General de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, Viceministro Primero, Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:21 pm
Discurso pronunciado por el General de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, Viceministro Primero, Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, en el acto por el aniversario 40 de la independencia de Angola, en la Sala Universal de las FAR, el 11 de noviembre de 2015, “Año 57 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
Compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros;
General Cándido Van-Dúnem, ministro de Antiguos Combatientes y Veteranos de la República de Angola.
Excelentísimo señor Embajador de la República de Angola;
Embajadores de la República de Namibia y de la República de Sudáfrica;
Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en Cuba;
Combatientes internacionalistas;
Compañeras y compañeros:
Conmemoramos hoy el cuadragésimo aniversario de la proclamación de la independencia de la hermana República de Angola, después de una larga y cruenta lucha contra la metrópoli portuguesa.
La extraordinaria victoria obtenida por sus mejores hijos el 11 de noviembre de 1975, no significó el fin de la lucha armada, pues aún quedaba un largo y doloroso camino por recorrer.
Este pueblo, de una larga tradición combativa, funda en diciembre de 1956 el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), dirigido por Agostinho Neto.
El encarcelamiento de este destacado dirigente en junio de 1960 provocó una vigorosa manifestación de protesta en Bengo, su ciudad natal, salvajemente reprimida por las autoridades lusitanas; tres comandos del MPLA asaltaron con catanas (machetes) las prisiones de Luanda y liberaron a los nacionalistas presos. A pesar de la brutal represalia, estalló la insurrección armada generalizada en todo el país.
A partir del año 1965, a solicitud de la dirección del MPLA, se inició la colaboración de Cuba con la lucha independentista de Angola, consistente esencialmente en instructores y la preparación de cuadros. En 1966 con un nivel de organización superior, comenzaron a asestarle eficaces golpes de los guerrilleros y luchadores clandestinos contra el poder colonial.
Tras el triunfo de la “Revolución de los Claveles” en Portugal, en abril de 1974, se desmanteló el imperio colonial en ese país accediendo a la independencia las antiguas colonias de Mozambique, Cabo Verde y Sao Tomé y Príncipe, tras ardua y heroica lucha de sus respectivos movimientos de liberación nacional.
Pero a Angola, la más grande y rica de las colonias portuguesas, el imperialismo trataría de imponerle otro destino. El gobierno de Estados Unidos, junto con la Sudáfrica racista, organizó un plan con el fin de malograr su independencia e implantar un gobierno títere que perpetuara los intereses imperiales.
A mediados de octubre de 1975 tropas regulares de Zaire y fuerzas mercenarias reforzadas con armamento pesado y asesores militares sudafricanos se aprestaban a lanzar ataques en el norte de Angola, y por el sur amenazaba el peligro mayor: columnas blindadas sudafricanas habían penetrado en el país y avanzaban rápidamente en la profundidad del territorio, con el objetivo de ocupar Luanda antes de la proclamación de la independencia.
Aún no había, en ese momento, una sola unidad militar regular cubana en Angola, solo unos cientos de instructores militares llegados al país semanas antes, en respuesta a la solicitud del presidente Agostinho Neto.
Una parte de ellos, el 1 y 2 de noviembre, combatieron contra los soldados del apartheid junto a sus bisoños alumnos del Centro de Instrucción Revolucionaria de Benguela.
Únicamente cuando la invasión extranjera en gran escala era ya un hecho consumado, y a petición del Movimiento Popular para la Liberación de Angola y de su líder histórico Agostinho Neto, nuestro Partido y Gobierno, encabezados por el Comandante en Jefe, decidieron de forma soberana el envío de tropas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior hacia Angola para enfrentar la agresión del apartheid.
Comenzó así lo que en Cuba el General de Ejército Raúl Castro Ruz bautizó como la “Operación Carlota”, en homenaje a una excepcional mujer africana que en tierras cubanas encabezó, siendo esclava, dos sublevaciones contra la opresión colonial y que como pretendían hacer con Angola en 1975 fue descuartizada por los verdugos que lograron apresarla en su segunda intentona rebelde.
Un día como hoy no podemos dejar de mencionar la vital ayuda prestada por el gobierno y pueblo soviéticos en la victoria que celebramos. Desde los primeros momentos estuvo presente el aseguramiento con todo el material de guerra, así como su asesoría a las tropas regulares de las FAPLA.
Los agresores chocaron con la heroica resistencia del pueblo, encabezado por el Movimiento Popular para la Liberación de Angola y su brazo armado las FAPLA.
Fidel avizoró tempranamente, con la agudeza de siempre, la importancia que reportaba la provincia de Cabinda para la supervivencia del Estado angolano; insistió desde un inicio en la necesidad de reforzar su defensa, por lo difícil que resultaría recuperar ese territorio si quedaba separado del resto de Angola. Prácticamente desde un inicio se reforzó con una batería de OBUS-122mm, dos baterías de mortero 120mm y dos baterías antiaéreas 14,5mm. Además, el número de los instructores cubanos asignados era superior al de los otros tres centros de instrucción revolucionaria (CIR) juntos.
En Cabinda se combatió desde el día 7 de noviembre hasta un día después de la toma de posesión en Luanda el día 11 de noviembre, rechazándose con éxito las fuerzas armadas del Frente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC), tropas zairenses con mercenarios blancos, así como del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), apoyados y financiados por los Estados Unidos y Sudáfrica.
Tras la derrota sufrida por los invasores, el 11 de noviembre de 1975, fundamentalmente en Quifangondo, a unos 20 kilómetros de Luanda, donde actuaba la novena brigada FAPLA, con apoyo de la artillería cubana, el presidente Agostinho Neto proclamaba la independencia de la República Popular de Angola. Fuimos testigos del nacimiento de un Estado libre, soberano e independiente, del pueblo y para su pueblo.
Páginas gloriosas se escribieron en Angola a lo largo de 14 años. Cada combate librado fue una escuela, que cimentó la fe en la ansiada victoria. Cabinda, Quifangondo, Ebo, Munhango, Cangamba, Sumbe, Cuito Cuanavale y Techipa fueron decisivas para un cambio trascendental en la historia de África Meridional.
No menos importante fue la defensa de los principales puentes por cubanos y angolanos que permitieron de conjunto con las caravanas el colosal abastecimiento de las tropas.
El Comandante en Jefe al hacer una valoración del incremento de la escalada militar por parte de Sudáfrica contra Angola a finales de la década del 80 y de las estrategias asumidas, señaló:
“Pero la estrategia cubano–angolana no era simplemente frenar el enemigo en Cuito Cuanavale, sino concentrar las fuerzas y medios suficientes al oeste de nuestras líneas, para avanzar hacia el sur y amenazar puntos clave de las fuerzas sudafricanas. La idea esencial era enfrentarlos en Cuito Cuanavale y golpearlos por el sudoeste. Se acumularon fuerzas suficientes para amenazar seriamente lugares de importancia estratégica para Sudáfrica y propinarle contundentes golpes, en el terreno escogido por nosotros, no por el enemigo”. Fin de la cita.
Bajo esta estrategia se habría creado en el sudeste de Angola la más poderosa agrupación de fuerzas y medios que los racistas sudafricanos hubieran imaginado, integrada por alrededor de 50 000 combatientes, de ellos 3 000 de las Fuerzas Armadas de la Organización del Pueblo de África Sudoccidental (SWAPO), 12 000 de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola y 35 000 cubanos, todos conformados en cinco brigadas de tanques cubanas, tres brigadas de infantería ligera FAPLA, cuatro batallones de tropas especiales, una brigada coheteril antiaérea cubana compuesta por 19 grupos coheteriles antiaéreos, de ellos, uno Volga, nueve Pechora y nueve cuadrados autopropulsados, así como una brigada coheteril de las FAPLA, de máquinas OSAK y Cuadrado.
Todo ello totalizaba más de 800 tanques, 200 carros de combate y transportadores blindados, 1 000 piezas de artillería antiaérea y más de 1 000 de artillería terrestre y morteros, 50 aviones cazas y cazabombarderos, así como varias escuadrillas de helicópteros de ataque. Todas estas fuerzas con sus aseguramientos.
Con anterioridad, ante el posible empleo del armamento nuclear suministrado a Sudáfrica por fuerzas misteriosas que aún no han dado la cara, pero imaginamos quiénes fueron, se decidió conformar poderosos grupos tácticos totalmente mecanizados, con una cifra no mayor a 1 000 hombres, fuertemente armados, desconcentrados y con capacidad de actuar autónomamente.
La amenaza del avance de estas fuerzas hacia el sur, por el oeste, con total superioridad aérea y la realización del contundente golpe de los MIG-23 sobre posiciones sudafricanas en Calueque, abrió el camino de las negociaciones decisivas para un cambio trascendental en la historia de África Meridional; la soberanía de Angola fue preservada y se aplicó la Resolución 435 de la ONU relativa a la independencia de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica.
Luego de la retirada de las tropas cubanas, el MPLA continuó durante 14 años una cruenta lucha contra las bandas de la UNITA, apoyadas por Estados Unidos y Sudáfrica, hasta lograr la victoria definitiva y la reconciliación nacional.
Los imperialistas no podrán entender jamás que a Angola no fuimos en busca de un interés material, que nos movió sencillamente el compromiso de saldar nuestra deuda con la historia de nuestros hermanos de los países africanos, hermanos de sangre, porque ellos también combatieron por nuestra independencia y también con sudor y sangre ayudaron a crear y a desarrollar las riquezas de nuestro país. Además, así cumplimos un sagrado deber internacionalista.
Como dijera durante una visita a Angola en marzo de 1976 el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “De Angola solo nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación, el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber”. Fin de la cita.
El ejemplo y la experiencia acumulada resultan imprescindibles para cada combate futuro. Los incontables actos de heroísmo protagonizados por los más de 300 000 combatientes internacionalistas y los más de 50 000 colaboradores civiles cubanos, que de forma absolutamente voluntaria cumplieron misión en Angola, son un tesoro de inmenso y extraordinario valor.
Los combatientes de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola, surgidas y fortalecidas en el fragor del combate, dieron muestras de patriotismo y valentía, estuvieron a la altura del momento que les tocó vivir; fueron ejemplos en el combate, solidarios y generosos en los campos de batalla donde ratificaron el compromiso con la justa causa de su pueblo.
En la epopeya angolana, ofrendaron sus vidas combatientes angolanos, namibios, representantes del Congreso Nacional Africano (ANC), asesores rusos y combatientes cubanos, a los cuales rendimos merecido homenaje. Los cubanos caídos en misiones militares y civiles son dignos hijos de la patria, quienes dieron muestras de la solidaridad y el internacionalismo que siempre caracterizó a nuestro pueblo.
El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en su discurso por el 30 aniversario de la Misión Militar Internacionalista de Cuba en Angola expresó, y cito: “La historia del pillaje y del saqueo imperialista y neocolonial de Europa en África, con pleno apoyo de los Estados Unidos y la OTAN, así como la heroica solidaridad de Cuba con los pueblos hermanos, no han sido suficientemente conocidas, aunque solo fuese como merecido estímulo a los cientos de miles de hombres y mujeres que escribieron aquella gloriosa página que para ejemplo de las presentes y futuras generaciones no debieran olvidar jamás”. Fin de la cita.
Distinguidos invitados:
El próximo 15 de noviembre Cuba y Angola festejarán también 40 años del establecimiento de las relaciones diplomáticas, las cuales han mostrado su fortaleza, madurez y dinamismo.
Hoy seguimos unidos, cubanos y angolanos, en el esfuerzo común por lograr la prosperidad para ambas naciones con autodeterminación, soberanía y justicia social.
Durante todo este tiempo, a partir del triunfo, incluso en los momentos más difíciles, siempre estuvo presente la colaboración cubana.
Actualmente trabajan en Angola más de 3 500 colaboradores en la ejecución de los planes sociales de ese país, concentrados en sectores de la salud, la educación, el deporte y la construcción.
Dos de los programas de mayor impacto que ejecutan cubanos y angolanos son el plan de alfabetización “Yo sí puedo”, por medio del cual han aprendido a leer y a escribir casi un millón de compatriotas de ese país, y la “Operación Milagro”, que ha atendido a más de 600 000 pacientes y realizadas casi 34 000 intervenciones quirúrgicas oftalmológicas.
De igual modo, aproximadamente 7 500 jóvenes angolanos se han graduado como profesionales en nuestro país. Actualmente estudian más de 2 000.
Nos llena de regocijo ver al hermano pueblo de Angola que trabaja incansablemente en la reconstrucción de su país y celebra, con gran júbilo, los 40 años de la proclamación de su independencia. En esta significativa fecha que celebramos hoy, ratificamos al presidente José Eduardo dos Santos, a su Gobierno, al MPLA, a las Fuerzas Armadas y al pueblo angolano que, como en aquellos días difíciles estuvimos a su lado, hoy más que nunca pueden contar con nosotros, en los grandes esfuerzos que realizan por la reconstrucción nacional y el desarrollo del país.
¡Gloria a Agostinho Neto, padre fundador de la nueva Angola!
¡Viva la independencia de Angola!
¡Viva la eterna amistad entre los pueblos de Cuba y Angola!
¡Viva el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (Aplausos.)