El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz, deposita la urna con las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en su morada eterna del cementerio de Santa Ifigenia. Autor: Estudios Revolución Publicado: 21/09/2017 | 06:44 pm
SANTIAGO DE CUBA.— Amanece. Santa Ifigenia, ese sagrado sitio de la Patria tiene huellas profundas; desde este domingo será también espacio de tributo al eterno Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.
Muy cerca del Maestro sobresale la imponente piedra de granito gris, en cuyo interior descansarán las cenizas de Fidel, custodiadas por los nichos de los mártires del 26 de Julio y el panteón de los caídos por el internacionalismo.
A pocos metros del incólume monolito se ha inscrito en bronce el concepto de Revolución expresado por Fidel, el 1ro. de mayo del 2000.
El General de Ejército Raúl Castro Ruz, junto a los miembros del Buró Político del Comité Central del Partido, al Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, familiares, compañeros de lucha, invitados, amigos… han venido a rendir tributo póstumo al eterno líder.
Silencio. El armón que transporta las cenizas de Fidel ha llegado a Santa Ifigenia. Bajo la inmensa bandera que ondea a media asta se detiene el cortejo fúnebre que ha recorrido más de mil kilómetros desde que el pasado 30 de noviembre saliera de La Habana.
En el Mausoleo a Martí, Raúl y los dirigentes del Partido antes mencionados depositan flores blancas. El primer homenaje del día es al Héroe Nacional, al inspirador de las ideas de Fidel, al autor intelectual del Moncada.
Luego inicia la solemne ceremonia de inhumación. Dalia, su esposa, trae la pequeña urna que guarda las cenizas del Comandante en Jefe.
Frente al nicho, fiel, como siempre, aguarda Raúl, quien deposita la urna en el corazón de la roca, como acariciando al amado hermano de sangre y de luchas. La lápida de mármol verde que cierra el nicho lleva grabado con letras de bronce el nombre: FIDEL.
El saludo militar del General de Ejército estremece; es su último adiós al líder indiscutible de la Revolución Cubana. El corneta toca atención y las notas de nuestro glorioso Himno Nacional rasgan el silencio acompañadas por 21 salvas de artillería en honor del máximo líder de la Revolución Cubana.
Toca silencio el corneta. Entonces Fidel pareciera estar de vuelta a la vida, irrumpe en su voz pausada, firme, inquebrantable, el concepto de Revolución con el que otra vez vuelve a inspirarnos en la Patria.
Pasos marciales invaden la quietud que ha quedado. Comienza la ceremonia de cambio de guardia al Héroe Nacional en la que se incorpora la primera guardia de honor, que a partir de ese momento custodiará para siempre a nuestro invicto Comandante en Jefe.
El Presidente Cubano deposita luego una rosa blanca ante la póstuma morada del líder; después lo hacen los miembros del Buró Político y el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías.
A continuación su familia coloca también rosas blancas. Le siguen los invitados a la ceremonia, entre ellos presidentes, líderes y amigos llegados desde todos los confines del planeta para compartir también este momento de dolor en nuestra Patria.
Silencio; siempre silencio. Una tristeza extraña circunda, no es un dolor simple, es un dolor profundo, infinito, sin tamaño. Santa Ifigenia duele, pero desde este solemne sitio de reposo Fidel sigue siendo luz, amanecer, semilla, ejemplo… vida.