Con mucha disciplina asumieron los jóvenes las tareas encomendadas. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 02/09/2020 | 10:39 pm
Luis Carlos Gómez Abreu no es de esos que se queda un verano entero en casa. Le gusta pernoctar en campismos con sus seres queridos, pasear con la novia, ir a discotecas, bañarse en la playa, hacer ejercicios; todo ello confirma su personalidad proactiva, casi nerviosa.
Cuando el calendario aterrizó en julio, él ya llevaba más de tres meses apoyando en la asistencia y soporte técnico-informático a tiendas de la corporación Cimex de su natal San José de las Lajas; antes había ayudado a la Dirección provincial de Salud Pública en el manejo y funcionamiento de las bases de datos del Pesquisador Virtual.
No obstante, debido al cariño ganado por el colectivo de trabajadores de la tienda virtual Mayabeque y a su quisquillosa propensión a lo intranquilo, Luis Carlos —estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI)— decidió mantenerse laborando durante las vacaciones en el referido centro.
Al echar un vistazo atrás, nota que no se le queda ninguna tarea por realizar en la tienda: llenado de bolsas con artículos de primera necesidad, confección de los kit o módulos para su venta online, facturación de los pedidos de los clientes, optimización del funcionamiento de las computadoras de escritorio, y traslado y acondicionamiento de mercancías.
«Varias personas me dicen que he sacrificado mis vacaciones, mi tiempo de descanso en estos meses, pero no lo veo así. He apoyado al impulso de las tiendas virtuales en mi localidad y de paso he aplicado conocimientos relativos a mi área del saber», afirma el mayabequense de 22 años de edad.
Estos meses lejos del campus universitario lo han hecho extrañar los pasillos, los apartamentos, los compañeros y profesores. No sabe con exactitud en qué momento podrá volver a vivir la vorágine académica y extensionista de la UCI, pero hasta que comiencen las clases seguirá aprovechando sus horas libres para estudiar y no cesará en la contribución a las tiendas virtuales.
«El verano 2020 fue por la vida, pero también por la economía, porque todo cuanto hagamos para auxiliar a la recuperación de este sector será vital para el país. Ya lo ha dicho el Presidente cubano: desarrollar la economía significa ofrecer mayor bienestar al pueblo. Por eso seguiré aquí contribuyendo a brindar un servicio cada vez más ágil y eficiente a la población», expresó.
Amar la encomienda
Con minucioso ahínco, Rosmery Orozco Arcias llevaba meses esbozando cómo serían sus últimas vacaciones de estudiante. Sin embargo, la COVID-19 las cubrió de sinsabores y la obligó a entender que el disfrute se halla en los pequeños momentos y detalles: la familia y los amigos.
Los que llegan a conocerla no demoran en notar su disposición y entrega ante cada acción encomendada. Poco sorprende entonces que donara algunas semanas de agosto para apoyar el sistema de Salud de su provincia en la realización de las pesquisas activas.
«Era necesario no desmayar en la sistematicidad y el rigor de las pesquisas, para así identificar a tiempo cualquier peligro epidemiológico y adelantarnos en este sentido; por eso tras la convocatoria de la FEU y la UJC, no lo dudé para incorporarme», confiesa la estudiante de 5to. año de Medicina en la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus Doctor Faustino Pérez Hernández.
«La movilización estudiantil para las pesquisas fue muy positiva en mi territorio. No se limitaban únicamente a la indagación de síntomas febriles o respiratorios, sino que también se originaron charlas educativas, se orientó sobre el modo de suministrar el Prevengho-Vir, se respondieron las dudas de la gente. La comunicación con las personas, manteniendo las medidas sanitarias, fue una herramienta eficaz para el éxito de nuestra labor», advierte Rosmery.
A su complacencia por el impacto social de la misión desarrollada se suman el amor por su profesión y el respeto por la labor desempeñada. Pronto pasará sus días atendiendo pacientes en edades pediátricas, pero antes deberá vencer las últimas asignaturas del semestre.
«Siento que estoy preparada para la continuidad del período lectivo, pero no niego mi preocupación por la extensa cantidad de contenido que debemos asimilar en un corto tiempo. He tenido la suerte de contar con carpetas bibliográficas de cada rotación y he llegado a adecuar mis horarios de estudio para un mejor aprovechamiento académico, aunque el curso escolar, como el terreno de pelota, es el que dirá la última palabra».
Contar con los jóvenes
Para Leonardo Jiménez Caballero este verano fue diferente: no pudo pasar tiempo con todas sus amistades de la Lenin, tampoco viajó a casa de sus familiares en Oriente; el nuevo coronavirus —a rajatabla— le trastocó sus planes. No fue el único al que la pandemia le asestó planazos, por lo que aprovechó esta anomalía estival para enrolarse nuevamente, por dos semanas, como personal de servicio, en las labores del hospital universitario Ernesto Guevara, ubicado dentro de la UCI.
«Al producirse el rebrote en la capital, supe que se iban a necesitar voluntarios. Retorné a mi universidad con el afán de seguir aportando para la contención de la enfermedad», alega el joven de 23 años, quien cursa el 4to. año de Ingeniería en Ciencias Informáticas en la misma instalación donde recibió sospechosos, otorgó altas, aisló casos positivos, sirvió comida, entregó avituallamiento, limpió el suelo… y hasta dejó la piel.
Un dicho asegura que segundas partes no siempre son tan buenas, y para Leonardo esta experiencia lo corroboró. «Fue más difícil: la UCI estuvo prácticamente al ciento por ciento de su capacidad, más desgaste físico y riesgo, mayor nivel de cuidado y cumplimiento de los protocolos de bioseguridad. Tuve días en que no pude pegar un solo ojo, pues recibíamos ingresos hasta tarde.
«Pero allí se aprende de solidaridad, humanismo y responsabilidad; que es preciso tener calma, concentración y serenidad en cada tarea, que hay que evitar los descuidos y mantenerse con los pies sobre la tierra porque no estás velando solo por tu salud, sino también por la de los hospitalizados y por la de tu equipo de trabajo», precisa.
«Ya había olvidado lo molesto que es el exudado nasofaríngeo». Lo comenta, entre risas a través de WhatsApp, en el momento justo que le toman las muestras para el PCR. Ahora se encuentra viviendo la cuarentena establecida, pero no olvida que los recuerdos más alegres del aislamiento fueron al celebrarles el cumpleaños a los pacientes, y estos no ocultaban la sonrisa en sus rostros.
Cuando el reinicio de las actividades docentes es una incógnita aún para La Habana y otros territorios, Leonardo considera que «retomar las clases va a ser un reto para mí, será mucho contenido en breve tiempo. Aunque hemos repasado algunas materias, no se compara con la explicación del profesor en el aula. También se suma el acercamiento de mi tesis. Afrontaré los dos cursos con mucho autoestudio y práctica».
Tener sentido del momento histórico es la explicación que el casi ingeniero encuentra a la respuesta que la juventud ha dado en estos meses. «Estamos asumiendo un rol importante en el enfrentamiento a la COVID-19, desde todos los frentes, con humildad y compromiso. Esta ha sido la muestra de que con los jóvenes se puede contar, incluso en verano y en más de una ocasión si fuera necesario».
Luis Carlos trabajó en la asistencia y el soporte técnico-informático a las tiendas virtuales.
Con amor por su profesión, Rosmery participa en la realización de pesquisas activas.
Leonardo se desempeñó como personal de servicio en el hospital universitario de la UCI