Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sendero que se renueva

Apegado a la memoria histórica, la unidad, el trabajo y los sentimientos compartidos se construye el presente de Cuba, garantía de un futuro mejor

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

Santiago de Cuba.— Cuando cada mañana el sol da su primer abrazo a los trillos de la finca Bella Vista, en la carretera hacia el parque Baconao, Evin Blanch Chacón sale a conquistar su tiempo y piensa en su abuelo Rolando, el hombre que le enseñó que solo el sudor y la dignidad salvan.

Se sabe responsable de prolongar sus prisas y anhelos de campesino, como socio fundador de ese referente del movimiento cooperativo indómito que es la cooperativa Seguidores de la Generación del Centenario. De sus desvelos por sacarle a la tierra los frutos. De las madrugadas para el ordeño y el adecuado manejo del ganado, más la atención «con cariño» a las colmenas.

A punto de cumplir 30 años, Evin asume hoy otras labranzas como ideológico del comité municipal de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, (ANAP), sin descuidar sus deberes en la finca, y avanza por el mismo camino que el legendario Paquito, ícono del campesinado santiaguero y presidente de la cooperativa Abel Santamaría, quien le enseñó a andar sus primeros pasos en este mundo del movimiento campesino.

En su cotidianidad de atender estructuras anapistas, lleva las máximas de su octogenario abuelo Rolando: «Solo del sacrificio nacen los resultados», y «El orgullo vale cuando es hijo del sudor».

Solo del sudor y del trabajo nacen los frutos del bienestar común, una máxima de su abuelo Rolando, que Evin Blanch Chacón (al centro) materializa todos los días. Foto: Odalis Riquenes Cutiño. 

«Hoy toca producir», reitera, y ante ese reto se empeña, busca alternativas y usa las herramientas de su tiempo para continuar la defensa del bienestar que aún sueñan sus antecesores.

La historia de Evin Blanch Chacón es alegoría y realidad multiplicada en la Cuba de hoy, en la que la idea de la continuidad es legado que se renueva.

Ideal en sucesión

El sendero sigue siendo el de los padres fundadores de la nación, forjadores del anhelo de una patria libre y soberana, justa, solidaria y próspera. En esa travesía cambian las épocas, los líderes, pero se mantienen las esencias.

El andar de Cuba lo atestigua su historia en la sucesión del mismo ideal con un remplazo generacional sin rupturas. Las convicciones del padre Varela insuflaron determinación en la generación de Céspedes, que fue flama en horas difíciles para Martí mientras preparaba la Guerra Necesaria. Luego Fidel asaltó el Moncada buscando hacer realidad los preceptos martianos, e inspiró a Frank y José Antonio a ofrendar sus vidas. Hoy todos son paradigmas de los actuales jóvenes para salvar a Cuba en cualquier escenario de confrontación.

A menudo suele recordar esas etapas la ingeniera Beatriz Castillo Morell, cuya historia profesional es la del reacomodo de los sueños, la búsqueda de alternativas sin perder la vocación ni el gusto por ser útil, y menos las ansias de empinarse, avanzar.

A finales de los 80, graduada con título de oro en la antigua Unión Soviética, llegó a ese coloso que era la Textilera Celia Sánchez Manduley,  dispuesta a consolidar un futuro de progreso y tecnología que menos de un lustro después le arrebató el período especial.

Cuando la caída del campo socialista se tradujo en escasez de materia prima, incertidumbre y redimensionamiento, puso a prueba su capacidad de adaptación encabezando brigadas en la recogida de café, la siembra de tomate, la venta como materia prima del equipamiento desmantelado. Incluso volvió a la universidad como estudiante y profesora, y décadas después continúa fiel al sector.

«Sigo aquí porque amo mi profesión. Todas las dificultades vividas nos han formado con rigor», recalca, mientras habla de sus nuevas batallas al frente de la Gran Fábrica Textil Las Marianas, el más grande de los establecimientos de Confecciones Costa, en Santiago de Cuba, donde el arrojo de muchas mujeres se impone a las carencias y la obsolescencia tecnológica, y trabajando sin horario garantizan la entrega de producciones como los uniformes escolares.

Ese modelo de disciplina, amor al trabajo y empeño por superarse es seguido por su hija Bettsy Senón Castillo, estudiante en 5to. año de la especialidad de Ingeniería Industrial en la Universidad de Oriente, decidida a graduarse como profesional preparada y competente, quien ya aporta su visión fresca al desenvolvimiento de procesos industriales en la ciudad heroica, sin que ello le impida estar en cuanta tarea la necesite.

Como voluntaria en la fase III del candidato vacunal Abdala, Bettsy Senón Castillo prolonga la decisión de estar entre los primeros, que aprendió de su madre Beatriz Castillo Foto Miguel Rubiera (ACN)

En estos días de pandemia, la comunidad de petrocasas La Risueña ha sido testigo de su callada entrega. En tenis y gorra, desafiando el sol inclemente, se le ve recorrer el reparto mañana y tarde, haciendo malabares con las muchas jabas de alimentos para los vulnerables del barrio.

Con la misma disposición con que asume cada cola para comprar el pollo o el módulo que necesitan los viejitos y enfermos, puso también su brazo como voluntaria en el ensayo clínico del candidato vacunal Abdala: «Si puedo contribuir, por qué no hacerlo», dice, convencida de que también entre los de su generación es algo natural aportar, estar entre los primeros, como le enseñaron sus padres.

Madre e hija son solo un binomio entre los millones de cubanas y cubanos que sacan adelante el país cada día, con carencias económicas, pero también con sueños y realizaciones. Su andar hace tangible ese llamado a compartir riesgos, sacrificios, objetivos, ideas, conceptos y estrategias, que al decir del General de Ejército Raúl Castro Ruz, define nuestra unidad.

Es la misma convocatoria que nos ha enseñado la importancia de mantenernos juntos, de sumar voluntades en torno a la patria. Lecciones que son savia y certeza: defender lo logrado por nuestros antecesores es la única manera de estar a la altura de su ejemplo, aunque nadie olvida que mantener las ideas que nos han traído hasta aquí en un contexto de agresiones, bloqueo recrudecido, pandemia y crisis económica, es desafío alto.

Cuba está llamada a realizar transformaciones, y las está haciendo, no para abandonar la marcha emancipadora con que se ganó la admiración y solidaridad de otros pueblos, sino para reforzarla ante los nuevos retos y amenazas, como lo prueban la Estrategia Económica y Social hasta el 2030 y la Tarea Ordenamiento, entre otras medidas que se implementan.

Defender nuestra verdad usando novísimas tecnologías, con los códigos de hoy; poner la ciencia y la innovación en función de fortalecer la empresa estatal socialista y conseguir la prosperidad económica, son desafíos de un futuro ya presente, que quienes vivimos en este archipiélago asumimos como reclamo de nuestro tiempo.

Y ante cada reto está Fidel, siempre salvador, alertándonos, como en aquel 8 de enero de 1959, al entrar triunfante a La Habana: «No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizá en lo adelante todo sea más difícil».

Su concepto de Revolución, al que debemos volver una y otra vez, fortalecen la convicción de que continuidad es perfeccionar lo hecho hasta ahora sin renunciar a lo que debe conservarse, a esas muchas conquistas que debemos salvar en materia de valores, justicia, trabajo, cultura y oportunidades.

Males como la ineficiencia económica, la indisciplina, la desidia, la burocracia… que lamentablemente persisten en muchos lugares, frenan nuestra realización como país, pero se conocen y se trabaja para resolverlos.

Tenemos memoria

Donde escaseen los asideros, nos salvará la memoria. Bien lo sabe ese eterno combatiente que es Santiago Mock Maimir. Más de medio siglo de batalla en las calles clandestinas del Oriente antes del triunfo de Enero, en las movilizaciones de los Cinco Picos y la Columna Juvenil del Centenario, en la fundación de la AJR y la construcción de la UJC y el PCC en las montañas orientales, no han podido borrarle los bríos ni las ganas de aportar.

«Conocer y respetar el pasado es defender el futuro», suele decir a sus nietos y los muchos jóvenes estudiantes a los que cuenta sobre el sacrificio para conquistar esta libertad. Se apasiona cuando habla de William Soler, quien con solo 19 años fue acribillado a balazos en las calles santiagueras, y recuerda la entrega de otros tantos. Por eso es incansable en la misión de que nunca falten flores frescas ante sus tumbas en el cementerio de Santa Ifigenia.

Y hasta regaña con la autoridad de un padre cuando algún joven se muestra apático ante las huellas del ayer, pero no puede ocultar su admiración cuando reconoce a los nuevos a su lado, lo mismo como voluntarios en zona roja y centros de aislamiento que en los polos productivos, al cuidado de nuestras calles y en la defensa de la economía.

Entonces no duda en expresar su certeza: «Aquellos que hoy se cansan, se dejan confundir o conscientemente arremeten contra la Cuba revolucionaria, deben saber que son muchos los que están dispuestos a continuar el ejemplo de Fidel, Raúl, Díaz-Canel, convencidos de que, si cada cual hace su parte del deber, nada podrá vencernos».

A medida que cada generación asume sueños y responsabilidades de manos de la anterior, el mundo palpa lo que es una realidad tangible en nuestra sociedad: añejos y bisoños trabajan juntos por la consolidación de la obra de todos. Es ese el mejor homenaje a Fidel, cuyas palabras en el pasado 7mo. Congreso del Partido proseguirán alentándonos: «Sigamos el camino».

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