Tomy fue el modelo de su obra cumbre sobre la comercialización de la imagen del Che Autor: Juvenal Balán Publicado: 07/10/2017 | 03:48 pm
El trabajo fue un encargo y no por ello puede dudarse de su calidad. Pegó, y tal fuerza tuvo su gancho que fue la pieza más conocida y reproducida de la abultada obra del caricaturista Tomás Rodríguez Zayas (Barajagua, Holguín, 26 de abril de 1949-La Habana, 6 de septiembre de 2010) o simplemente Tomy para los colegas del gremio.
Entrevistado por las páginas de este diario, al que dedicó gran parte de su existencia, dijo que la obra fue realizada para la revista El Caimán Barbudo.
«El tema era el de la comercialización de la imagen del Che, que ha sido utilizada, incluso, para cosas sin sentido, o que no guardan relación alguna con esa personalidad tan importante de nuestro tiempo», dijo entonces.
Tomy captó el sentido de los editores y su historieta fue portada del número especial dedicado al Che en el año 1997.
En cuatro cuadros, «el guajiro más distinguido de Barajagua» mostró a un joven con un pulóver sobre el cual lleva estampado el rostro del Che. «Se lo va quitando en una especie de striptease, pero al terminar de hacerlo, él lleva esa misma estampa grabada en la piel de su pecho».
Como curiosidad les cuento que el propio Tomy posó para su historieta. Le costaba dibujar la posición en que quedaban las manos al desvestirse y pidió al fotógrafo Juvenal Balán, del diario Granma, que entonces trabajaba en ese medio, que le tomara las fotos que luego le facilitarían el trabajo.
Su historieta, de excelente factura y concepto, fue un boom. Se reprodujo en varios soportes: periódicos, libros, revistas impresas y online, pulóver y cerámica. Todavía está inconcluso un mural de gran formato en uno de los edificios de 18 plantas de Holguín.
En ese proyecto estuvo involucrado poco antes de morir. Se sabe que en uno de los talleres de la fábrica de cerámica blanca José Luis Tasende, en la ciudad de Holguín, trabajó en las 3 700 lozas que compondrían la obra.
La historieta aún impacta porque Tomy supo captar la trascendencia del Guerrillero Heroico, a quien solo vio una vez. Fue en el año 1961 en la Plaza de la Revolución durante el desfile de clausura de la Campaña Nacional de Alfabetización.
Él estaba allí entre los miles de jóvenes maestros. Con 12 años de edad dejó el calor del hogar y se fue a enseñar el misterio de las letras.
Contó que vio al Che desde la distancia, pero nunca dejó de admirarlo. Trató de seguir su ejemplo, su estoicismo y esa capacidad que tenía para trabajar sin descansar.