Farrés explicó que las condiciones climáticas para la fructificación de este cultivo fueron malas, lo cual conllevó a que el cuajado del fruto no fuera óptimo. Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:38 pm
Si la medimos por la constancia de los pregoneros en los barrios capitalinos o por su presencia en las tarimas de los mercados, pudiéramos pensar que en este año ha habido una gran cosecha de aguacate. Podríamos afirmar, incluso, que ha sido superior a la zafra precedente.
La Habana es un botón de muestra importante, pero no representa la generalidad en la Isla, aunque siempre se piense en ella cuando de tendencias hablemos. Si consultamos estadísticas y, además, conversamos con los especialistas, saldríamos de la duda, del espejismo que las tarimas y los altisonantes carretilleros nos provocan.
Con el ingeniero agrónomo Emilio Farrés Armenteros, director de la División de Frutales del Grupo Empresarial Agrícola, entidad atendida por el Ministerio de la Agricultura, esclarecimos cuánto hay de realidad entre lo que percibimos y los aguacates que realmente nacieron en nuestros campos.
Como una producción inferior a la de 2015 calificó la de este año el directivo, a pesar de sentir, como yo, la presencia abundante de aguacates en las calles habaneras. «Pero una cosa es la producción, y otra es la comercialización», reiteró durante el diálogo que sostuvimos durante casi dos horas.
Farrés explicó que las condiciones climáticas para la fructificación de este cultivo fueron malas, lo cual conllevó a que el cuajado del fruto no fuera óptimo.
El también máster en Fruticultura detalló que luego de las lluvias y de temperaturas relativamente altas, comenzó un período de pocas precipitaciones. Eso fue muy difícil para este cultivo, que requiere de la indulgencia de San Pedro tras la floración.
Precisó que tal adversidad se combinó con la alternancia, fenómeno que se describe como la ocurrencia de una cosecha mala luego de una buena, y que debe su presencia a diversas cuestiones, entre ellas la poca recuperación de los nutrientes del suelo, después de la abundante producción de 2015.
Aclaró que la alternancia puede atenuarse con el manejo del cultivo, que debe incluir de modo insoslayable la recuperación de los nutrientes del suelo, para devolverle a este los niveles de nitrógeno, fósforo y potasio perdidos, mediante abonos orgánicos y químicos, sin el abuso de estos últimos.
Debido al panorama descrito por Farrés, la caída de la producción de aguacate en el presente año, en relación con el período precedente, se estima que oscile entre un 30 y 35 por ciento.
En 2015 se produjeron cerca de 120 000 toneladas de aguacate. En el corriente debe comportarse entre 80 000 o 90 000 toneladas, si se tiene en cuenta el fruto que todavía está en las plantaciones y debe estar listo para el consumo en el resto del año, o sea, los de media estación y tardíos, como se les llama.
Farrés subrayó que la percepción del consumidor se desentiende de la producción, lo que le interesa es la comercialización, o sea, que esté el producto. Aseguró que en los últimos años, la contratación ha ido mejorando en relación con períodos anteriores y, por ende, ha comenzado a encaminarse. Gracias a eso, ha habido una mayor presencia del fruto en algunos mercados estatales de manera sistemática.
Reconoció que ha sido ardua la batalla para incorporar la cultura del contrato entre quienes intervienen en la cadena productiva de la agricultura, pero las intervenciones de altos dirigentes del Partido y el Gobierno para que suceda de esa forma han traído una reacción favorable para la contratación y recontratación, así como para la comercialización. Con ello se han elevado también los niveles productivos.
En el caso del aguacate, debido al perfeccionamiento de los mecanismos de contratación y comercialización, aunque hubo menos, su precio no se incrementó en relación con el mantenido en el año pasado. Incluso, hubo lugares donde decreció su valor. Eso se debe a la comercialización estatal que, según el directivo, fue mayor que en otros años y, en la medida en que las cooperativas de frutales consoliden sus producciones, será más notable.
Tal mejoría dependerá, además, de que los sistemas de acopio reformen sus condiciones, entre estas la transportación y disponibilidad de envases.
Las provincias que más producen este fruto se encuentran en el occidente y centro de la Isla. Artemisa y Mayabeque, las vecinas más cercanas de la capital, son las más productivas y las que más tributan a La Habana, donde también se da abundantemente.
En estos momentos no tiene mucho interés para la contratación, de acuerdo con lo estimado por Farrés, quien mencionó el mango y otros como predilectos a la hora de firmar los convenios con las entidades comercializadoras.
«El mango es muy demandado por la industria conservera para fines como la alimentación infantil, mientras el aguacate se comercializa mayoritariamente por los intermediarios, lo que ha hecho que este mantenga sus precios entre siete y diez pesos cada unidad».
Existen diferentes tipos de aguacate, y los nuestros, según el especialista, son antillanos o híbridos entre este y el guatemalteco. Los de la Isla requieren de poco frío y no resultan resistentes a las bajas temperaturas. Son grandes y consistentes, con bajo contenido de aceite. No son los que habitualmente se emplean para el procesamiento industrial.
No obstante, en el diálogo con Farrés se deslizó que se piensa en una industria para el aprovechamiento del aguacate y así obtener su aceite, de gran valor y con propiedades similares al de oliva.
Aunque advirtió que todavía está pendiente el estudio de factibilidad, Farrés aseguró que se pretende probar con una planta piloto, y posteriormente aprovechar mucho más este fruto de excelentes cualidades nutritivas y de alta demanda para la industria de la cosmética.
Cuba pudiera también exportar aguacate. Su sabor y textura le atribuyen una preferencia singular como fuente de vitaminas y otros elementos que lo avalan como antioxidante e inhibidor de los radicales libres, causantes de enfermedades como el cáncer.
Tanto la industria como la exportación son someros anhelos, pero si se piensa en grande, el aguacate pudiera ser una buena fuente de ingreso al país. Más de cien cooperativas de frutales existen en la Isla —y son muy bien atendidas— para sustentar ese sueño.
Farrés explicó que las condiciones climáticas para la fructificación de este cultivo fueron malas.