A bordo, la comunicación entre profesores y guardiamarinas es constante. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
Después de cuatro días de navegación atracó, en la ciudad de Cienfuegos, la agrupación conformada por el buque escuela Carlos Manuel de Céspedes y los buques de instrucción Tuxco y XIV Festival, con los más de 90 guardiamarinas que realizan su viaje de instrucción.
A su salida de La Habana visitaron la Base Naval Occidental, Orden Antonio Maceo, donde intercambiaron con antiguos compañeros de estudios y le rindieron tributo a los mártires Silvio Caro Gallardo y Roberto Aguilar Reyes.
Las más de 661,9 millas náuticas recorridas junto a los profesores y las tripulaciones de las naves, completan la primera etapa del bojeo de los futuros marinos cubanos. Durante el día y la noche las brigadas rotan en sus funciones. Unos limpian las cubiertas y sustituyen a quienes estuvieron de guardia. Otros, se concentran en cartas náuticas, esquemas o documentación técnica que hablan de Historia Naval; sistemas de aceite, combustible, agua, aire; o los métodos para medir la distancia entre un punto y algún tramo de tierra. Los demás preferían descansar.
Para la formación de los guardiamarinas resulta indispensable su familiarización con las órdenes y reglamentos que rigen la vida a bordo. Los guardiamarinas de la especialidad de Ingeniería Naval realizan sus prácticas en el corazón del buque, donde tubos y cables de diversos tamaños se unen a las máquinas capaces de desplazar las tantas toneladas de las embarcaciones.
Todos, de una u otra forma, participaron en una maniobra de remolque realizada al Tuxco. Cuando se dio la voz de mando por la radio, lo primero fue saber cuáles eran las condiciones reales del buque averiado.
Rápidamente, las comunicaciones hablaron de preparar cabos, cables, calcular el largo del remolque teniendo en cuenta el desplazamiento del barco a remolcar y el estado del mar. Después de acercar el buque, preparar los caberos para tirar los jibilays y pasar el cabo de remolque de un buque a otro hasta hacerlo firme en los dispositivos de amarre.
Cuando todo estaba listo y seguro, se dio máquina avante hasta establecer el régimen de marcha para realizar el remolque.
Aún se habla sobre cómo aparecieron los primeros síntomas de mareos y vómitos tras el increíble balanceo entre proa, popa y ambas bandas, cuando las naves se elevaban y parecían despegar, o cuando caían de lado.
La historia resultó otra compañera inseparable del trayecto: expediciones mambisas, ataques piratas, sucesos navales…, fueron ubicados y recordados casi de memoria por parte de la tripulación y los profesores.
Además, se establecieron fuertes vínculos entre las tripulaciones y los guardiamarinas, lo cual les permitió convivir más cercanamente en estos días y aprender a exigir en el momento preciso, ser justos y reconocer que estas características forman parte de su profesión.
El comandante del navío, teniente Yoslandy Ramos Moreno, narró pormenores del recorrido: «Para ellos fue una prueba de fuego este primer tramo, y a pesar de todo el malestar, de que el mareo los afectó bastante, no abandonaron los puestos de combate, y los objetivos para esta parte de la travesía se cumplieron de manera correctas.
Este Viaje de Instrucción Aniversario 60 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes inicia a los guardiamarinas como hombres de mar, pues el éxito en el cumplimiento de las misiones combativas estriba no solo en la buena explotación y mantenimiento de la técnica, sino en el adiestramiento del hombre que la manipula.
En tierra cienfueguera los guardiamarinas visitarán el cementerio Tomás Acea y el museo naval de Cayo Loco e intercambiarán con integrantes de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, con el Historiador de la ciudad y con estudiantes universitarios.