LAS TUNAS—. Los muchachos de hoy piensan lo que dicen y dicen lo que piensan. Lo confirmé en los debates generados en la asamblea de balance 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de la empresa Ludema, especializada en la fabricación de muebles, actividad en la que figura como una de las más destacadas del país.
Tan pronto el secretario general concluyó la lectura del informe central, que, entre otras cosas, incluyó como tareas priorizadas del colectivo «profundizar en el convencimiento y en el trabajo político-ideológico con el universo juvenil del centro», y también «incrementar el crecimiento de los jóvenes a la UJC y el Partido», las opiniones fluyeron enseguida.
Entre quienes primero levantaron sus diestras para hablar del asunto estuvo un joven no militante, invitado a la asamblea. «He tomado parte en actividades de la organización juvenil y las he disfrutado junto con sus miembros. Pero pienso que deberían ser más frecuentes y variadas. Para aceptar dar el paso hacia la militancia de la organización se necesita estar motivado», aseguró.
Luis Daniel, un militante que llegó a la reunión directamente desde su taller, ataviado aún con su overol de trabajo, compartió tal criterio, aunque atribuyó la inestabilidad en la celebración de actividades al intenso ritmo con el que se labora en la fábrica. «Esto aquí es de venga y venga, porque los planes de producción hay que cumplirlos».
Los delegados no se pronunciaron tanto por los encuentros festivos como por los de corte histórico. Se dijo que si el joven no militante visita Birán —la patria chica de Fidel y Raúl—, o el cementerio Santa Ifigenia, —donde descansan los restos de nuestro Comandante en Jefe y los de otros próceres de la independencia cubana—, se sentirían más inspirados.
Ahí fue cuando intervino Mario, el funcionario del Partido. «Miren, quizá en estos momentos esos viajes no se puedan concretar. Pero, ¿cuántos aquí han ido a San Miguel de Rompe? Es Monumento Nacional, y está a unos 20 kilómetros de la capital provincial. ¿Cuántos saben que el 4 de agosto de 1868 allí se produjo la primera reunión conspirativa para iniciar nuestras guerras del siglo XIX? ¿Saben que estuvieron, entre otros, Carlos Manuel de Céspedes, Salvador Cisneros Betancourt y Vicente García? Bueno, pues entonces hay que explotar esa opción y conocer mejor lo nuestro», señaló.
Fue reconfortante saber que los jóvenes de Ludema están en la primera línea en cuanto a los niveles de producción. Se sabe que la empresa suministra buena parte de los muebles de los principales hoteles de alto estándar que se construyen en Cuba.
Pues bien, por su capacitación, algunos trabajadores han viajado hasta la capital para participar en su montaje. «A ellos pertenece también el mérito de que Ludema haya obtenido por quinto año consecutivo la condición de Vanguardia Nacional», dijo como primicia Olmedo Rojas, director de la entidad.
No faltaron en la asamblea de balance el rechazo a las torpes agresiones de nuestro enemigo histórico y a sus leyes estrafalarias. «Las combatiremos trabajando», dijo con energía un militante.
Me fui a casa con la certeza de que a una juventud como la de Ludema, que ha convertido el ímpetu en el trabajo en un sacerdocio, el sentido de pertenencia por su fábrica en una obsesión y el compromiso político en un principio inalienable, no hay fuerza capaz de vencerla.