Asumir con responsabilidad y disciplina el imprescindible aislamiento social al que nos conminan estos días de batalla tenaz contra el nuevo coronavirus, trae de todo, menos tiempo para el aburrimiento. Autor: Adán Publicado: 21/04/2020 | 08:09 pm
Asumir con responsabilidad y disciplina el imprescindible aislamiento social al que nos conminan estos días de batalla tenaz contra el nuevo coronavirus, trae de todo, menos tiempo para el aburrimiento.
La idea viene a mi mente mientras, junto al parte diario de las autoridades de salud sobre los casos confirmados con la COVID-19 en el país y los retos que aún entraña contener el contagio por la mortal enfermedad, escucho hablar de un verano adelantado en materia de incremento de los consumos de electricidad en el sector residencial.
El hecho de que la mayoría de las personas permanezcan todo el tiempo en casa, con el consecuente aumento de la demanda energética para la preparación de alimentos y la búsqueda de opciones en que ocupar los días; el desplazamiento del trabajo al hogar, las añadidas teleclases (que para algunas familias pueden significar el televisor encendido de la mañana a la noche) y hasta los récords de temperaturas máximas que nos ha traído este mes de abril, suman otro desafío a nuestra cotidianidad.
El consumo de energía eléctrica acumulado por el país en los 13 primeros días de abril se encuentra en valores similares a los consumos promedios de los meses de julio y agosto, explicaba en entrevista al periódico Granma, Jorge Armando Cepero Hernández, director general de la Unión Nacional Eléctrica (UNE).
Si los más de cuatro millones de consumidores residenciales que existen en el país no toman conciencia de la necesidad del ahorro, habrá un incremento del consumo de combustible diésel para la generación eléctrica, cuya adquisición, además de ser costosa, se complejiza por las medidas del bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba, precisaba el directivo.
La persistencia de esta situación, dejaba claro, podría conducir a los indeseados apagones, al no poder cubrirse el crecimiento de la demanda existente.
Leo y pienso en mis vecinas, enganchadas con los dramas de las telenovelas turcas, colombianas o mexicanas en cuanto chance tienen, porque «es la mejor manera de controlar la ansiedad»; en mi hijo adolescente y sus amigos, que han decidido estirar hasta bien entrada la madrugada su teletiempo, pues así saborean mejor sus series favoritas; y en que en estas tórridas jornadas es prácticamente imposible estar en casa sin un ventilador o un aire acondicionado…
Enfrentar una pandemia que obliga al distanciamiento precisa de iniciativas, decía hace poco una investigadora social y, ciertamente, por estos días de singular ejercicio de adaptación, hemos demostrado cuánto somos capaces de crecernos, generando ideas para organizar el tiempo en casa e incorporar nuevas prácticas de relaciones sociales y familiares.
De manera que, en materia de consumo de electricidad, no nos queda otra alternativa que asumir, desde el compromiso individual y familiar, que el ahorro es otra de las fórmulas imprescindibles para vencer esta epidemia y en consecuencia, nos obliga a actuar con creatividad.
Quizá ahora que muchos trabajamos desde casa, debamos también trasladar a ella las rutinas de los centros laborales, donde las administraciones tienen sus planes energéticos y controlan cotidianamente que se gaste solo lo autorizado a consumir.
Tal vez valga reactivar las patrullas clip y sumarles a los niños de casa —implacables en el cumplimiento de sus misiones—, tareas como evitar abrir tantas veces el refrigerador o apagar las luces y equipos encendidos innecesariamente.
Igualmente, podríamos intentar planificarnos y desplazar fuera de los horarios de 11:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 6:00 p.m. a 10:00 p.m., los considerados del pico eléctrico, buena parte de las tareas hogareñas, sobre todo la cocción de alimentos.
Los especialistas recomiendan también juntar la mayor cantidad de ropa para lavar y planchar, aprovechar la luz natural en esta época del año en que oscurece más tarde, apagar la hornilla eléctrica unos minutos antes de concluir la cocción para aprovechar el calor final, encender el aire acondicionado después de las diez de la noche y colocarlo en la posición de ventilador después de las 12:00, y congelar pomos de agua para evitar abrir el refrigerador frecuentemente.
En fin, son muchas las acciones que podemos acometer si asumimos conscientemente la necesidad del ahorro. Lograrlo depende de todos y cada uno de nosotros, y en ello va también nuestro aporte al enfrentamiento de esta pandemia. Con similar empeño al que ponen cada día nuestros médicos y muchos otros trabajadores para ganarle la partida a la COVID-19, desde casa, con este otro desafío, también podremos.