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Cuba viene a ofrecer su corazón

Tan intenso y útil fue el encuentro este lunes del Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con intelectuales argentinos, que el mandatario habló de una semilla recién sembrada que entre todos haremos germinar

 

Autor:

Alina Perera Robbio

BUENOS AIRES, Argentina.— Donde hay pensamiento y sensibilidad, una siente que el mundo está a salvo y de allí no quiere despedirse. Por eso el tiempo se fue volando, en la mañana de este lunes, durante el encuentro que el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, sostuvo con destacados intelectuales de Argentina.

En inteligencia, corazón y sentido de lucha, lo que había en el salón que sirvió de escenario al segundo momento de la agenda del Jefe de Estado, era un universo: Allí estaban, entre otros compañeros, Tristan Bauer, Hebe de Bonafini, Atilio Borón, Adolfo Pérez Esquivel, Stella Calloni…, más de 30 pensadores de altos quilates.

El mandatario cubano les llamó amigos, y les confesó que camino al encuentro él se preguntaba si llegaría al intercambio para escuchar o para hablarles. «A la mayoría de ustedes los conozco de escucharlos o de leerlos. Los hemos recibido en Cuba y durante años hemos leído o visto y escuchado a través de los medios, sus valiosas reflexiones, sus cantos, sus versos. Y de todos hemos aprendido siempre algo», expresó Díaz-Canel, y añadió:

«Muchos de ustedes han sido, en cierto sentido, maestros nuestros. Nos han ayudado a conocer mejor y a interpretar el mundo, sus complejidades y desafíos. Es algo que seguiremos haciendo, convencidos de que ustedes seguirán produciendo para el arsenal de ideas que necesitamos los dirigentes revolucionarios…».

El dignatario afirmó que «por educación, por formación revolucionaria y por convicciones, no concebimos la existencia del ser humano sin un vínculo estrecho con la ciencia, la investigación política y social, el arte y la cultura en sus más diversas expresiones.

«Las relaciones culturales entre Cuba y Argentina tienen su origen en la profunda visión que se abrió paso en ambas sociedades acerca del papel liberador de la cultura, del pensamiento y de las ideas».

Recordó, además, que «las relaciones entre la intelectualidad argentina y la Revolución Cubana se comenzaron a edificar desde los primeros años del triunfo, antes aun de que todos los países del hemisferio rompieran relaciones con nosotros».

De dos coincidencias históricas que unen a ambas naciones habló el Presidente: del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, el poeta brillante y escritor que fue cónsul de Argentina. Y del Che Guevara, uno de los líderes revolucionarios de mayor profundidad intelectual, que estudió y debatió los modelos de socialismo, y que es argentino y es cubano.

Seguidamente se refirió a la sólida influencia argentina en nuestra música, en los modos de escribir, de pintar, de hacer teatro. «Ese vínculo se extiende al cine, especialmente al contemporáneo. Argentina estuvo en la génesis de los festivales del Nuevo Cine Latinoamericano. No por gusto es el país más representado y premiado».

El dignatario no olvidó «eventos culturales trascendentales como la Reforma Universitaria de Córdoba, que marcó la historia continental de las ideas, y que tuvo fuertes resonancias en Cuba, desde el primer momento. «Cien años después de aquel hito, las relaciones entre nuestras universidades siguen siendo intensas, especialmente entre las escuelas de Filosofía, Derecho y, más reciente, de Economía».

Díaz-Canel recordó ante sus amigos el rol desempeñado por «la Casa de las Américas, esta institución fue y continúa siendo lugar de forja y abrazo de nuestras identidades y culturas para dialogar entre los pueblos hermanos del hemisferio».

Martí y Fidel, el principio heredado de ellos de que una Revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas, fue recordado por el mandatario, quien también subrayó que fue la Revolución la que obró la maravilla de que millones de personas accedieran al conocimiento ilimitado.

«Fue la Revolución, dijo, la que puso a los cubanos de a pie tanto en versos o puntas de zapatillas de ballet, como en el camino de increíbles ingenios científicos y tecnológicos, de hallazgos biotecnológicos y bioéticos que, además, compartimos con otros. Ese edificio moral y espiritual que es cubano, se nutre de lo mejor nuestro americano y universal. No es un edificio de élites, sino de pueblo creador».

Esa suerte colectiva, resaltó el mandatario, «constituye hoy poderosa espada y escudo de nuestra nación, en un mundo donde lamentablemente la ignorancia, la banalidad, la vigilancia y la sumisión prevalecen. Ese edificio se fortalece con la solidaridad y el apoyo inequívoco de la intelectualidad argentina, cuyas creaciones han hecho importantes aportes a nuestra cultura y también a nuestra defensa».

Los tiempos, reflexionó Díaz-Canel, son complejos: «asistimos impotentes a golpes de Estado y asesinatos políticos; se imponen sangrientas y corruptas dictaduras neoliberales; proliferan ideas neofascistas; se ensayan nuevas tecnologías represivas y de contrainsurgencia; los grandes medios monopolizan y manipulan la información, mientras se persigue a los líderes de izquierda mediante procesos políticamente motivados.

«Es un ataque en toda escala contra las ideas de avanzada. No basta protestar, no basta elegir, no basta gobernar. Incluso no bastaría luchar con cualquier recurso por defender todo aquello que puede hacer mejor nuestro mundo. Es imprescindible producir ideas que abran caminos, que devuelvan la espiritualidad al ser humano, ideas enaltecedoras. Todos debemos pensar, sembrar ideas y valores, mostrando el sendero de la justicia, de la verdad, la unidad y la honestidad a los pueblos».

El dignatario recordó la idea del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, de que lo primero que hay que salvar es la cultura. «No podía reunirme con ustedes, enfatizó, y simplemente no decirles que nos urgen los análisis y nos urge el compromiso de los intelectuales con las causas justas que hoy se están dirimiendo en las calles bajo fuerte represión y un preocupante avance de prácticas que nos retrotraen a los años más oscuros de las dictaduras, cuyas huellas aún pueden verse y sentirse en el alma de los pueblos como el argentino».

Cuando comenzaron a compartir sus ideas los intelectuales amigos, era obvio que la jornada hubiera podido durar un día completo y no la brevedad a que obligaba la apretada agenda de la visita cubana.

Se escucharon voces de gran valor: Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, estuvo entre los primeros en hablar. Y Tristan Bauer, cineasta, propuesto como ministro de Cultura para el Gobierno de Alberto Fernández, dijo que la Revolución Cubana lo marcó para siempre. Recordó los encuentros con Fidel y su palabra precisa, y confesó que el ideario de José Martí es un modelo de pensamiento que él quiere tener como eje central en su labor como ministro.

Seguidamente denunció que «en estos años se ha instaurado un modelo cultural antagónico a lo que nosotros, los humanistas como hijos de Martí, pensamos, un modelo de la meritocracia, del individualismo, del sálvese quien pueda, y el no mirar a los compañeros». Cuba, afirmó Bauer, es un ejemplo de cómo hacer las cosas en tiempos difíciles.

El politólogo Atilio Borón compartió una mirada de la América Nuestra del presente: él augura un reflujo intenso de la historia, un levantamiento de los pueblos que ya puede sentirse en países que parecían inconmovibles: «Hay todo ese cambio de clima, de época, y eso nos lleva a mirar con una actitud esperanzadora todo lo que se nos viene encima en América Latina».

Stella Calloni, periodista y escritora, amiga de Fidel, habló del valor de la independencia —esa que Cuba tiene—, denunció el terrorismo mediático, cuando la información es un arma de guerra, y abogó por «empezar a manejar también el término de los golpes postelectorales», a tenor con realidades como la de Bolivia; destacó también la importancia de recuperar la memoria de la resistencia: en qué resistimos y cómo lo hacemos.

El final de un encuentro rico en todos sus minutos, resultaron conmovedoras las palabras de Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de la Plaza de Mayo. «Confiamos en Fernández y en Cristina, nuestra querida Cristina, confiamos mucho en ellos», expresó en alusión al nuevo Gobierno de Argentina.

Hebe de Bonafini, que no ha tenido miedo para defender la memoria y la justicia en una sociedad agobiada por las heridas dejadas por años de dictadura militar; ella, que aludió a hablar menos y hacer más, dijo palabras cuyo valor llegó al corazón de todos: «La solidaridad, la lealtad y el amor son parte de la Revolución».

Antes de despedirse, Díaz-Canel expresó: «Este encuentro para nosotros ha sido una acumulación de energías, de enseñanzas y también de compromiso de cosas que tenemos que hacer, que proyectar, que seguir compartiendo».

La respuesta de nosotros para estos tiempos, destacó, va a seguir siendo la misma: resistencia, lucha y emancipación. «Aquí yo creo que entre todos hemos sembrado hoy una semilla, que entre todos vamos a hacerla germinar. Nosotros les vamos a acompañar. Cuba les acompañará en ese nuevo amanecer que ustedes están pensando construir en Argentina».

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