Tomás Roberto García Vargas. Autor: Archivo de JR Publicado: 22/07/2019 | 10:35 pm
«Tomás Roberto García Vargas fue uno de los jóvenes comandantes más intrépidos, decididos, inteligentes, talentosos y valientes que tuvimos en los 12 años de guerra de liberación».
Así calificó Schafik Jorge Hándal Hándal (comandante Simón), miembro de la Comandancia General del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), al joven «Feliciano», muerto en San Salvador en combate frontal contra los cuerpos represivos.
Su confesión, hasta ahora inédita, fue hecha por el ya desaparecido Schafik Hándal al entonces embajador cubano en Bolivia, Luis Felipe Vázquez Vázquez, en ocasión de su visita a La Paz, Bolivia, para la toma de posesión de Evo Morales como presidente de esa nación.
Este 23 de julio Tomás Roberto cumpliría 60 años de nacido y no solo llegó a ser jefe de los comandos urbanos clandestinos del FMLN, siendo tan joven, sino también resultó el único combatiente de esa lucha que llevaba sangre cubana en sus venas.
El exdiplomático cubano conversó con Schafik en los días de la toma de posesión de Evo en 2006 y este le confesó su opinión acerca del joven de 22 años caído en la lucha el 29 de abril de 1981.
«A tal extremo fue firme y patriota consecuente —dijo Schafik al embajador cubano Luis Felipe—, que murió junto a su madre, Ada Rosario Vargas Méndez, y a su hermano Raúl Antonio, en un enfrentamiento con las fuerzas enemigas, que en número superior a un centenar rodearon la casa donde se encontraba.
«Creo que en su carácter y en su condición de latinoamericano —le recalcó Schafik— influyeron mucho su padre y la realidad cubana. Se sintió tan cubano como salvadoreño y esa fue la motivación más grande que tuvo para exigirse a sí mismo. Ha sido un ejemplo para muchos otros compañeros del FMLN».
Tomás Roberto fue el fruto de la unión matrimonial entre el joven revolucionario cubano exiliado con 17 años en El Salvador, Roberto García Benítez —hoy coronel en retiro del Minint— y la joven salvadoreña Ada Rosario.
«Cuando le dije a Schafik que tenía un amigo de su confianza en Cuba, expresó: “Ah, sí, el padre de Feliciano. Tengo un sentimiento especial sobre este caso… y una gran deuda con él. Necesito hablarle sobre su hijo. En cuanto viaje la próxima vez a La Habana, tengo que decirle que mis compañeros y yo reconocemos el ejemplo de su hijo, su papel trascendental para la guerrilla del FMLN, y es bueno que lo sepan los jóvenes cubanos y los salvadoreños”».
Es muy importante la revelación de Luis Felipe, muy poco conocida, hecha por el comandante Simón, sobre «el también llamado Comandante cubano», que incluso no aparece en su libro de más de 600 páginas.
Duele pensar que el importante jefe guerrillero —y secretario general del Partido Comunista de El Salvador— no pudo hablar con el padre del joven héroe y mártir y lo explica así Luis Felipe:
«En cuanto Schafik regresó a su país, murió de un infarto cardiaco en el mismo aeropuerto salvadoreño. Él, que presentaba una cardiopatía notable, fue víctima de los efectos de la elevación de la presión por las diferencias de la altura de La Paz con el nivel del mar. Recuerdo —aunque no hablamos de su enfermedad— que él me dijo que, a pesar de la advertencia de algunos compañeros, no podía faltar a la toma de posesión de Evo Morales como el primer presidente indígena de Bolivia y que tenía que ser solidario con él y con América Latina».