Como en aquel histórico 10 de abril de 1869, una Constitución necesaria se proclama en Cuba; una Carta Magna que identifica y protege los derechos del pueblo desde el ámbito jurídico.
Así lo expresó Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el contexto de la II Sesión Extraordinaria de la IX Legislatura del Parlamento Cubano, que tuvo lugar este miércoles el Palacio de las Convenciones de La Habana.
El también miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba se refirió a la importancia de la Constitución de Guáimaro como antecedente, y destacó su papel en la transformación revolucionaria de la sociedad de aquella época, donde existían grandes injusticias como la no inclusión de las mujeres en la vida política.
No obstante, dijo, en medio de las apasionadas discusiones en torno al ideal republicano, Ana Betancourt de Mora pronunció las siguientes trascendentales palabras: «Ciudadanos: la mujer en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba, paciente y resignada, esta hora hermosa, en que una revolución nueva rompe su yugo y le desata las alas».
Explicó que solo a partir del triunfo revolucionario de 1959 se haría realidad el sueño de Ana Betancourt, con la participación activa y decidida de la mujer en la Revolución. Actualmente, argumentó, de los 605 diputados presentes el 53,22 por ciento son mujeres.
Sin embargo, tal logro es fruto de una larga historia de luchas y también de varias constituciones. Recordó que a partir del texto de Guáimaro se escribieron otros; Baraguá en 1878, Jimaguayú en 1895, y la Yaya en 1897.
«Todas estas cartas magnas fueron expresión de los anhelos de establecer un Estado soberano e independiente, de alcanzar la abolición de la esclavitud y de, como definiera Martí, crear una nación con todos y para el bien de todos», expresó Lazo Hernández.
Con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959 se siguió el espíritu de la Constitución de 1940 y la esencia de las aspiraciones expresadas por el Padre de la Patria en Guáimaro.
Así, en 1976 se proclamó la Constitución que nos ha guiado hasta el día de hoy. «Esta marcó un hito en la historia política y jurídica contemporánea de Cuba, al reflejar los logros de la Revolución en sus primeros años y devino brújula del proceso de institucionalización del país», precisó.
Entre las premisas de la Constitución de 1976 destacó la defensa de la unidad nacional y la autodeterminación del Estado, así como la existencia de un Partido único como fuerza dirigente, encargado de unir la voluntad de la nación en defensa de su libertad e independencia.
En este día, donde proclamamos una nueva Constitución de la República, recordamos —como bien se expresa en el preámbulo de la misma—, «el heroísmo y patriotismo de los que lucharon por una Patria libre, independiente, soberana, democrática, de justicia social y solidaridad humana, forjada en el sacrificio de nuestros antecesores».
Para ellos, dijo, nuestro respeto, el tributo de lo alcanzado y el compromiso de seguir esforzándonos por mayores logros de la Patria y el Socialismo.
Se refirió al sentido del momento histórico que tenemos los cubanos y a cómo hemos asumido todo el proceso de reforma constitucional, con unidad, compromiso, responsabilidad y determinación.
Este proceso tuvo su momento culminante el pasado 24 de febrero, cuando se puso de manifiesto el apoyo mayoritario del pueblo a la Revolución y se ratificó la nueva Carta Magna, a la que daremos vida con su cumplimiento y el de las leyes que de ellas se deriven, puntualizó el Presidente del Parlamento.
La actitud de nuestro pueblo; su inmenso sentido de la unidad, su moral indestructible y su fuerza al defender la libertad demuestran al mundo, una vez más, que el cubano es y seguirá siendo un pueblo soberano y socialista, acotó.