La producción nacional de este tipo de lámparas garantiza el incremento de la eficiencia energética en el país Autor: Roberto Garaicoa Martinez Publicado: 15/03/2018 | 07:29 pm
Surgida a inicios del siglo XX, no fue hasta hace poco tiempo que la tecnología Led comenzó a comercializarse en nuestro país y sus beneficios a iluminar los hogares cubanos, donde, además de ofrecer una calidez y nitidez de luz mejor que las luminarias convencionales, contribuye a disminuir los costos por consumo de electricidad.
«Estudios recientes estiman un total de 33 360 000 lámparas led instaladas por todo el territorio nacional, en algo más de cuatro millones de consumidores de electricidad, de los cuales 3,9 millones pertenecen a servicios del sector residencial», informó a JR el Ingeniero químico Erdey Cañete Tejas, especialista de la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía (Onure).
Al consumir 2,5 veces menos que una bombilla de bajo consumo convencional y 8,9 veces menos que una bombilla tradicional incandescente, esta tecnología tiene un alto impacto en la demanda y el consumo eléctrico del país, al representar un ahorro económico de hasta el 90 por ciento de la factura energética, detalló el especialista.
La expansión de este tipo de lámparas es un importante paso en la política energética aprobada en 2014 para el desarrollo de las fuentes renovables de energía y el incremento de la eficiencia energética, dentro de la cual se prevé la venta de más de 13 millones de esas luminarias en el sector residencial hasta el año 2030, argumentó.
De lograrse tal propósito, dijo, estos elementos tendrían un impacto directo en la demanda, con una reducción estimada de 93,6 megawatts, equivalentes a la energía que necesitarían para su funcionamiento 93 000 cocinas eléctricas conectadas al mismo tiempo.
El impacto en el consumo también sería representativo, con una reducción, por concepto de iluminación, ascendente a 6,7 gigawatt hora en un mes, similar al consumo de más de 40 000 viviendas en igual período, y una disminución de la emisión de dióxido de carbono (CO2) de más de 206 424 toneladas.
Para tener una magnitud real del fenómeno en el sector residencial, Cañete Tejas explicó que una vivienda cubana tiene ocho lámparas como promedio, de las cuales cinco son tubos fluorescentes rectos, mayoritariamente de 18 watts con balastro electromagnético (existen algunos tubos de 36 watts y algunos tubos led de 18 watts), y las tres restantes son lámparas fluorescentes compactas de una potencia promedio de unos 15 watts y un bajo por ciento de bombillos led.
De ahí la importancia de potenciar la producción y distribución de esta tecnología que tiene, además, una vida útil de hasta 50 000 horas, frente a las 2 000 horas de una bombilla tradicional (una duración de 17 años a ocho horas diarias de utilización), además de que ofrece la posibilidad de encendido y apagado ilimitados, sin afectar su desempeño y funcionamiento.
Aun cuando en los dos últimos años la tasa de crecimiento en la instalación de este tipo de tecnología es de unas 200 000 unidades en todo el territorio nacional, el especialista insistió en la necesidad de concientizar a nuestro pueblo en el ahorro de electricidad, alcanzar mayor eficiencia en el consumo energético, conservar la energía, preservar el medio ambiente, e interiorizar que el kilowatt más útil es el que se ahorra.
Este tipo de luminarias, que se produce en el país, se comercializa en algunas cadenas de tiendas recaudadoras de divisas (las bombillas) y en la red minorista del Ministerio de Comercio Interior (las luminarias) con un precio de 30 pesos en moneda nacional, a tono con la política energética, concluyó el especialista.
Comparación de luminarias en watts y lúmenes (unidad del Sistema Internacional de Medidas para medir el flujo luminoso, una medida de la potencia luminosa emitida por la fuente)
Orígenes de la tecnología led
El primer led —diodo emisor de luz— fue desarrollado en 1927 por el científico e inventor ruso Oleg Vladimirovich Losev. Sin embargo, no se usó en la industria hasta los años 60, cuando solo se podían construir de color rojo, verde y amarillo con poca intensidad de luz. Entonces su utilización estaba limitada a los mandos a distancia (controles remotos) y electrodomésticos, para marcar el encendido y apagado, explicó Cañete.
No fue hasta finales del siglo XX que se inventaron los ledes ultravioletas y azules, dando paso al desarrollo del blanco y la utilización de esta tecnología en sistemas de iluminación.