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En los inicios del siglo XX se iniciaron seriamente las investigaciones diseñadas para dilucidar los misterios de la longevidad. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 06:13 pm
Algunos viven solos, con mascota o sin ellas, pero sin nadie más que les rellene la soledad de vez en cuando. Otros, teniendo quien pudiera hacerlo, justifican las ausencias y las odian en silencio. Ellos y ellas se peinan sus canas (o no) pensando en el ayer, cuando llevaban la casa sobre sus hombros y no les faltaba el tiempo para leerles un cuento, para prepararles un dulce, para jugar en el parque o para inventarles la magia. Aquellos que hoy son más jóvenes no deberían postergar los cuidados y las alegrías, porque mañana no siempre podrá ser.
Justamente ahora, cuando la COVID-19 agobia al mundo y abundan las preocupaciones en torno a los ancianos pues la enfermedad en sus organismos puede lacerar mas, vale la reflexión para hijos, nietos y sobrinos… En algunos casos son sus convivientes y en el hogar, tal vez, son quienes les propinan angustias y ansiedades porque salen a la calle mientras ellos y ellas, les suplican para evitar que el nuevo coronavirus entre por la puerta. En otros casos, desde otros hogares, ni una llamada les regalan.
Las personas de 60 años de edad y más que viven solos, carentes o no de familia, son motivo de preocupación constataste del Estado cubano. Por ello, el médico y la enfermera de la familia y la comunidad toda deben velar por su integridad, asevera el doctor Alberto Fernández Seco, jefe del Departamento de Adulto Mayor, Asistencia Social y Salud Mental del Ministerio de Salud Pública.
Explica que la inmunidad disminuye en la tercera edad, además de que es más común encontrar en ellos otras patologías que, si la COVID-19 les aqueja, pueden complicar su cuadro clínico. «El equipo básico de salud, al que se le suman los estudiantes de Medicina, refuerzan las pesquisas en las viviendas de los adultos mayores que viven solos, que en no pocas ocasiones se confinan a un aislamiento social que les impide recibir la atención que requieren».
El especialista insiste en que la vigilancia epidemiológica debe ser más intensa si en una misma vivienda conviven varios adultos mayores, «porque teniendo en cuenta la esperanza de la vida de nuestra población, un hijo de 60 años puede tener bajo su cuidado a un padre de más de 80, y ambos necesitan cuidados diferenciados».
Aun cuando las casas de abuelos y los seminternos han mantenido sus servicios, Fernández Seco reconoce que ha disminuido la asistencia de los adultos mayores a estas instituciones por su autodeterminación o la de las familias, razón por la que exhorta a que en la comunidad la supervisión sobre ellas se incremente.
Destacó que se eliminaron los pases de los hogares de ancianos y centros psicopedagógicos, «y hemos limitado los ingresos pero, en caso de que sea necesario realizar alguno por problemas sociales, el adulto mayor permanecerá 14 días en la sala de Cuidados Subagudos existente en estas instalaciones con el objetivo de vigilar la presencia de sintomatología respiratoria».
Fernández Seco insistió que las personas con discapacidad también son merecedoras de una atención diferenciada, «y les corresponde a sus allegados ocuparse de ella, aunque también el médico y la enfermera de la familia debe jugar su rol».
Con relación a la calidad de la atención a las personas deambulantes en los Centros de Protección Social existentes para su estancia, el funcionario del Minsap recordó que en estas instituciones se cumplen las indicaciones orientadas, al igual que en las demás, y se extreman las medidas de cuidado con el fin de garantizarles el confort y el amparo que ameritan.
