Jóvenes ascienden al Pico Turquino Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 06:53 pm
Algunos habíamos soñado con ese viaje toda la vida. Otros, por el contrario, jamás imaginaron tener esa gran oportunidad a poco tiempo de comenzar la universidad. Pero todos coincidíamos en que esta experiencia dejaría una huella para toda la vida, una historia para contar a nuestros hijos y nietos, un momento para vivir con más intensidad la historia de Cuba y también la ocasión para escribir nuestras propias páginas como generación.
El día 15 de marzo, en coincidencia histórica con otro aniversario de la Protesta de Baraguá, las palabras del Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo en el teatro de la Casa de Altos Estudios habían avivado una llama en nuestros jóvenes corazones.
«Ustedes tienen ante sí su oportunidad histórica que será su Girón, serán sus batallas internacionalistas, será su Sierra Maestra, será su Granma, será su Moncada… Y de lo que se trata es de que ustedes los identifiquen, que ustedes se pregunten cuál es mi deber, cuál es mi papel, cuál es el granito de arena que yo puedo aportar a mi país (…) Así que mi consejo sería ese: identifique cada uno de ustedes cuál es su Moncada y vayan a asaltarlo», expresó Gerardo con palabras que llegaron a lo más profundo.
A las puertas el 4 de abril. A pocas horas el aniversario 55 de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), nuestra histórica Organización de vanguardia. La fecha exigía una enérgica demostración a la altura de nuestro momento histórico. Razones suficientes para que un grupo de jóvenes de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), de conjunto con la Escuela Pedagógica «Manuel Ascunce Domenech» de Villa Clara, decidieran ascender el Pico Turquino, a casi dos mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Sí, estos jóvenes habían acordado enviar un mensaje desde lo más alto de la tierra cubana y lo más cercano al cielo patrio. Serían rebeldes del siglo XXI, escalarían su Sierra Maestra, tesorera de la historia nacional, tras las huellas del invencible Fidel y sus compañeros de lucha. ¡Estaba decidido!
A toda máquina… Santiago nos espera
Pasadas las 11:00 p.m. del 23 de marzo pueden verse a muchachas y muchachos de varias provincias de la región central del país ocupando los asientos de los dos vagones de un tren en Santa Clara. Desde lejos distingue el ajetreo, el entusiasmo y la algarabía juvenil. Los apretones de manos, los abrazos y los besos entre amigos que coinciden en la aventura resultan frecuentes en esos minutos.
Los flashes de las cámaras y teléfonos celulares inmortalizan un viaje histórico en nuestras jóvenes vidas. Las expectativas se agigantan con la puesta en marcha del tren en los primeros minutos del 24 de marzo. En esos instantes, muchos conversan sobre el objetivo trazado, al fondo una pareja se besa con emoción, al costado otros decidieron dormir, mientras que algunos emocionados repasan cada detalle del periplo: de Santa Clara a Santiago de Cuba en el tren, luego en ómnibus hasta el campismo La Mula, en Guamá, descanso y rumbo al Turquino.
Las conversaciones entre buenos amigos aminoran el cansancio por las prolongadas horas de viaje. Los temas oscilan en el trayecto: la etapa universitaria, Martí y Fidel, el intercambio días atrás con Gerardo, la serie televisiva sobre la Lucha contra Bandidos... bajo mantas compartidas que juntas enfrentan el frío de la madrugada y nos permiten disfrutar un amanecer interprovincial. Entre diálogos, siestas cortas y pequeñas serenatas diurnas con las canciones de Silvio, Moneda Dura y Buena Fe llegamos a Santiago de Cuba.
En minutos abordamos el ómnibus y nuestros ojos comienzan a apreciar los paisajes de nuestras madres elevaciones: ¡ante nosotros, imponente, sobresale la indómita Sierra Maestra! El mar a un costado de la vía. Al otro, las montañas o la columna vertebral del Oriente cubano. Las cámaras indecisas viajan de un lugar a otro en busca de la mejor fotografía frente a tanta belleza natural. La lluvia nos sorprende en medio de la travesía. Aunque nuestros abuelos atribuyen a este fenómeno un presagio de buen augurio, algunos muestran preocupación en caso de que las condiciones climatológicas impidan nuestro ascenso.
Así llegamos al campismo La Mula. Continúa la llovizna… Alegna Bermúdez, estudiante de la carrera de Derecho, pregunta a cada trabajador del campismo a su paso las posibilidades reales de concretar nuestro objetivo. “Si no llueve en la noche, podrán ascender el Turquino”, resulta la respuesta promedio. Conservamos la esperanza porque la Sierra Maestra y los rebeldes están con nosotros.
Aseo, cena y rumbo a la casa de campaña. Nos sentimos guerrilleros del siglo XXI acampando frente a estas históricas elevaciones. Queremos continuar con nuestras pláticas pero estamos agotados. El viaje ha sido extenso. El sueño nos atrapa sin darnos cuenta.
Paso a paso hasta la cima de Cuba
Primera victoria: no llovió en toda la noche. El campamento está en pie desde las 3:00 a.m. Los jóvenes visten ropa verde olivo, camisas largas, pantalones y abrigos. Nos une un mismo objetivo y aumentan nuestras emociones minuto a minuto. Un camión nos lleva hasta el inicio del camino.
En esos segundos, recordamos la fecha. 25 de marzo de 2017: aniversario 122 de la firma del Manifiesto de Montecristi por José Martí y Máximo Gómez, aniversario 114 del natalicio de Julio Antonio Mella y 4 meses de la partida hacia la inmortalidad del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.
La historia nos convoca a esta proeza juvenil en tan importante fecha. El corazón nos late más aprisa. A los héroes de la Patria va dedicado este ascenso.
Muchos escogen su bordón, compañero imprescindible para el empinado camino por delante. En ese minuto la estudiante de primer año de la carrera de Periodismo Rosana Montero confiesa que este 25 de marzo cumplirá el sueño de su madre.
«Mi mamá estudió 11 años en Santa Clara y su sueño fue siempre escalar el Pico Turquino. Sin embargo, nunca pudo venir. Se emocionó mucho cuando le dije que vendría como estudiante de primer año», manifestó Rosana antes de comenzar la escalada.
El ascenso inicia a las 6:40 a.m. Sobresale una bandera cubana en un asta de madera en manos de los jóvenes. Metro a metro, el camino resulta más escabroso y difícil. Se empinan los peldaños y el sendero pero también la recia voluntad de los jóvenes de conquistar la cima.
Tras las primeras horas de escalada, las vistas nos impresionan a todos. Cada uno quiere grabar en su memoria esas imágenes indescriptibles para que nos acompañen toda la vida. Las fotografías constituyen la manera más cercana para mostrar a nuestra familia cuánta belleza nos rodea en ese instante, hermosura que en su conjunto no puede reflejarse con palabras ni con los lentes de las cámaras.
La humedad aumenta con la altura. A nuestro alrededor, helechos fornidos, musgos sobre añejas piedras, mariposas, orquídeas, caminos llenos de fango. El paisaje resulta incomparable, miramos hacia abajo, seduce la belleza. Nuestros oídos disfrutan el canto incesante del Ave Nacional. Los trinos del Tocororo nos escoltan durante la parte más abrupta del recorrido. Cada detalle emerge como un símbolo de cubanía.
«Realmente el tramo recorrido por varias horas constituye una experiencia inolvidable al tropezar con animales y con una vegetación exuberante y escondida, especialmente con los helechos arborescentes que nunca los había visto en su estado natural», cuenta emocionado Adrián Espinosa Antón, estudiante de cuarto año de la carrera de Biología.
Comienza a agotarse la fuerza física, los pasos se hacen más pesados y de conjunto con el aliento entrecortado empinan más el camino. Pero la convicción de llegar a la meta permanece inalterable. No obstante, urge levantar el ánimo entre la tropa juvenil.
Alguien comienza a cantar la primera línea de la canción Cabalgando con Fidel, las voces van sumándose de inmediato y, en segundos, se escucha como un himno en la altura de la Sierra Maestra. Al final de la canción, el joven de la delantera grita con el alma Fidel y todos responden: ¡Presente! Así comienzan a escucharse los nombres de Martí, Mella, Frank, Trejo, Celia, Camilo, el Che, Vilma, Abel… Ellos nos acompañan, su ejemplo nos inspira en los más difíciles momentos. Hemos recobrado la energía. Los lemas continúan: «¿Quién tiene miedo aquí? ¡Nadie!...Bajo lluvia, Sol y sereno al Pico sí llegaremos».
El trayecto parece erguirse más. Con los pies adoloridos y el corazón palpitante se piensa en la hazaña de jóvenes como nosotros hace más de medio siglo por esos mismos empinados caminos, en su sacrificio, en su heroísmo, en la valentía de hacer suya la Sierra Maestra a riesgo de sus propias vidas para regalarnos a las generaciones siguientes una Patria libre y digna.
Sin dudas, subir montañas hermana hombres. Hemos compartido cada pedazo de alimento, los sorbos de agua, ante los tropiezos y caídas de algunos se multiplican las manos amigas, se espera por el compañero fatigado. Cuando no quedan casi provisiones, el estudiante de primer año de la carrera de Mecánica Rigoberto Sánchez Suárez, ofreció al grupo, sin pensarlo, su última barra de maní.
«Estábamos realmente muy cansados. Al vernos así, brindé lo que tenía, lo que me quedaba. Sabía que había que hacerlo o no podríamos subir. Hay que brindar lo que se tiene, así nos han enseñado», comenta Rigoberto varias horas después.
El gesto conmueve en esas circunstancias, simboliza la solidaridad humana en los momentos difíciles. A compartir lo que se tiene nos ha enseñado Cuba.
Los primeros ya están en la cima. Son los estudiantes de la Escuela Pedagógica de Villa Clara. La Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), siempre cuesta arriba, ha llegado primero. El hecho nos enorgullece como representación de que los futuros maestros continuarán a la vanguardia de la sociedad.
Nuestro grupo todavía no divisa la cumbre. Las nubes nos rodean a los cuatro costados. En esos momentos se escuchan los sonidos de nuestros celulares. Cerca de la cima tenemos cobertura luego de su ausencia por varias horas. Leemos mensajes de amigos, su orgullo por nuestra proeza, su confianza en nuestro triunfo. Algunos llaman a la familia con palabras salidas de lo más profundo del corazón.
En ese instante, recibimos también el mensaje de felicitación y aliento del Dr. Andrés Castro Alegría, Rector de la Universidad Central de Las Villas. Sus palabras confieren el impulso definitivo.
Ya estamos en la cima del Pico Turquino. Ya divisamos el busto del Héroe Nacional José Martí. Ya llega nuestra enseña nacional en manos de los jóvenes a lo más alto de Cuba. Esta generación sabrá mantenerla en la cima de la dignidad. Estremecen los abrazos, los gritos de ¡Viva Cuba! ¡Vida Martí! ¡Viva Fidel!.
Llega también una bandera de la República Bolivariana de Venezuela, país invitado de honor al VI Modelo de Naciones Unidas «ORBIS 2017» de la Casa de Altos Estudios, portada por Jorge Sanabria Vivas, Secretario General de este evento. Este hecho representa una muestra de latinoamericanismo y solidaridad con el hermano pueblo venezolano.
El recién graduado de la carrera de Derecho Gustavo Hernández Arteaga comenta a sus compañeros la trascendencia histórica del lugar. Con posterioridad, Hermes Aguilera Pérez, Secretario General del Comité de la Unión de Jóvenes Comunistas y Gervis José Rubio Arechavaleta, Vicepresidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la UCLV, realizan el compromiso de continuidad con la obra de la Revolución Cubana en nombre de los jóvenes de hoy.
¡Cumplimos Cuba! Hemos vivido y hemos hecho nuestra historia tras los pasos de los barbudos por la empinada Sierra Maestra. Llegamos con la fuerza de las convicciones y el espíritu. Así ascendimos nuestro Turquino. Nuestra joven manera de decir: ¡Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá!
*Crónica enviada a JR por un joven periodista que participó en este ascenso al Pico Turquino.