ubicado en una de las esquinas del parque de Jesús, de la urbe del Yayabo. «Son unos locos», dijeron varios al comprobar que en el interior del pequeño local se ofrecían, hasta cerca de la madrugada, servicios de peluquería y barbería.

 «Dos años antes de la llegada de la COVID-19 demostré que en Sancti Spíritus también se puede extender este trabajo hasta ese horario, recuerda Jean Morell, joven emprendedor, líder del salón con igual nombre y de unos cuantos sueños. Las personas poco a poco se adaptan cuando saben que tú estás ahí con un servicio que puede ser de su agrado».

 Así inició su paso profesional este joven espirituano, quien descubrió el oficio de las tijeras, peines, secadores y cuchillas con apenas 15 años.

 «Hubo un tiempo en que trabajé mucho, después lo dejé, volví y luego lo abandoné. Pero hay una verdad: en este trabajo tienes que ser constante porque así es como logras formar clientes, amistades… Aunque realmente es muy fuerte».

 Motivado por aprender mucho más y conquistar otros horizontes, cargó una maleta y vivió durante cinco años en Ecuador, donde perfeccionó junto a su maestro las diferentes técnicas.

 «Allá solo trabajé barbería y peluquería. Conocí otras realidades, pero decidí regresar porque como Cuba no hay nada».

 Fue entonces que Jean Morell plantó su negocio en una de las áreas más visitadas del consejo popular de Jesús María, uno de los sitios más antiguos de la villa espirituana. Rompió con estereotipos de género. «Atendemos a mujeres y hombres», acota, y echó a volar otros muchos anhelos.

El proyecto de desarrollo local fusionará los servicios de peluquería y barbería con las artes.Foto: Lisandra Gómez Guerra.

 «Al ver los resultados de ese primer arrendamiento, pensamos emprender un proyecto de desarrollo local en la edificación de la Iglesia de Jesús, que desde hace años está en ruinas. La idea era devolver la vitalidad a la construcción para que naciera ahí un espacio novedoso. Después nos enamoramos del Renacer, un salón de belleza insigne de la ciudad de Sancti Spíritus, pero también desde hace un buen tiempo con visibles problemas en la edificación. Sucedió con una visita aquí del Ministerio del Comercio Interior (Mincin). Nos propusieron que la gran idea la lleváramos a ese lugar, ubicado en el bulevar de la urbe. Dos años y medio después, ya estamos más cerca de lo anhelado».

 Habla con total dominio de factibilidad económica sobre el proyecto de desarrollo local Renacer, una visión integradora de la estética del arte. Es algo sin precedente en la tierra del Yayabo, al fusionar los servicios de la peluquería y barbería con las manifestaciones artísticas. Junto a él, otros dos amigos, José Meneses y Maikel Ramos, impulsan una idea que generará empleo a una treintena de espirituanos.

«Es un reto muy grande, un verdadero sueño en el que paso a paso hemos logrado avanzar. Lamentablemente, la peluquería y barbería se conciben aquí en Cuba como exclusivo de los servicios, algo frío. Sin embargo, nuestra aspiración es que se convierta en un arte vivo, personal.

«De ahí que contaremos con diversas opciones, desde peluquería, barbería, un pequeño gimnasio —más bien biosaludable—, faciales, masajes, sauna… Y vamos a tener una cafetería con espectáculos artísticos todas las noches. Ahí es donde entra José, quien dirigirá toda esa área. Empezaremos a las ocho de la mañana hasta la medianoche y los fines de semana hasta las dos de la madrugada».

—¿Cuántos obstáculos han encontrado en el camino?

—Ha sido difícil, pero vale la pena. Los principales tropiezos han estado relacionados con la documentación. Chocamos muchas veces con el tema de la factibilidad económica. Tuvimos que hacerla tres veces porque es un gasto muy grande.

«La inversión está montada en cerca de 12 millones en moneda nacional, y en MLC casi llegamos a 30 000. En el Gobierno se nos hizo un préstamo significativo y el resto lo asumió el Banco Popular de Ahorro (BPA). En contrato tenemos establecido el tiempo en que debemos devolver esos montos».

—¿No resulta arriesgado?

—Es una buena opción. A mi juicio, como titular del proyecto, creo que muchos jóvenes desconocen los beneficios de apostar por un proyecto de desarrollo local. Inicias con un capital que no tienes y que en un tiempo pactado devolverás, pero si trabajas tendrás ganancias. Así funciona en el resto del mundo.

—¿Cómo lograr ser viables cuando los insumos de los servicios que ofreces no están en un mercado mayorista?

—Disminuyo costos con la utilización de productos naturales. Fuera de Cuba es lo que más se busca y aquí es lo contrario. En las farmacias hacen un champú muy bueno porque no es ni alcalino, ni muy ácido y equilibra el pH del cabello. También encontramos productos en Labiofam. Pero sí, resulta muy engorroso encontrar materias primas.

—¿Cuál ha sido la clave del éxito de Jean Morell que hoy ya puede materializar su expansión?

—La atención al público. El perfeccionamiento en el servicio, que poco a poco lo logras. La calidad con que trates a cada una de las personas que confían en ti para lograr un cambio es la clave. Hay que saber cómo la gente quiere ser atendida, que no siempre es como tú deseas. No puedes olvidar que la prioridad es ella o él».

En espera de la licencia de construcción para borrar las huellas del deterioro del local sede del proyecto, Jean Morell y sus amigos no se cruzan de brazos. Él alterna el día entre el salón, ubicado en Jesús María, el corre-corre para impulsar la documentación final y así poder arrancar con las transformaciones de la edificación y las enseñanzas del oficio al resto de la familia, incluida su hija adolescente.

«No podemos hablar de una fecha exacta para la inauguración. Pero sí tiene que salir antes de fin de año… para no decirte que soñamos tenerlo listo para octubre».

En el salón de belleza de Jean Morell se rompen los estereotipos de género. Foto: Lisandra Gómez Guerra.

 

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