Justamente, el dominio del inglés y la decisión de exigir este para obtener un título universitario generó debates en alumnos, padres y docentes, quienes seguros de la necesidad de dominar una lengua extranjera, lo consideraron un desafío muy alto ante las deficiencias en las enseñanzas precedentes . Autor: LAZ Publicado: 13/10/2018 | 09:07 pm
Disponer de una lengua extranjera como el inglés, que sirva de instrumento para el ejercicio de la profesión y vía de acceso a la cultura y a herramientas propias de la carrera, no es una utopía sin basamento lógico, sino una necesidad palpable en el mundo de hoy para lograr un profesional con formación integral.
Por esta razón el Ministerio de Educación Superior (MES), como parte de las transformaciones que realiza en sus planes de estudio, se planteó hace dos años profundos cambios en la enseñanza de ese idioma. Sin embargo, la realidad superó las posibilidades de llevar a cabo tan prometedor empeño.
Y ello lo demuestra, por ejemplo, Dayana Camler, estudiante de 2do. año de la Licenciatura en Español-Literatura, quien recientemente se presentó a la primera convocatoria para los exámenes de certificación del idioma inglés del curso 2018-2019 en la Universidad de Oriente (UO) y no pudo vencerlo.
Considera que su trayectoria en el estudio de esa lengua, desde la Primaria hasta ahora, no ha sido mala; sus notas en la asignatura siempre fueron buenas, el idioma le gusta y está preocupada por vencer el nivel; sin embargo, de las 40 preguntas del examen escrito, solo pudo responder 14.
«Estaba muy difícil; los textos eran complejos, hechos como para profesores, para alguien que haya profundizado en el idioma. No pude ni siquiera llegar a las 20 preguntas», señala la joven, quien también en primer año fue una de los dos alumnos de su aula que se presentó a un examen diagnóstico y tampoco lo aprobó.
Ahora Dayana es la única de su aula que vuelve a presentarse, y aunque «mi profesora guía me dijo que habían bajado el nivel tampoco podremos vencerlo. Muchos de mis compañeros dan cursos por la calle, en la iglesia o el Colegio Lasalle, que consideran mejor, pues realmente aquí no hay muchas condiciones», reconoce.
Por su parte, Yailén Orozco, estudiante de 5to. año de la Licenciatura en Pedagogía-Sicología de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí, opinó que «es muy necesario saber inglés por las oportunidades de trabajo que te ofrece, pero no todos contamos con tantos conocimientos. También sucede que no todo el mundo se siente motivado; prefieren dedicarse a las asignaturas de la especialidad».
Julio César González, estudiante de 2do. año de Cultura Física, también de la ciudad del Yayabo, recuerda que el pasado año fue a las clases que le dieron para alcanzar el A2, pero por varias dificultades el profesor no terminó el curso. «Ahora espero para matricular nuevamente, pues me interesa alcanzarlo para cuando me gradúe no tener problemas. Es cierto que no todo el grupo fue disciplinado a la hora de cumplir con el horario».
Tampoco la experiencia de Claudia Rodríguez, estudiante de 2do. año de Contabilidad de la Universidad de La Habana, fue satisfactoria en el curso anterior. Los horarios de clases del idioma extranjero le coincidían con los de su plan de estudios, por lo que tuvo dificultades para asistir a los encuentros, que tenían lugar en el Estadio Universitario.
Los profesores apuntan
Justamente, el dominio del inglés y la decisión de exigir este para obtener un título universitario generó debates en alumnos, padres y docentes, quienes seguros de la necesidad de dominar una lengua extranjera, lo consideraron un desafío muy alto ante las deficiencias en las enseñanzas precedentes y así se reflejó en el reportaje Do you speak English? (Juventud Rebelde, 28 de noviembre de 2015).
Quizá por esto el tema fue de los más debatidos en el 9no. Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), celebrado en julio último. Alumnos de la Universidad de La Habana y de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona apuntaron que bajar el nivel no es la solución. Igualmente reclamaron que el idioma regrese como asignatura curricular y se busquen mejores métodos para su aprendizaje. Otros pidieron mayores condiciones para los centros de idiomas en los que deben matricular y mayor estabilidad de los profesores que imparten la materia.
Pero no solo los alumnos tienen criterios encontrados cuando de la enseñanza del inglés se habla. También los profesores apuntan elementos esenciales y que saltan a la vista cuando se analizan los diagnósticos de los centros de idiomas de las universidades: es el bajo nivel, la mala base y hasta escasa motivación hacia el dominio del idioma con que llegan los estudiantes a la Educación Superior.
Laura Santalla, profesora de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, reflexionó que con los contenidos que se impartían en el anterior plan de estudios, los alumnos no alcanzaban el nivel de inglés necesario para lograr fluidez verbal ni comprender textos científicos.
«Lo que hacían era volver a repasar conocimientos básicos de preuniversitario, y la universidad no está para solventar los vacíos dejados por enseñanzas anteriores, aunque tampoco es culpa de los estudiantes la mala preparación que recibieron», reconoció.
En tanto, Hilda Rosa Castillo, profesora auxiliar de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí, consideró que no es suficiente que se disponga de bibliografía y materiales de estudio para influir en la formación de un estudiante con el nivel anhelado, si no se cuenta con los profesores, incluso desde los niveles precedentes.
«La generalidad de la matrícula de esta universidad tiene poca preparación en el idioma. Los más avezados se preparan fuera de la escuela. Incluso, por municipios resultan muy evidentes esas diferencias. No es lo mismo quienes llegan de La Sierpe, el territorio espirituano con más problemas en la cobertura docente, que de otros como Cabaiguán y Trinidad».
Esa impresión la comparte además la Doctora en Ciencias Pedagógicas Elia Mercedes Fernández, quien con sus 44 años de experiencia ha transitado como profesional por todas las enseñanzas. «Es posible que el estudiante alcance el nivel A2, pero para lograrlo se precisa garantizar la organización de un sistema de trabajo que permita elevar la preparación del alumnado de forma sistémica, sistemática e intensiva.
«En eso influye además que el educador tenga conciencia del carácter emotivo en el currículo del aprendizaje de la lengua para que llegue de forma novedosa, creativa y atractiva. Si el mundo ha caminado hacia la formación de un profesional con un nivel cada vez más alto en el idioma inglés, nosotros no podemos dar la espalda a esa realidad y más si anhelamos un país en desarrollo y sostenible», dijo la profesora espirituana.
Una nueva fórmula
Según Santiago Jorge Rivera Pérez, asesor técnico-docente de la Dirección de Formación de Profesionales del MES, los cambios en la enseñanza del idioma inglés se proyectan en tres direcciones: una administrativa, que tiene que ver con la creación de una nueva estructura para la formación de los profesionales, para lo cual se proyectó la creación de centros de idiomas en las universidades.
Añade que la segunda dirección es metodológica, con la preparación de los profesores en las tendencias internacionales más modernas para la enseñanza de la lengua extranjera, y otra vertiente es la tecnológica, que implica utilizar soportes que faciliten el aprendizaje y el proceso de autogestión y autoaprendizaje de los estudiantes.
«Para lograr un escenario satisfactorio en la enseñanza del idioma es preciso crear una serie de condiciones en las universidades, como son el completamiento de los claustros y el aseguramiento tecnológico y bibliográfico. Aunque se han dado pasos no ha sido posible garantizar lo necesario.
«Todo esto, unido a la mala base que traen los estudiantes de años precedentes, llevó a un replanteamiento de la política que se concibió en un momento inicial de establecer el nivel B1 del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas, y tomar otro menos exigente, el A2 del mismo referente internacional», precisó.
Rivera Pérez dijo que esta adecuación permite realizar una transición gradual. «Hay universidades y carreras que mantienen el idioma inglés como parte del currículo, las cuales se irán sumando a la nueva experiencia en la medida en que las condiciones se lo permitan.
«Las que ya tienen en práctica la nueva experiencia ahora cambian hacia este parámetro en la medición de los conocimientos. Constantemente estamos midiendo el aprendizaje, la manera en que se desarrolla la experiencia. La adecuación al nivel A2 la mantendremos en los próximos dos cursos y entonces se tomarán nuevas decisiones», dijo.
La Universidad no da la espalda, pero…
Quitar del currículo académico la asignatura no significa que la Universidad dé la espalda a los alumnos para el aprendizaje del inglés. Foto: Roberto Suárez
Quitar del currículo académico la asignatura no significa que la Universidad dé la espalda a los alumnos para el aprendizaje del inglés. Ahora oferta la posibilidad de que cada quien se prepare a partir de sus conocimientos. Para ello se realizan los llamados exámenes de colocación, que ubican a los estudiantes según sus habilidades y también los exámenes de certificación, para quien ya tiene cumplido ese requisito.
Igualmente se han creado los centros de idioma, pero, como nos recordaron algunos educandos con los cuales este diario dialogó, no han dado el mejor fruto. Dayana Camler, de la UO, apuntó que desde el primer año está matriculada en ese centro, y «aunque mi asistencia no ha sido buena, pues es complejo venir hasta acá desde otra sede, debido a la distancia, siento que lo recibido en clases no se corresponde con el nivel de los exámenes».
Según información aportada a este diario por Milsania Fumero López, decana de la santiaguera facultad de Lenguas Extranjeras, durante el curso 2016-2017, el primero de implementación de la política, solo 12 estudiantes lograron superar los exámenes de certificación; y durante el pasado 2017-2018, solo 248 de los 1 054 matriculados en el centro de idiomas consiguieron cumplir los requerimientos.
La UO es de las pocas instituciones que ha conseguido organizar el Centro; mas, como explica Marisela Estrada Ferrera, su directora, tiene limitaciones objetivas. Con 53 carreras vinculadas al Plan E y la segunda matrícula del país, el Centro de Idiomas santiaguero tiene apenas 12 docentes, quienes deben cubrir los 40 grupos previstos.
También existe carencia de aulas, personal para asumir los servicios que deben ofrecerse, y problemas infraestructurales como laboratorios y un centro de autoacceso subutilizados por problemas eléctricos. Eso deviene obstáculo para que los estudiantes, con ayuda de las nuevas tecnologías, puedan enriquecer la información que el profesor da en el aula e incluso autoevaluarse.
Tahirí Pérez Perdomo, directora del Centro de Idiomas de la Universidad de Sancti Spíritus, se mostró preocupada porque los alumnos de esa institución no tienen conciencia de que si no alcanzan el A2 no se graduarán y, por tanto, no asisten a las preparaciones, que son voluntarias». Recordó que las clases las pusieron en el turno contrario a sus horarios docentes y, «en algunas ocasiones, las facultades planificaban actividades que chocaban con nosotros y ellos preferían ir a aquellas».
Por suerte esta situación cambió, cuenta Pérez Perdomo, y aunque las clases no están en la parrilla curricular, sí aparecen en el horario docente. Sin embargo, el centro de idiomas espirituano enfrenta otros frenos: «Tenemos un solo laboratorio y no posee las mejores condiciones. Ante ello para las audiciones tenemos que llevar computadoras y televisores al aula, así como utilizar el de la carrera de Licenciatura en Lenguas extranjeras», señala.
Como aporta Maribel Ferrer Vicente, vicerrectora docente de la UO, la situación es compleja y evidencia la urgencia de mejorar las estrategias de enseñanza del inglés. Agrega que resulta vital que las diferentes carreras vinculen sus contenidos con el Inglés, ya sea indicando bibliografías en esta lengua, u otras vías; una manera hasta ahora efectiva de motivar a los alumnos y contribuir a que descubran la utilidad del uso del Inglés en su futuro profesional.
En el caso de la UO, Fumero López explica que en este curso se da prioridad al entrenamiento y actualización de los profesores del Centro de idiomas y de la enseñanza de las lenguas en general, en torno a lo establecido por el Consejo Británico y el Marco Común de Referencia Europeo, lo que pondrá al claustro en mejores condiciones. «Si se evalúa de una forma, debe enseñarse de esa misma forma».
Cuando las condiciones estén creadas
Como la enseñanza del inglés es un tema que requiere de todos, en la comisión de Docencia e investigaciones del 9no. Congreso de la FEU se tomaron cuatro acuerdos en relación con el tema. Estos están dirigidos a estimular la presencia del inglés en los diferentes eventos científicos que se desarrollen; incorporar al menos dos veces al año una semana dedicada a esta materia en cada universidad en la que se realicen iniciativas que permitan el aprendizaje y consolidación de los conocimientos del idioma; solicitar, en la medida en que sea posible, que las universidades se equipen con laboratorios de idiomas, y contribuir con la captación de estudiantes que dominan el idioma para el Movimiento de Alumnos Ayudantes Frank País García.
Desde el MES llegan también otras alternativas. Marta del Carmen Mesa Valenciano, viceministra primera de ese organismo, señaló que aunque se plantea la posibilidad de la autogestión del estudiante, al sacar al inglés como asignatura del currículo, sigue siendo un encargo de la Educación Superior garantizar las vías de preparación.
«Pero al evaluar el proceso, luego de dos años de implementación de la política, era muy pequeño el porciento de los estudiantes que cumplían con los requerimientos», explicó la directiva, quien ratificó que existe déficit de profesores e insuficientes laboratorios de idioma. «No podemos pasar la responsabilidad al estudiante para que busque la solución por sus vías. El encargo es de la universidad.
«No podíamos llegar a la graduación sin darle una solución al problema. Por ello decidimos hacer esta modificación, adaptarla a las condiciones que tenemos, pero manteniendo el requisito para la graduación, no a los niveles que inicialmente planteamos, aunque la Educación Superior no renunciará a exigir más adelante —cuando las condiciones estén creadas— niveles superiores de aprendizaje de esta lengua y que nuestros graduados alcancen esas habilidades».
El convenio con el Consejo Británico
Desde el año 2009, un convenio de trabajo conjunto entre el Consejo Británico (British Council) y el Ministerio de Educación Superior (MES), posibilita el intercambio entre expertos nacionales y extranjeros sobre la enseñanza del idioma inglés y responde a la política de perfeccionamiento de la enseñanza de este idioma en nuestras universidades.
Con ese fin se organizan encuentros entre catedráticos británicos y profesores universitarios de la asignatura, como las Conferencias nacionales de la enseñanza del idioma, que en junio último celebraron su cuarta entrega (tienen carácter bianual) con la presencia de profesionales de todo el país y, por primera vez, de estudiantes de carreras pedagógicas, futuros profesores de Lengua Inglesa.
Como parte de este empeño, no son pocos los catedráticos ingleses que han llegado a Cuba a compartir sus prácticas. Para la cita de junio, por ejemplo, se invitó a Anna Edgar, Robert Williams y Graham Stanley, quienes debatieron sobre las mejores prácticas para la enseñanza de este idioma en el nivel superior, en particular la enseñanza remota.
Se trata de una «enseñanza virtual cara a cara», donde se ejecutan lecciones a través de videoconferencias, ya sea por medio de equipo especializado de alta calidad y conexiones de fibra óptica o plataformas como Skype, Adobe Connect o Zoom, explicó Minerva Rodríguez Delgado, directora del Consejo Británico en Cuba.
El Consejo Británico —institución que este 2018 celebra sus 20 años de trabajo en Cuba— realiza, de conjunto con el MES, además de las conferencias, otras acciones para consolidar la enseñanza del Inglés en las universidades, como la certificación —con validez internacional— de los niveles de competencias docentes de los profesores, la capacitación a estudiantes en años decisivos, y la creación de un grupo nacional de evaluadores de programas y de dominio de habilidades comunicativas.
Rodríguez Delgado explicó que como resultado de todas estas experiencias, en breve se comenzarán a implementar mejores alternativas educacionales en el país; y que se ha avanzado en los encuentros con el Ministerio de Educación (Mined) para utilizar los contenidos del Marco Común Europeo de Referencia en los niveles primario y secundario.