26
El doctor Renier García, residente de tercer año en Medicina Interna, cree que su sacrificio vale la pena, por el bien de la población Autor: Hugo García Publicado: 06/04/2020 | 08:33 pm
Matanzas.— Quince días parece un tiempo breve cuando las personas están de asueto, sin stress, pero en medio de momentos de tensión, cada segundo pesa un siglo.
Así sucedió con el grupo básico que durante ese tiempo estuvo en la zona roja del centro de aislamiento para sospechosos y casos confirmados ingresados en el hospital clínico quirúrgico docente Mario Muñoz Monroy.
«Fue una experiencia profesional inolvidable para nuestro grupo, casi todos jóvenes. Felizmente, los 31 pacientes confirmados evolucionaron favorablemente en estos quince días y se cumplió con el protocolo que se diseñó por parte de especialistas de Higiene y Epidemiología», expresa el doctor Renier García, residente de tercer año en Medicina Interna.
«Ahora estamos en cuarentena el grupo completo, todos bien de salud y esperando concluir estos 14 días para volver a incorporarnos al trabajo después de un descanso.
«Muchas cosas aparecieron sobre la marcha, teniendo en cuenta que es la primera vez que nos enfrentamos a esta epidemia, algo nuevo tanto para la población como para nosotros los médicos.
«Empezamos con pocos pacientes, pero el número se ha incrementado y hemos tenido que implementar otras medidas, como separar las salas, para que las cosas siguieran saliendo bien», cuenta este matancero de 32 años de edad.
Fotos: Hugo García
— ¿Mucha presión en esas dos semanas?
— Estábamos en un lugar bajo presión todo el tiempo, sin momentos para la distracción, solo concentrados en el cuidado de los pacientes y en cuidarnos nosotros mismos para no enfermar. Fueron momentos difíciles porque empatábamos un día con otro, incluso de madrugada llegaban pacientes que teníamos que recibir y explicarles todo.
«No sabíamos cómo sería porque es una experiencia nueva la de enfrentar y salir de esta epidemia. Todo esto nos ha permitido madurar para atender a nuestros pacientes desde el punto de vista científico, porque es una enfermedad que tiene una alta propagación cuando se violan las medidas sanitarias.
— ¿Qué aconsejas a la población?
— Al pueblo le aconsejo que sí hay que cuidarse mucho, porque el virus posee una alta tasa de contagio.
— ¿Y cómo va la cuarentena?
— Estoy bien anímicamente. Todos sabemos que hay que entrar con mente positiva. Nos sentimos bien, todas las medidas que tomamos nos ayudaron también al estado de ánimo, que nunca flaqueó: siempre contentos, incluso jaraneábamos en algún momento, pero siempre muy concentrados en el trabajo.
«En esta cuarentena nos desestresamos, jugamos dominó, nos atienden bien, con todas las medidas se seguridad y usando nasobucos. Dormimos, oímos música…
«Mi esposa es médico en el mismo hospital y los dos sabíamos que había que dar el paso al frente. No tuvimos la oportunidad de estar juntos en la misma misión porque ella estaba con los sospechosos, pero mantenemos una comunicación estrecha, y como con todos los médicos del hospital, discutimos la evolución de cada paciente vía telefónica.
«Esta separación es un sacrifico necesario por el bien de la población, porque es la única forma de poder vernos en algún momento. Nos seleccionaron por ser jóvenes sin factores de riesgo, el momento más crítico fue el principio, para arrancar bien y para que saliera todo.
«Al terminar la cuarentena tenemos 15 días de descanso y volveremos a entrar si se extiende la enfermedad. El grupo está contento y dispuesto a regresar antes, si es necesario, pero este descanso es importante porque fueron noches muy tensas», sostiene Renier, quien estuvo en Venezuela en el 2012.
