Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Al calor de su generoso corazón

Distintas personalidades han abordado con pasión la figura de Mella y su dimensión dentro de la historia del pensamiento revolucionario cubano. Todas coinciden en la intensidad de lucha de un joven que fue el que más hizo en más breve tiempo, un volcán de batalla y de futuro

Autor:

Juventud Rebelde

El pensamiento de Mella

Mella, desde el primer instante, descolló como un extraordinario combatiente revolucionario. Inició en nuestra vieja universidad la Reforma universitaria, vinculó los estudiantes a los obreros, organizó el primer Congreso de Estudiantes, fundó la Universidad “José Martí”, organizó la Liga Antimperialista y fundó además, junto a Baliño y otros revolucionarios, el primer Partido Comunista de Cuba. ¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!

A los pocos años, ya no solo era un dirigente estudiantil, sino también un dirigente de la clase obrera cubana, y rápidamente alcanza dimensión de dirigente latinoamericano. Y si se analiza el pensamiento de Mella, las ideas internacionalistas de aquel Mella que venciendo todas las dificultades llegó hasta el primer barco soviético que visitó a nuestro país; de aquel Mella, combatiente incansable contra el imperialismo, se podrá apreciar la coincidencia entre su pensamiento y los hechos de la Revolución Cubana, la coincidencia de su pensamiento y el pensamiento de la Revolución Cubana, lo que Mella aspiraba a hacer y lo que ha hecho la Revolución Cubana.

Mella se ve obligado a abandonar el país meses después de su histórica huelga de hambre. Pero su extraordinaria personalidad, sus ideas y su combatividad atemorizaban demasiado al imperialismo yanqui, a la oligarquía al servicio de ese imperialismo y a la tiranía machadista; no pararon hasta instrumentar la conjura que culminó en el cobarde asesinato del 10 de enero de 1929. Troncharon aquel talento extraordinario, aquella vida fecunda, en la flor de su existencia. (Fidel Castro Ruz)

El sentido de la algarada

[Mella] tenía el sentido de la algarada que se convierte en motín, el motín que se convierte en insurrección, la insurrección que se alza a Revolución y que quema y modifica a los pueblos. A través de las conmociones y de los motines estudiantiles, Mella hubiera podido ir casi a la Revolución. (José Lezama Lima)

Oratoria encrespada y sonora

Mella se transformó en pocos días en un gran líder estudiantil, en el más auténtico líder estudiantil que hasta ahora ha producido Cuba. El histórico Patio de los Laureles fue el escenario de sus más resonantes triunfos de entonces. Tantas veces lanzó su palabra violenta y magnética desde aquel sitio, que cree uno aún percibir el eco de su oratoria encrespada y sonora. Recuerdo la última vez que lo oí hablar. Fue el 26 de noviembre de 1925. Ya Machado había descargado su aparato de represión y terror sobre el estudiantado en rebeldía, amenazando con arrebatarle las conquistas logradas en la revolución de 1923, lo que al cabo obtuvo con la       ayuda de los estudiantes traidores. La atmósfera era tensa. Mella —aclamado por todos— subió a la improvisada tribuna. Su mirada resuelta y brillante se recogió un momento en sí misma, y luego, con gesto dominador y altivo, la melena flameante, el brazo poderoso rubricando el aire, rompió a hablar. Cuando concluyó toda aquella muchedumbre de jóvenes enardecidos pugnaba por estrecharlo en sus brazos. (Raúl Roa) 

El deber de imitarlo

Aquí está, sí, pero no en un montón de cenizas, sino en este formidable despliegue de fuerzas. Estamos aquí para tributar el homenaje merecido a Julio Antonio Mella, inolvidable para nosotros, que entregó su juventud, su inteligencia, todo su esfuerzo y todo el esplendor de su vida a la causa de los pobres del mundo, de los explotados, de los humildes. Pero no estamos solo aquí para rendir ese tributo a sus merecimientos excepcionales. Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario. Para eso estamos aquí camaradas, para rendirle de esa manera a Mella el único homenaje que le hubiera sido grato: el de hacer buena su caída por la redención de los oprimidos con nuestro propósito de caer también si fuera necesario. (Rubén Martínez Villena)

La pasión de una juventud extraordinaria

Julio Antonio Mella, joven, bello e insolente, como un héroe homérico, agonizaba de manera dramática en la Quinta del Centro de Dependientes, abatido día a día por una decisión de no ingerir alimentos, como protesta por su arbitraria prisión.

Machado, que era lépero en política, y astuto en los negocios, se cegaba al olor de la sangre. El subconsciente de carnicero lo perdía. ¡Machado era incapaz de comprender lo que significaba Mella, muerto de hambre por pedir justicia!… ¡Y Mella se moría!…

Por muy revolucionarios que fueran los compañeros de Mella, y por mucho que comprendieran la extraordinaria significación que tendría para el avance del movimiento revolucionario en Cuba la muerte de Julio Antonio Mella, asesinado por hambre, eran, también, sus camaradas, sus amigos, y, por el conocimiento que tenían de él, adivinaban todo lo que podía esperarse de aquella exuberancia incomparable de vida, puesta con la pasión de una juventud extraordinaria, al servicio total de la revolución. ¡Y Mella se moría!… (Pablo de la Torriente Brau)

Enemigo de todas las dictaduras

En la persona de Mella asesinaron no solo al enemigo del dictador cubano, sino al enemigo de todas las dictaduras. Machado, una caricatura de Benito      Mussolini, ha cometido un nuevo crimen, pero hay muertos que hacen temblar a sus asesinos y cuya muerte representa, para aquellos, el mismo peligro como su vida de combatientes […] esta noche, un mes después del cobarde asesinato, honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando. (Tina Modotti)

 

Lanzó del arco tenso disparada

la roja flecha contra el viejo muro:

punta de sueño, lengua de futuro

que allí vibrando se quedó clavada.

 

Sobre la rota piedra penetrada

hincó de su bandera el mástil duro;

aún era noche, el cielo estaba oscuro,

pero ya el viento olía a madrugada.

 

Partió después con su profundo paso

y una canción que al porvenir advierte,

Mella hacia el mediodía sin ocaso.

 

Su derribada sangre es vino fuerte

alzad, alcemos en el rudo vaso

la sangre victoriosa de su muerte.

 

Poema Mella, de Nicolás Guillén

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