Martí sigue vivo, actual y universal Autor: Twitter Publicado: 27/01/2020 | 08:06 pm
Martí sigue formando parte de nuestra vida nacional y personal de maneras inexplicables, 167 años después de su nacimiento. A veces intentamos encontrarle causas a este fenómeno: intentamos adentrarnos en ese misterio que nos acompaña, el que describía Cintio Vitier; intentamos ir más allá de ese momento en el que Fidel dijo: «Para nosotros, Martí es la idea del bien que él mismo describió».1
Es curioso. El líder histórico de la Revolución se refiere a aquella vez en la que Martí estaba describiendo qué cosa era Dios: «Dios existe, sin embargo en la idea del bien (…) El bien es Dios…».2 Y sabemos que en Bolivia hay quienes quieren canonizar al Che. Y hay gente resignada que ha dicho: «Nos merecemos lo malo que nos pase; el Che es responsable porque no nos perdona el haberlo asesinado».
A Martí no hay que canonizarlo. Ninguna iglesia o templo lo contiene, ningún busto, ninguna valla, ningún discurso lo contiene. Solo el corazón de un pueblo digno lo contiene, lo puede abrazar y hacerlo suyo, y mantenerlo palpitante para volverlo a sembrar, y verlo crecer en el corazón de sus hijos, en el de los nietos...
Hay bolivianos que se lamentan por haber dejado morir al Che. Pero ningún cubano se lamenta de «haber dejado morir a Martí». He aquí una diferencia de valor extraordinario. Incluso aquellos que no creen en el proyecto socialista cubano, se aferran a José Martí, y aun mutilado, y manipulado, no le dejan morir; más bien, no le dejan descansar en paz.
La verdad es que todos los días, más allá de los 28 de enero, pueden ser pretextos excelentes para sentar el pensamiento martiano en un banco, en el pequeño patio de la casita natal, y escuchar el primer llanto de José Julián. O tal vez escabullirnos tras la iglesia del Santo Ángel Custodio, y ver cómo lo bautizan.
O caminar más rápido por los adoquines del tiempo y entrar a la escuela de Rafael Sixto Calzado, y sentarnos en el pupitre más cercano para fijarnos de la prueba de ciencias de Pepe, que es muy estudioso, para fijarnos no: para revisar.
O colarnos luego en alguna de las tertulias de Mendive, allí en los bajos de su casa, en Prado, y encontrar a José ahí también, sentado en la escalera, escuchando a los intelectuales y poetas más ilustres de su tiempo. Tendrá 14 o 15 años. No tiene bigote, pero sabemos que es José. Esas cosas se sienten.
Podríamos seguirlo hasta Hanábana, y de regreso, y no lo confundiríamos con otro, aun entre la multitud: porque fue él quien juró al pie del esclavo muerto, al que Leonor fue a buscar aquella noche terrible en que los voluntarios abrieron fuego contra el teatro Villanueva, al que vimos firmar la carta a Carlos, el apóstata, al que vimos compadecerse de Lino Figueredo, y que picó piedras con él, y por él, en las canteras de San Lázaro.
Esas cosas se sienten. José nació, como todos los hombres, pero el Maestro no puede morir. Por eso hace 67 años se levantó la Generación del Centenario de Martí. Y el juramento, el amor a la familia, la indignación hacia el traidor, la piedad hacia el hermano explotado, todo vibraba ahí, en la luz, entre las puntillas clavadas en las primeras antorchas que se encendieron, en 1953, en la Escalinata.
Los martianos hoy encienden antorchas sin puntillas. No hay represión de la que defenderse, sino aquella que ataca el pensamiento. Y esa represión no se enfrenta con puntillas, ni con rifles, se enfrenta con la luz de las ideas que sí es la misma, esa que se encendió en el año del Centenario.
Martí está vivo. «¡Viva Martí, que está vivo!»3, dijo el Che, ese gigante cuya clara y entrañable transparencia sigue también aquí, con nosotros. Porque «la noción del bien flota sobre todo y no naufraga jamás».4 He aquí el nuevo juramento, el de la Generación del nuevo Centenario, el Centenario de Fidel.
1Discurso de Fidel ante los delegados de la I Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, 29 de enero de 2003.
2 y 4Fragmento de El presidio Político en Cuba, escrito por Martí y publicado en 1871.
3Discurso del Che en el aniversario 107 de Martí, el 28 de enero de 1960.