La recuperación e incremento de áreas de organopónicos son una prioridad hoy. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 06:58 pm
«Este es un programa que cuando las condiciones climáticas lo golpean demasiado es porque no se han tomado las medidas establecidas para evitar pérdidas».
La afirmación es rotunda, pero viene de una voz autorizada como la del Doctor Nelso Companioni Concepción, secretario del Programa Nacional de Agricultura urbana, suburbana y familiar, que cuenta con 380 000 productores asociados, el 27 por ciento de ellos jóvenes.
«Nosotros decimos que este es el programa de la retaguardia. Y la retaguardia nunca puede fallar», sentencia el Doctor, tras recordar que entre las fortalezas con que cuentan están los 29 años de existencia de los organopónicos, los 19 de la agricultura urbana y los ocho de la suburbana.
«Para entrar en un campo convencional, luego del paso de un ciclón, primero hay que esperar a que se seque la tierra. En el organopónico al día siguiente, si se protegieron las posturas o se utilizan siembras directas, ya se puede empezar a sembrar. Incluso, cuando pasa un huracán los organopónicos son los primeros que tributan con sus producciones.
«Nuestro sistema está diseñado para funcionar en condiciones y tiempos excepcionales, lo mismo para eventualidades climáticas que ante carencias coyunturales. Estamos preparados para producir cuando la agricultura convencional no puede, por lo tanto debemos responder con niveles sostenidos de manera permanente», acotó.
Las prevenciones a las que se refiere Companioni no son infundadas, porque estos programas se enfrentan a las mismas dificultades que cualquier sistema de producción de alimentos.
Prueba de ello fue lo ocurrido entre el mes de diciembre de 2015 y enero de 2016. En ese entonces, tanto la agricultura convencional como la urbana, suburbana y familiar, perdieron prácticamente las cosechas por fuertes aguaceros inesperados que se presentaron en el occidente.
«Perdimos no solo el tomate y las hortalizas, también el tabaco sufrió grandes daños en esta zona y en la parte occidental del centro de la Isla», lamentó.
Para mayor percance, de Villa Clara hacia el oriente ocurrió todo lo contrario, una sequía extraordinaria que también golpeó muy fuerte.
«Aunque la agricultura urbana está más protegida por las propias áreas donde se siembra, pues los canteros de los organopónicos tienen las paredes laterales y si llueve fuerte el agua no arrastra nada, aun así en aquella ocasión nos vimos afectados por el exceso de humedad. Por esa razón los canteros se saturaron de tanta agua y los cultivos experimentaron déficit de oxígeno y empezaron a surgir las enfermedades fungosas, como ocurrió en la agricultura convencional.
«Aunque se prevé recibir una inyección fuerte de sistemas y equipos distribuidores de agua, a través del estudio de factibilidad del programa, actualmente carecemos de los mismos en muchas unidades.
«Cuando resolvamos esa limitación creceremos más aceleradamente en áreas. En un poco más de 8 000 hectáreas distribuidas en organopónicos, huertos intensivos y semiprotegidos ahora estamos produciendo cerca de 1 100 000 toneladas de hortalizas y condimentos frescos. Aspiramos a alcanzar, cuando se resuelvan estas limitaciones, las 10 000 hectáreas, para producir más de 1 200 000 toneladas en 2019.
«Lo que sí es una realidad innegable es que en las áreas con las cuales contamos mantenemos rendimientos estables, pues no tienen por qué disminuir si se respeta la disciplina tecnológica.
«A los organopónicos, salvo casos excepcionales, no les falta el agua, aunque carecemos de sistemas de riego. El líquido se aplica racionalmente por diferentes vías: regaderas, mangueras y pipas con cisternas.
«Por todo ello la sequía nos golpea en menor grado que a la agricultura convencional. Además, se toman medidas para proteger la humedad del cantero. Por ejemplo, ponemos distintas coberturas sobre la superficie entre los surcos. El sistema nuestro se ha diseñado con tecnologías para que no seamos tan vulnerables a los fenómenos asociados al cambio climático.
«Tanto es así, que cuando se pierden los semilleros de lechuga o de tomate, le llamamos la atención al productor. La agricultura convencional siembra hectáreas de semilleros, pero en la urbana lo que se siembra es un pedazo de cantero, y cuando llega un temporal se le puede cubrir, aunque sea con una plancha de zinc, con naylon y hasta con yaguas, si se está en el campo».
—¿Cómo continuar preparando a las personas para este tipo de agricultura, en medio de la situación que existe con la fuerza de trabajo en el campo y el envejecimiento poblacional que sufrimos y que se acentuará mucho más?
—Tenemos 941 círculos de interés que promueven la vocación de los infantes por la agricultura urbana, suburbana y familiar. Los más destacados son los referentes a hortalizas y condimentos frescos, frutales, ganado menor y pequeña agroindustria.
«La garantía del relevo de la fuerza laboral, científica y técnica se apoya en la estimulación de la vocación por la tierra, las plantas y los animales, y estos círculos de interés —que muchas veces radican en las fincas de los productores de la agricultura urbana, suburbana y familiar— son escenarios ideales para consolidar el amor a la tierra, al trabajo y a la investigación».
—¿Cuáles son las principales proyecciones del programa?
—Estamos trabajando en la recuperación e incremento de áreas de organopónicos, huertos intensivos y organoponía semiprotegida, que garanticen permanencia y surtido de hortalizas y condimentos frescos durante todo el año.
«Debemos ampliar la producción local de semillas en distintas zonas agroclimáticas e incrementar el nivel de categorización de las mismas.
«También hoy se busca asegurar un alto nivel de fertilidad en suelos y sustratos en las unidades productivas, con la aplicación de los abonos orgánicos, biofertilizantes y bioestimulantes, para alcanzar los rendimientos estipulados en cada modalidad, con un estrecho seguimiento a las rotaciones de los cultivos.
«De conjunto con un grupo de cooperativas de frutales, estamos también colaborando con el objetivo de que estas vendan frutas frescas y jugos, a través de jugueras ubicadas próximas a hospitales y otras entidades asistenciales, así como en la comunidad.
«De manera integral el programa debe seguir dirigiendo todos sus esfuerzos para alcanzar la mayor capacidad de resistencia y recuperación ante los fenómenos que nos induce el cambio climático. No se puede desmayar en el interés de aportar al autoabastecimiento alimentario municipal, aprovechando los recursos locales y la tracción animal, como se estipula en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, en sus acápites de la política agroindustrial.
«El 27 de diciembre celebraremos el aniversario 30 de los organopónicos y el 20 de la agricultura urbana. Lo importante, de cara a la fecha, es seguir buscando más disciplina tecnológica, mayores rendimientos y la consolidación de una cultura de la estética».
Doctor Nelso Companioni Concepción. Foto: Roberto Suárez
Sobre bases sustentables
En Cuba se entiende como agricultura urbana la producción de alimentos, plantas medicinales, ornamentales y flores, la forestación y otras actividades agrícolas sobre bases sustentables, dentro del área de las ciudades y poblados y su periferia inmediata.
La agricultura suburbana, por su parte, es la producción de alimentos, forestales y otras actividades agropecuarias en la periferia de las ciudades, con unos diez kilómetros de radio en capitales de provincia; unos cinco kilómetros en torno a las cabeceras municipales y cerca de dos kilómetros alrededor de los poblados de más de mil habitantes que no sean cabeceras municipales. Todo ello sobre bases agroecológicas y sustentables y con máximo ahorro de combustibles, amplio uso de la tracción animal y una comercialización lo más directa posible.
Las provincias con mejores resultados en esta práctica productiva son Pinar de Río, Sancti Spíritus y Villa Clara.