Los jóvenes que hoy fungirán como observadores tienen la encomienda de velar por la transparencia y legalidad de las elecciones. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:07 pm
Se sienten autoridades electorales aunque legalmente no lo sean. Los jóvenes observadores incorporados como colaboradores al proceso electoral actual han puesto su sello en estas elecciones. Y han madurado a cada paso. Más que eso: han roto muros que muchas veces la cotidianidad dibuja. Hoy se sienten más dentro de la realidad del país. Y ya se sabe que con el vínculo llega el conocimiento.
Ninguno sobrepasa los 25 años de edad. Son estudiantes universitarios, y aunque al inicio se apostó porque fueran de perfiles humanísticos, el tiempo acabó por demostrar que la cultura jurídica no anda definiendo por profesiones, sino que es importante para todas y todos ser parte de los procesos políticos que nos rodean.
Este domingo se presentan en los colegios para velar por la transparencia del sistema electoral y presenciar el escrutinio, proceso al que está llamado a participar cualquiera que lo desee.
Hasta la Comisión Electoral Provincial de Mayabeque llegó JR en busca de un diálogo con estos recién estrenados protagonistas. Conversando con un grupo de estudiantes de la Universidad Agraria de La Habana (UNAH) descubrimos la historia de Claudia, la joven cuya madre parece querer colgar en la pared cada citación que le han hecho a su hija para asistir a las reuniones de preparación para las funciones que desempeña. Porque nada hace más felices a los padres que ver crecer a sus hijos en todas las dimensiones. Y ese crecimiento es lo que ha marcado estos meses de aprendizaje, sacrificio y descubrimiento.
El grupo de muchachas y muchachos de Melena del Sur que aceptó compartir sus experiencias coincide en que ser observadores les ha proporcionado prestigio en sus comunidades, que los motiva a hacer más. Puede que el próximo proceso los sorprenda como integrantes de alguna comisión. O quizá hasta acepten una nominación si son propuestos, una muestra del acercamiento real que ha significado su participación como colaboradores de las elecciones.
El ojo más crítico
Como observadores entendemos mejor cómo funciona el proceso electoral, dice Amalia Pérez González, de segundo año de Derecho. Ratificamos que los delegados son personas del pueblo y elegidas por el pueblo para contribuir a representar los intereses del pueblo. A la vez ponemos nuestro ojo crítico sobre la realidad para acabar con creencias erróneas que algunos tienen sobre las elecciones de Cuba sin conocer de cerca lo que juzgan, opina.
La joven pondera que se haya escogido a estudiantes como representantes de la nueva generación, a fin de que también sientan la democracia del proceso y sean capaces de «contagiar» a las amistades con sus historias.
Duniel Baños Quiñones, quien cursa el tercer año de Ingeniería Industrial, relata que su función fue participar en las asambleas de nominación y hoy, día de las elecciones. Completamos unas planillas relacionadas con la organización del lugar, la preparación de las autoridades electorales, la asistencia, la posesión de los documentos y el proceso de propuesta y selección de candidatos.
Claudia Lidia Acosta Cuello, compañera de aula de Duniel, cuenta sobre los seminarios iniciales que recibieron, vinculados a la Ley Electoral, las Reglas Complementarias y la cartilla electoral que se entrega a las autoridades. Además de conocer las fechas de las asambleas en las que deberían participar, se les explicó su rol y el modo en el que lo desempeñarían, aunque ella quedó con varias dudas.
«Cuando me dijeron que debía ir a la primera asamblea, tenía cuestionamientos sobre cómo sería enfrentarme al proceso siendo tan joven, al lado de tantas personas preparadas. Pensé que me dirían: párate ahí y ya. Pero fue todo lo contrario. Llegué y me preguntaron si era la estudiante que iba como observadora y si necesitaba algo. Me dieron un lugar que me hizo sentir confiada», narra.
Vicente Azcuy Reyes, presidente de la Comisión Electoral Municipal (CEM) en Melena del Sur, explica que aunque a la mayoría de los estudiantes se les planificaron las asambleas para los fines de semana, hubo muchos que salieron de su escuela en las noches para cumplir.
Me han contagiado, porque hace años que no trabajo con juventud y lo principal ha sido la responsabilidad que le han dedicado a su función, sin aceptar cambios por situaciones difíciles que se les presentaron. Esta experiencia les ha formado un futuro y se ve que se preparan para tomar la delantera. Merecen el reconocimiento social, comenta el presidente de la CEM.
«Aunque vivo en un lugar más apartado y de pocas personas, tuve buenas experiencias, porque aprendí más sobre las asambleas y ahora con la responsabilidad de controlar; ya no es lo mismo que antes», expresa Lázara Quiñones Caballero, de tercer año de Pedagogía-Psicología.
Más allá de las formalidades, se nos convoca para que transmitamos a todos los conocidos, de igual a igual, cómo se cumple lo establecido por la ley, que no funciona con condicionamientos, sino con el pueblo presentando y eligiendo sus propuestas sin que nadie tenga más autoridad, opina Nairelys La O Morales, de cuarto año de Derecho.
Ileana Collazo Gil, de tercer año de Ingeniería Industrial, analiza que antes asistían a las asambleas desde otra postura más pasiva, pero esta vez tienen «otro nivel». Muchos se nos acercaban con curiosidad porque no sabían por qué estábamos allí y entonces les explicábamos, recuerda.
Aunque hay personas que no entiendan cómo funcionan los aspectos legales del proceso, existe una cultura de democracia y respeto, expone Nairelys La O cuando conversamos sobre sus observaciones.
El efecto del contagio
Vicente cree que esta figura del estudiante-observador llegó a Cuba para quedarse, porque contribuye a un proceso electoral superior. Ellos han profundizado en el sistema electoral y ahora deben llegar hasta las familias y los amigos para contarles. Estoy convencido de que seguirán otros, pues se han identificado con lo que hacen, opina.
Raquel Piñero Díaz, presidenta de la Comisión Electoral Provincial en Mayabeque, explica que en esta provincia se incorporaron 156 estudiantes de la Universidad y resalta la disposición y los mecanismos de trabajo entre los centros de la Educación Superior y la FEU. El vínculo de estos jóvenes es la evidencia que enriquece la transparencia, el apego a la ley y las condiciones creadas en cada uno de los pasos electorales, afirma.
Trabajar con los más nuevos, impregnarnos de su dinamismo y enriquecer el proceso con sus miradas nos da la satisfacción de ver cómo hablan de un modo diferente del proceso electoral cubano. Nos interesa que sigan vinculados y aumentando su preparación para apropiarse de herramientas en su formación. Por ahora participarán en los resúmenes del final del proceso para evaluar sus resultados, dice.
Está previsto que este día de las elecciones se haga una integración superior con la presencia de un observador en cada colegio y que donde no haya un estudiante esté un joven que evalúe el proceso, manifiesta.
«Ser observadora cambia mi visión, pues empiezo a ver la vida desde otro punto de vista, comparte Nairelys. En otro momento mi mamá me hablaba de la asamblea de nominación y yo decía que no iría porque iba a dormir y no tenía interés en elegir a alguien que supuestamente no conocía, porque estaba toda la semana fuera de casa. Sin embargo, ahora participé y sé cómo es todo y cuando me tocó mi asamblea concienticé que estaba proponiendo a la persona que me representaría», confiesa.
Los retos de los más nuevos
La figura del observador le da una perspectiva diferente a la participación de los más jóvenes en el proceso electoral, considera Nairelys. Entonces se desata el debate sobre los límites y las conquistas de lo más nuevos.
Claudia Lidia dice que aunque en varias circunscripciones ratificaron al delegado del pasado período, en la suya le dieron la oportunidad a una muchacha con el fin de que la juventud esté presente. Duniel Baños cuenta la historia del «Pachanguero», joven entusiasta nominado en su barrio que aparece siempre para solucionar los problemas. Pero la realidad que primó en las asambleas que visitó Ileana Collazo fue que se ratificaba a los mismos.
Creo que se debería integrar más a los jóvenes al pensar en los candidatos, considera Amalia Pérez. Para abrirnos paso debemos integrarnos a los procesos y preocuparnos por conocer lo establecido para tomarnos las tareas como propias, sabiendo cuánto podemos aportar a los cambios de la sociedad. Nosotros también somos capaces, aunque algunos piensen que debemos tener más experiencia; tenemos que ganarnos nuestro lugar, precisa.
Según la presidenta de la Comisión Provincial fue Mayabeque la provincia con el por ciento más alto de nominación joven (alrededor de un 27 por ciento). Yadira González Ruiz, vicepresidenta de la comisión mayabequense, describe que hubo lugares donde se nominó a los jóvenes, pero a la hora de elegirlos el pueblo prefirió a los que ya conocía por la credibilidad y el modo en el que lo han representado.
La joven Vicepresidenta comparte sus desafíos. Relata que a veces llega a los lugares y se inhibe de dirigir a personas con experiencia. «Pero la solución es imponerse a esas barreras y tratar de ganar el respeto de todos. Las condiciones en la vida se ganan.
«Los más nuevos tenemos que escuchar para sentir confianza y prepararnos con más intencionalidad. Es un proceso complejo, pero se logra, y cuando nos sentimos listos para asumir la tarea, los miedos se pierden y nos insertamos con mayor seguridad. Inspira que haya muchos jóvenes vinculados al proceso», reafirma Yadira.