Para el doctor Raúl Dueñas resulta vital trabajar por el bienestar de los pacientes, y si como resultado de esa entrega llegan los reconocimientos, bienvenidos sean. Autor: Nelson García Santos Publicado: 21/09/2017 | 05:30 pm
SANTA CLARA, Villa Clara.— Cuando se indaga sobre cómo a pesar de los años —han transcurrido 27 desde su inauguración— el cardiocentro Ernesto Che Guevara, de esta ciudad, mantiene un servicio de excelencia y con resultados semejantes a los de los países desarrollados, la respuesta viene en pocas palabras: el amor con que se trabaja.
Dicho así basta para comprender cabalmente el gran significado de esa definición, porque sabemos que cuando cada cual asume de esa manera su desempeño, el resultado tiene que ser bueno.
Mucho afecto, justamente, se necesita entre pacientes, familiares y el personal médico en una institución como el Cardiocentro, donde realizan operaciones riesgosas, única vía de prolongar la vida. Y esa empatía que logran en su trato con los enfermos se revierte en confianza y optimismo para estos en medio del difícil trance que atraviesan.
Se comprende, entonces, el prestigio que ha conquistado en el país entre los que necesitaron sus servicios, y que lo muestran en cartas, encuestas o personalmente. Tampoco solo por el hecho (con eso bastaba), de que le hayan practicado una exitosa operación, como suele ocurrir casi siempre, si no que brota la admiración también ante un resultado adverso, al decir los familiares: «Sabemos que hicieron todo lo que podían. Gracias».
La regla de oro
Para el doctor Raúl Dueñas, director de la institución, trabajar con amor encierra otras definiciones que han permitido un tránsito generacional coherente para garantizar el relevo.
«La confianza en los jóvenes que llegan es otra de las cuestiones que nunca hemos descuidado. Casi tres generaciones se han formado aquí bajo la guía de los profesionales más brillantes en las distintas especialidades», afirma Dueñas.
—¿Mucho desvelo por lo estrictamente profesional?
—Sí. Esa constituye una tarea primordial, pero también se les ha impregnado ese espíritu de entrega y de superación prevaleciente en la institución. Además, se hace hincapié para que interioricen que todo lo que hacemos está en función de los pacientes y sus familias.
—¿La receta del éxito?
—Desde el punto de vista administrativo, el orden, la disciplina y la exigencia. Lo demás sobra. El indisciplinado, el habitual incumplidor, no «sobrevive» en un lugar donde prevalece la conducta adecuada.
«Tampoco puede ser de otra manera en una institución que brinda atención calificada del mayor nivel en el campo de la cirugía cardiaca de adultos y niños; la cirugía vascular y cardiología intervencionista, así como los diagnósticos para realizar esos procederes».
—¿Se sienten reconocidos?
—Además de esa satisfacción que se experimenta por brindar un servicio de salud, cuya calidad la reconocen pacientes y familiares, tenemos el orgullo de trabajar inspirados en las enseñanzas de Fidel, a quien consideramos fundador del centro y principal promotor de su desarrollo.
—¿Esperaban esta Condición de Hospital de Excelencia?
—Nuestra filosofía en materia de trabajo es tratar de poner siempre la vara más alta. En 2003 nos otorgaron la Bandera de Proeza Laboral por haber efectuado más de 450 operaciones en un año, cifra que después superamos en varias ocasiones. El centro fue declarado Vanguardia Nacional en 2004 y Colectivo Moral en 2005. Como ves ha sido una secuencia que se corona ahora con la Condición de Colectivo de Excelencia en los Servicios de Salud. Trabajamos por el bienestar de los pacientes y si como resultado de esa entrega llegan los reconocimientos que nos honran, bienvenidos.
—¿Qué les falta en este mismo momento?
—Dar un mejor servicio, porque siempre se puede ser mejor en la vida. Esa inconformidad de asumir que todo no está bien es la garantía para jamás vararnos en la creencia de que ya llegamos y basta.
Un gesto valiente
Uno de los aciertos del Cardiocentro en materia de superación profesional fue la apertura de la Cátedra de Cirugía Cardiaca, que ha permitido instruir a un grupo de jóvenes en esa especialidad.
El eminente cirujano Álvaro Lagomasino fue su creador. Con su proverbial modestia, según reconocen quienes lo conocen desde hace años y sus numerosísimos pacientes, evita hablar de la trascendencia de ese hecho que, indiscutiblemente, lo llena de satisfacción.
José Luis Valdés Cantero, Ernesto Chaljub Bravo y Gustavo Bermúdez Yera son tres de esos jóvenes que se han formado en la Cátedra de Cirugía. Ellos coinciden en calificar de muy meritoria su creación y subrayan la constancia en el trabajo de su profesor Lagomasino, quien los ha enseñando desde el punto de vista profesional, pero también a consagrarse en su labor. «Nos sentimos orgullosos de él», afirman.
Un proceder menos conocido
Alberto Morales Salinas, profesor e investigador auxiliar, es también otro de los jóvenes que ha progresado en su formación profesional en el Cardiocentro, donde otro de los aportes menos conocido resulta el trabajo preventivo.
Sobre el particular destacó que es imprescindible detectar en edades tempranas a las personas con factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, el sedentarismo y malos hábitos alimentarios, entre otros. Si estos se controlan, se puede lograr una expectativa de vida similar a la que proporciona una intervención quirúrgica, como demuestran investigaciones realizadas, precisa.
Desde nuestra institución se han realizado estudios en comunidades para intentar disminuir las enfermedades cardiovasculares que están muy relacionadas con el envejecimiento.
La voz de otros
Daymi Alfonso López, jefe del Departamento de Atención a la Población, mantiene un contacto directo con los pacientes. Comenta que ellos por lo general expresan agradecimiento total a los médicos y otros especialistas que los atienden, así como al personal de limpieza y a los que les sirven los alimentos.
Subraya que tampoco el comportamiento se deja a la espontaneidad de cada cual, sino que se instruye a los trabajadores de servicio sobre las normas de la educación formal y de cómo debe ser la comunicación. Porque no es lo mismo decir: «¡Oyeeee! No pases por ahí; no ves que estoy limpiando», a expresar «Por favor, mire, pase por aquel lado que está seco, no vaya a ser que resbale en lo mojado».
Debemos lograr siempre la satisfacción de los enfermos, quienes hacen largas estadías. Por ejemplo, en terapia intensiva no tienen acompañantes; entonces tratamos de que los trabajadores que más tiempo conviven con ellos, les transmitan ese calor familiar, vital en ese difícil momento.
Para evitar complicaciones
Para el doctor Roberto Bermúdez, uno de los especialistas que les da seguimiento a los pacientes después de la cirugía, estos son muy disciplinados. Sin desconocer, subraya, cómo algunos, a veces, no cumplen como debe ser el tratamiento y se complican.
La institución se encarga de explicar a los enfermos sobre su padecimiento y el proceder que se va a seguir y también los instruyen sobre el funcionamiento general del centro para que sepan cuáles son las normas.
Los intervenidos quirúrgicamente son atendidos aquí durante seis meses, después de recibir el alta; el seguimiento queda a cargo de especialistas de su provincia de origen. «Pero si alguien prefiere seguir atendiéndose con nosotros lo complacemos», precisa el doctor Roberto Bermúdez.
De igual manera proceden cuando llega un enfermo de cualquier lugar del país, como suele ocurrir, solicitando ser atendido. No importa que por el lugar donde vive le corresponda en otro cardiocentro.
Son solo dos detalles que parecen insignificantes, pero que muestran de manera diáfana el respeto que sienten por todos los que vienen aquí para reponer su salud y seguir adelante. Y casi la totalidad, a pesar de su situación complicada de salud, logran, después del proceder quirúrgico, traspasar las puertas del centro con una sonrisa en el rostro; saben que acaban de ganar la batalla más importante de su vida. Y eso jamás se olvida.
Las revelaciones de los guarismos
En el Cardiocentro villaclareño, desde que comenzó a funcionar en 1986, se han realizado hasta la fecha más de 7 500 operaciones en general, con una supervivencia acumulada del 94,9 ciento, la mejor del país.
La institución atiende a una población de 2,9 millones de habitantes de las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Ciego de Ávila y Camagüey.
En los hospitales de cada uno de esos territorios existen centros de diagnóstico que integran la Red Cardioquirúrgica Central, equipada con medios de computación para mantener informatizados los datos sobre los pacientes (historia clínica, tratamiento de imágenes y estudio electrocardiográfico) y facilitar el intercambio de información entre especialistas.
Tiene como misión dar tratamiento y rehabilitación parcial a los pacientes (adultos y niños) con afecciones cardiacas, congénitas y adquiridas, susceptibles de tratamiento invasivo, realizando acciones asistenciales, docentes, investigativas y de introducción de nuevas tecnologías, en coordinación con otras disciplinas a nivel primario, en toda la red central.
Entre las intervenciones quirúrgicas se cuentan más de 1 900 cirugías coronarias, la inmensa mayoría sin detener el corazón, lo cual proporciona una recuperación más satisfactoria del paciente y le ocasiona menos complicaciones que cuando se emplean equipos para mantener la función del vital órgano.
También procedieron a la implantación de 1 853 válvulas artificiales y el servicio de electrofisiología ha atendido a 12 400 personas.
La Red Cardioquirúrgica Central la integran los servicios de cardiología de ocho hospitales docentes provinciales y la institución cuenta actualmente con 141 camas; de estas, 40 son de cuidados intensivos y 62 de cuidados intermedios.