Corresponde a los jóvenes profundizar en el pensamiento martiano Autor: Twitter Publicado: 27/01/2020 | 09:47 pm
Ahora, más que en otra época, necesitamos abrazarlo. No de manera formal para cumplir un rito, sino con las manos prestas a sentir las pulsaciones de alma, las marejadas de su mente y los surcos hondos de su vida.
Mientras unos pocos, comprados porcinamente por una estrategia vándala y chusma, intentan manchar algunas efigies de su rostro, los seguidores del Maestro deberíamos levantarlo del modo más humano: buscando historias de oro edificadas para niños de todas las edades, sumergiéndonos en las hermosas encrucijadas de su tiempo; subiendo antorchas de lealtades, entendiendo cómo supo hacer de la Patria su amor supremo, por encima de conflictos personales y de cansancios de tanta ruta andada.
Ese abrazo no puede ser un gesto frígido; ha de recordarnos, al fundirnos con el Héroe de Dos Ríos, el estoicismo del que sangró por el grillete en el pie casi adolescente, por la diáspora dolorosa o las contradicciones con los suyos; debería traernos los truenos de discursos únicos, las lágrimas causadas por el azote a un semejante, el desembarco épico en la piel de Cuba.
Ahora, al halarlo más fuerte a nuestro cuerpo, deberíamos repasar sus soles y sombras, que lo hacen más carnal y cercano; su andar con los zapatos agujereados mientras recaudaba fondos para la guerra imprescindible; sus cartas humeantes que aún hoy conmueven, su prédica con el ejemplo verdadero, su reto a las balas en el mismísimo primer combate; su arroyo curador de estigmas y debilidades.
Ese abrazo no puede limitarse a la ofrenda de este enero o al acto de desagravio generado por una circunstancia. Tiene que llevar el sentimiento verdadero, como el del hijo a un padre que siempre permanece aconsejando aunque se encuentre en la distancia; debe llevar el verso en pálpito, la dignidad flotando como culto cierto, la rosa con toda su blancura, la estrella iluminadora del calendario que nos queda.