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La única razón para apagar el noticiero

¿Por qué lo mandan a usted a apagar su televisor a la hora del noticiero? ¿Será por el horario pico? ¿Por qué me mandan a mí? Y ya que nos convocan ¿quién le explica a usted y a mí por qué debemos hacerlo? ¿Cuál es la razón?

 

Autor:

Pedro Jorge Velázquez

 Recientemente, como leche que hierve en jarro de aluminio para desbordarse, en las redes sociales se ha planteado con efervescencia una nueva campañita efímera, de esas que ya usted conoce y tiene, a decir de buen cubano, quemada; de esas que se hacen 100 o 200 al año y que al final no tienen impacto social ninguno, pero sirven bien para justificar, de algún modo, la presencia ínfima de la derecha cubana y el dinero que se paga para sostenerla. Dinero que es real, no es paranoia ni prejuicio. Hablamos de billeticos tangibles que se usan para mantener líneas retrógradas de pensamiento que no van con los cambios sociales y el proceso emancipador que en Cuba construimos contra todas las formas de opresión capitalista.

Esta vez la iniciativa llegó con etiquetas o hashtags: #NTVmiente y #YoApagoYoAhorro. ¡Qué bonito! Sería bueno dejar algunas preguntas colgadas en este segundo párrafo para poder responderlas al final: ¿Por qué lo mandan a usted a apagar su televisor a la hora del noticiero? ¿Será por el horario pico? ¿Por qué me mandan a mí? Y ya que nos convocan ¿quién le explica a usted y a mí por qué debemos hacerlo? ¿Cuál es la razón? Bueno, a ver, yo lo explicaré. Para eso titulé este trabajo así.

Hace más de 10 años comenzaron a surgir en Cuba varios blogs y proyectos mediáticos que deseaban visualizar, con diversos enfoques y códigos, «una Cuba distinta a la del noticiero». ¿Qué Cuba? La Cuba desesperada, hundida, descontenta y frustrada con su proceso político. El reflejo de una Cuba que satisfacía y satisface leer a quienes, desde fuera del país, añoran la restauración capitalista. Esos nuevos blogs que se oponían (algunos abiertamente, otros sutilmente) al socialismo cubano fueron vestidos en algún momento como lo nuevo, lo cool, lo joven, lo diferente, lo alternativo, lo independiente, lo rebelde. Alguien seguramente supuso que la fuerza creciente de esos medios, alimentados con capital extranjero, iba a destronar a los medios tradicionales de comunicación, y más con la repercusión que pudieran tener en las redes sociales a través de burbujas creadas en torno a acontecimientos morbosos y emotivos a los que se les da un tratamiento inminentemente amarillista: la sensación del bombazo, el trillo de la posverdad.

Por eso es que buscan dentro de un universo de acontecimientos los que mínimamente nos representan. Les pongo ejemplos. Que los niños vayan gratuitamente a estudiar es un hecho que representa a Cuba entera ¿verdad?; sin embargo, eso no está, ni se menciona en ningún momento. Lo que sí está es el caso del niño que no va a ir más a la escuela por decisión de sus padres «opositores al gobierno cubano» porque esta historia vende más. Quizás una semana después ese problema se solucionó y el niño de esa familia regresó a la escuela, pero de eso ya usted no se va a enterar. Usted se entera de una parte de la historia, de la parte que ellos quieren contarle, la que les conviene contarles, usted tiene que estar en la ratonera oscura que ellos escojan.

Así mismo vemos como el caso de un doctor cubano que expone su pensamiento liberal y sus aspiraciones capitalistas para Cuba es el único médico que se refleja y se repite semana tras semana en las redes sociales, porque esa muestra la convierten en universal, esa particularidad se refleja para que los consumidores se crean que los doctores cubanos son así. Entonces los miles de doctores cubanos que creen en el socialismo, muchos de los cuales son internacionalistas, para estos medios no existen porque buscan parcializar la realidad de Cuba, reflejar un pedacito. Así podemos ver como un piloto retirado que critica al gobierno es el único piloto que se expone, porque la intención es que hable en nombre de todos los pilotos cubanos. Una anciana con una situación adversa la colocan como una verdad generalizada. El artista de 27N o participante en los recientes sucesos que también ocurrieron frente al MINCULT lo ponderan como el modelo de artista a seguir y los demás que conocen desde cuántas direcciones se mueve el ataque y no quieren ser parte de este grupo, son simplemente invisibles… Así llevamos los últimos 20 años en Cuba, con mayor fuerza en los últimos diez.

No digo que estas particularidades no sean reflejables. El gobierno cubano tiene que saber de la existencia de estos problemas y buscar las soluciones de esos pedacitos porque también son parte de nuestra sociedad. Hay minorías sociales que deben ser atendidas y defendidas, exigir por ello es un buen ejercicio periodístico y por ello el periodismo, con sus herramientas, tiene que asumir una postura crítica. El problema está en que no existe esa intención cuando se refleja una particularidad como lo estandarizado, cuando se obvian muchas otras opiniones porque «no convienen» ni siquiera para encontrar equilibrio, cuando se oculta bajo un sesgo político lo que nos identifica como pueblo y como nación, cuando no se reconocen esfuerzos y se prefiere ser un matón que teclea con «ira insultante», cuando se manipula a conciencia y, mucho menos, cuando el paradigma de solución a esos conflictos es neoliberal. Ahí se pierde la objetividad teórica y periodística, y también se pierde la ética profesional.

Por ello, todos estos blogs o medios (como desee llamarles) en el camino se fueron quedando rezagados. Comenzamos a darnos cuenta que no eran lo nuevo porque reproducían viejos discursos hegemónicos. Que ya no eran tan jóvenes como lo fueron, que ya no eran tan cool. Que, extrañamente, y en contraste con los demás países, en Cuba existían medios «independientes» con discursos de derecha, hasta que nos dimos cuenta que no existía tal independencia y el cuartico está igualito.

Nos dimos cuenta, y nos explotó como una verdad sobre el rostro, que no eran diferentes porque ideológica y discursivamente eran iguales a los medios de comunicación de este mundo «chambón y jodido» donde, los realmente diferentes al sistema de medios mundiales, alternativos a lo que cuentan la prensa poderosa, rebeldes dentro de una época donde se hace cada vez más difícil decir la verdad porque la burguesía escoge cuál es esa verdad y cómo debe ser dicha, silenciados por la fuerza de los conglomerados mediáticos de comunicación y avasallados por las políticas gubernamentales de países que aún reprimen la información de una prensa radicalmente de izquierda, han sido, durante muchos años, los medios estatales de comunicación cubanos.

Podemos sumar también, claro está, blogs y proyectos en Cuba que, independientes al Estado, defienden los principios del socialismo y aportan a esa batalla intelectual por su perfeccionamiento. A decir de un buen amigo, «ya era hora de que comenzaran a existir proyectos independientes revolucionarios» para que se derrocara el mito de que todo lo que nacía sin el control del Estado era para oponerse a él. Eso era falso y se está demostrando.

¿Ya comienza a entender usted por qué le mandan a apagar el noticiero? No quieren sencillamente que usted vea la verdad, no quieren que usted aprenda a defenderse en esta batalla por la información. Desean que nuestra voz, nuestros medios, se unan al coro mundial para decir lo mismo y para callar lo mismo: para volver a ocultar los asesinatos como se ocultaban antes de 1959 en Cuba, para que el sistema de medios de la región oriental del país vuelva a ser propiedad de un nuevo Batista (de un solo hombre y no del pueblo), para que la comunicación en este país la dirijan 5 o 6 dueños con mucho dinero que decidan todo, para mercantilizar la información, la verdad y nuestras vidas; para venerar a las potencias occidentales y su desarrollo capitalista, en contraste con la indiferencia hacia las regiones pobres e «incivilizadas», en las que prácticamente, si de algo hay que hablar, sería de sus problemas, como si esos no fueran resultado del desarrollo desigual.

Fíjese en algo. La estrategia ante lo que dice el noticiero no es desmentir sus análisis, sino convocar a una campaña para apagarlo. ¿No le parece extraño? No es «mire, eso que dice el noticiero es mentira por esto, por esto y por esto»; sino «apague, no vea nada, no escuche, no atienda a nada de lo que le están demostrando, no se exponga a esa información, no la contemple, manténgase aquí con nosotros en la ratonera. Apague porque ahí está exponiéndose quién nos paga y esa ruta del dinero nos conviene que esté oculta. Apague su televisor porque así nos evita el problema de que usted se entere de la verdad». Ahí está la esencia de esta campaña.

Pero a esos les traigo malas noticias. El noticiero es parte del costumbrismo social cubano, de sus hábitos de vida. Varias investigaciones han demostrado que a partir del noticiero las personas incluso proyectan sus días. Seguramente usted ha escuchado muchas veces cómo se toma el noticiero como un punto de referencia temporal: «comió antes del noticiero», «llegó a la casa después del noticiero», «era más o menos la hora del noticiero». Esto demuestra el significado que tiene las 8:00 p.m. en la vida de los cubanos.

Según el CIS (Centro de Investigaciones Sociales del ICRT) el noticiero está entre los tres programas más vistos en Cuba. Este centro se compone de un equipo multidisciplinario que, a partir de matrices y procedimientos científicos de la Metodología de Investigaciones Sociales, analizan constantemente tendencias en muestras poblacionales con el uso de variables internacionales.

Los estudios de este centro demuestran que hay un crecimiento desde 2019 hasta la fecha en relación a los Índices de Audiencia (IA) y a los Índices de Gusto (IG) del noticiero, resultado de una serie de cambios puestos en prácticas en el orden informativo y comunicacional de este espacio. El año pasado, a pesar de las dificultades que impuso la pandemia, los especialistas de este centro buscaron alternativas para poder evaluar estos índices. Será mejor que usted lo pueda ver en este gráfico comparativo que expone el índice de audiencia en 10 días seleccionados de finales de noviembre de cada año. Si usted multiplica el índice de audiencia por 60 mil (en cada país este parámetro estadístico varía), le dará la cantidad de personas que vieron el noticiero en las fechas seleccionadas.

El noticiero ha crecido y crece como puede ver, no solo en calidad y en profundización, sino también en consumidores. A partir de los sucesos del Movimiento San Isidro y los que le sucedieron, mostró picos de audiencias de casi 5 millones de personas delante de las pantallas, lo que demuestra la confianza de la población en la información que recibe de este espacio. Además, la sección de Humberto López ha resultado un momento de alto impacto dentro del espacio por la minuciosidad investigativa, las fuentes citadas y la solidez de los argumentos. El equipo de periodistas, integrado por varios jóvenes como Cristina Escobar, Abdiel Bermúdez, Pavel Otero, Jennifer Zubizarreta, Diana Valido, Lázaro Manuel Alonso y muchos otros, aprenden cada día y se exigen hacerlo mejor.

Esto es un hecho: las personas creen en el noticiero, aunque a veces todos choteamos un poco con la idea de que no todos los mercados están como los que salen en la pantalla. Esa crítica es parte de esa sazón del cubano que, como ente político activo, analiza y juzga todo. Por ello también nos toca exigir y dar nuestra opinión sobre las trasmisiones del noticiero para que los periodistas se nutran de su público, ya que las informaciones no se emiten para robots; sino que se sitúan en un contexto humano. Lo que dice el noticiero no es la verdad absoluta porque en la prensa se construye socialmente la realidad y nadie niega que usted también participa con su visión en esa construcción, pero definitivamente ese noticiero, nuestro y perfectible, nos representa más que esos medios y periodistas que hoy, desde el diván del oportunismo, piden en sus redes sociales apagarlo para que solo prime el reflejo de una Cuba moribunda y caída.

La única y principal razón por la que convocan a apagar el noticiero es porque, simplemente, las personas están viendo el noticiero. Porque el noticiero no se quedó al margen en un momento donde ellos pensaron que callaría. Porque amén de cualquier burbujita articulada que se pueda armar en las redes sociales, le diré esta verdad como un templo: los medios de comunicación tradicionales siguen siendo, para el pesar de los «burbujeros» y «convocadores», las verdaderas y grandes redes sociales que en Cuba defienden, y tendrán que defender mejor, al pueblo.

(Tomado del blog Bufa Subversiva)

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