Celia Sánchez. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 06:09 pm
MEDIA LUNA, GRANMA.— La niña que creció rodeada de conceptos humanistas y que al paso del tiempo se convertiría en la Flor más autóctona de la Revolución, fue recordada en la casa donde viera la luz, el 9 de mayo de 1920. Pobladores de Media Luna acudieron a este sitio, hoy museo, para evocar a la Celia leal, incansable, entregada, ejemplar y combatiente, en un acto cargado de emociones.
Carmen González, miembro del Buró Provincial del Partido en Granma, destacó la formación martiana de Celia —en la que mucho influyó su padre, el doctor Manuel Sánchez Silveira—, y su preocupación constante por salvaguardar la memoria histórica nacional.
Para la ocasión se reabrió, con un nuevo montaje y mayor cantidad de objetos, el Museo Casa Natal de Celia, después de una restauración que incluyó sustitución de la madera dañada en paredes, ventanales, baranda del portal y las alfajías del techo.
En la rememoración, la Asociación Cubana de Producción Animal entregó el Premio Nacional de la Excelencia a la Mujer Productora a la pinareña Justina de La Caridad Domínguez, quien es tabacalera y ganadera en la cooperativa de créditos y servicios Celestino Pacheco.
Previamente, Sonia Virgen Pérez y Manuel Santiago Sobrino, máximas autoridades del Partido y del Gobierno en Granma, respectivamente, depositaron a nombre del pueblo de Cuba una ofrenda floral en el parque de los Mártires de Media Luna, donde existe un monumento en honor a la heroína.
Después del acto, también se le rindió homenaje en Pilón, lugar donde la valiosa mujer vivió de 1940 a 1956 y donde profundizó sus convicciones revolucionarias y patrióticas.
Dos grandes condecoraciones
La Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de la República de Cuba celebró con una gala político cultural ayer en su sede, el aniversario 95 del natalicio de su fundadora, Celia Sánchez Manduley, según reporta la Agencia de Información Nacional.
Eugenio Suárez Pérez, director de la institución, recordó que Celia fue la primera mujer en incorporarse al Ejército Rebelde y rápidamente tuvo su bautismo de fuego en el combate de El Uvero. También ponderó su decisivo papel en organizar el recibimiento a los expedicionarios del Granma.
Sin embargo, enfatizó Suárez Pérez, a Celia la destacan dos grandes «condecoraciones»: el reconocimiento de Fidel de que a la hora de escribir la historia de esta última gesta libertaria los nombres de David y Norma (Frank y Celia) tendrían que aparecer en la portada, y el amor de un pueblo que se niega a dejarla morir.
El momento cultural, dirigido por Hugo Oslé, estuvo protagonizado por la Academia de Canto Mariana de Gonitch, que como fiel reflejo del arte lírico cubano promovido y defendido por la propia Celia, interpretó un repertorio que abarcó canciones de corte patriótico, de la Nueva Trova y el clásico Cecilia Valdés.
Asistieron a la gala la general de brigada Teté Puebla, el general de brigada (r) Fernando Vecino Alegret, el primer capitán (r) Felipe Sierra Mato y el Doctor José Miguel Miyar Barruecos, político e investigador, así como familiares de Celia, trabajadores de la Oficina y vecinos.