El trabajo constante, el esfuerzo y la disciplina son algunas de las claves que mantienen las nuevas generaciones para alcanzar el éxito en el ejercicio del deber. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 04/09/2019 | 07:23 pm
Cuando se cuenta la historia de Cuba es imposible dejar de mencionar a la Base Aérea de San Antonio de los Baños. Esta Unidad de Aviación de la Guardia Playa Girón, Orden Antonio Maceo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) fue fundada el 5 de septiembre de 1959 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Ella ha sido protagonista de hazañas disímiles, en las que ha primado siempre el compromiso con la defensa del país y, sobre todo, la entrega de hombres y mujeres que ven en ese lugar un espacio imprescindible en sus vidas. Así lo siente el teniente coronel de la reserva Alfredo Domenech Valdés, quien como integrante de esta unidad ha sabido cumplir con todas las tareas encomendadas.
Tanto él, como sus compañeros, recuerdan los hechos que marcaron su primera prueba de fuego, cuando esta unidad fue blanco de los bombardeos del 15 de abril de 1961, pero sus pilotos dieron una contundente respuesta a los mercenarios, durante el rechazo a la invasión por Playa Girón. Ese abril cumplieron 72 misiones combativas, hundieron 12 embarcaciones de diferentes tipos y derribaron diez aviones enemigos, además de dar cobertura aérea a las fuerzas que combatían en tierra contra el invasor.
Allí entregaron sus vidas seis de los valerosos combatientes que, sin pensarlo dos veces, defendieron el suelo patrio con la entereza que encomendó Fidel. Esos aprendizajes sirvieron para que sus integrantes supieran cómo actuar ante la movilización, instruida también por el Comandante en Jefe, a la que fueron llamados durante la Crisis de Octubre, en la que tenían la misión de actuar en caso de agresión directa de la aviación de Estados Unidos.
Trascendiendo fronteras
El teniente coronel de la reserva Libre Manuel Quintero Vera es uno de esos hombres que tienen anécdotas para contar por horas y horas. Pero las que más le apasionan son las de sus años como combatiente internacionalista.
Recuerda aquella etapa de lucha incondicional, en especial en la República de Angola, donde durante 17 años los combatientes de la Isla devinieron soldados defensores de la independencia y soberanía de aquella tierra, en la que sobresalen las acciones de Cuito Cuanavale, Sumbe, Cangamba y Calueque.
«Tenía solo 21 años cuando cumplí mi primera misión como piloto de combate, pero no por eso dejé de asumirlo con la madurez que se necesitaba. Cuando se acomete este tipo de tareas se necesita una gran preparación física y sicológica, que consolidamos con el paso de los días», explica.
Era muy común sentir miedo —refiere Quintero—, pero hubo que aprender a controlarlo. «Orientarse desde el cielo era complejo, porque Angola de día es muy verde y de noche todo es negro. No obstante, pudimos adaptarnos y superar ese y otros obstáculos».
Las relaciones de amistad fueron un pilar decisivo, pues siempre se necesita el apoyo de los compañeros para salir adelante, igual que el de la familia, con quienes nos comunicábamos por correspondencia, indica el piloto.
Libre Quintero terminó su misión justo cuando en la base sucedía otro acontecimiento que engrandeció la labor de los combatientes cubanos.
Para 1989 en la unidad se recibieron los restos de más de 2 000 mujeres y hombres que lucharon por la soberanía e integridad territorial para darles honrosa sepultura. Así, la Operación Tributo, daba cumplimiento a lo expresado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en 1976, cuando señaló: «De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber…».
Bárbaro Valdés Rivera se desempeñaba entonces como trabajador civil de las FAR. Era el encargado del aseguramiento y la alimentación de los hombres que cumplían la misión de recibir los restos.
«Recuerdo que aquella operación fue perfectamente organizada, estuvimos más de 20 días sin salir de la unidad, y no hubo ningún contratiempo. Era una misión muy sensible, porque se trataba directamente de los restos de los compañeros caídos en el cumplimiento de misiones internacionalistas», señala Valdés Rivera.
El teniente coronel Iván Vargas Rodríguez fue testigo de los días previos a los cortejos fúnebres llevados a cabo en todo el país aquel 7 de diciembre de 1989. «Fue una época de lluvia, de mucho frío, y se necesitaba que estuviéramos con fuerzas para acometer la tarea», comenta.
Esa disciplina con que sucedió la Operación Tributo permitió que cada familia pudiera rencontrarse con sus hijos. Como expresara el Comandante en Jefe el día de la ceremonia: «A esta hora, simultáneamente, en todos los rincones de donde procedían, se da sepultura a los restos de los internacionalistas que cayeron en el cumplimiento de su noble y gloriosa misión».
Un paso a la inmortalidad
Son el trabajo constante, el esfuerzo y la disciplina algunas de las claves para alcanzar el éxito en el ejercicio del deber.
Uno de los recuerdos que con más pasión atesora el pueblo de Cuba, es el del 12 de julio de 1997, cuando arribaron a suelo patrio los restos de Ernesto Che Guevara y sus compañeros de lucha, cuyo hallazgo en Bolivia puede considerarse una verdadera proeza de nuestra ciencia.
El teniente coronel Jorge Fidel Delgado Reinoso y el teniente coronel de la reserva Alfredo Domenech Valdés estuvieron entre los que prepararon la base de San Antonio de los Baños para el recibimiento. Para ellos fue un honor haber sido parte de tan solemne acontecimiento.
«Todos estábamos seguros de lo que teníamos que hacer. Aunque no conocíamos exactamente para qué estábamos alistando la base, sabíamos que era para una ocasión especial», explica Domenech.
«Fue un alto compromiso el que asumimos con la Revolución. Tener el honor de recibir los restos del Che y los otros combatientes, cuenta como uno de los días más gloriosos que hemos podido vivir aquí, además de la presencia de Fidel, de Raúl, y de toda la dirección del país», dice Jorge Fidel Delgado.
Con el sonido de las salvas de artillería que honraron las glorias de estos héroes latinoamericanos, la unidad aérea se inscribía una vez más en los capítulos de la historia, porque recibió a aquellos combatientes, de quien dijera Aleida Guevara March: «Hoy llegan a nosotros sus restos, pero no llegan vencidos; vienen convertidos en héroes, eternamente jóvenes, valientes, fuertes, audaces. Nadie puede quitarnos eso; siempre estarán vivos junto a sus hijos, en el pueblo».
En sus seis décadas, el reconocimiento a la base ha estado siempre presente, pues al cumplirse 15 años de la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América, el propio líder de la Revolución Cubana entregó la bandera que acredita a la Brigada de la Aviación con el título de «Unidad de la Guardia Playa Girón», y el 5 de septiembre de 2014, el General de Ejército Raúl Castro Ruz les impuso la Orden Antonio Maceo, en el aniversario 55 de su fundación.
Constancia siempre
La experiencia que transmiten estos hombres y mujeres que fueron testigos de aquellos años a la nueva generación, les permite aferrarse más a su consigna de defensa de la soberanía nacional. Son el trabajo constante, el esfuerzo y la disciplina algunas de las claves para alcanzar el éxito en el ejercicio del deber.
«La base es mi vida, es mi historia, sin ella no sería el hombre que soy hoy» afirmó Libre Quintero, quien sabe que aún le quedan muchos capítulos por escribir a la Unidad de Aviación de la Guardia Playa Girón Orden Antonio Maceo.