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¿Quién se atrevería a apagar las antorchas?

Lisara Corona, presidenta de la FEU conversa con JR sobre los desafíos de los universitarios cubanos y de la organización que los representa, a 90 años de haber sido fundada por Julio Antonio Mella

Autor:

Margarita Barrios

¿Qué significa sentarse en la misma silla de Julio Antonio Mella y José Antonio Echeverría?, le espetamos. Y Lisara Corona Oliveros, presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria, demuestra desde este primer lance que es menuda de cuerpo, pero con ideas de mucho peso.

Camagüeyana de nacimiento y médico de profesión, la jovencita asumió la presidencia de la Federación el pasado agosto —aunque se desempeñaba como vicepresidenta— y asegura que el peso de la historia que recae en sus hombros es considerable, mientras la imperante vocación revolucionaria, la demostración de compromiso constante con Cuba, le permiten reflexionar con profundidad sobre cada decisión que asume y meditar permanentemente sobre cómo realizar mejor su labor de dirigente estudiantil.

Presidir la FEU la ha hecho crecer, superarse, ahondar en sus visiones de qué es la Revolución y el socialismo, cuáles son las verdaderas razones por las que no podemos dejar que se pierda el proceso revolucionario, comprender mejor el pensamiento de Fidel y Raúl.

Tras la pregunta inicial se despertó un diálogo extenso y hondo con Juventud Rebelde, a propósito de que la organización estudiantil cumple sus 90 años de vida.

«No solo fueron Julio Antonio Mella y José Antonio Echeverría quienes dirigieron la FEU, fueron muchos los jóvenes que engrandecieron y forjaron su historia, y que constantemente recuerdan las misiones de la organización.

«Siempre es importante volver sobre ellos y sus concepciones; de hecho, ofrecen las claves para continuar adelante. Siento la necesidad permanente de la reinterpretación de su pensamiento, de asumirlo y atemperarlo a los nuevos escenarios de la organización, y sobre todo de ser leal y consecuente con sus ideas.

«Hoy la FEU muestra realidades diferentes a las de años atrás. Es más heterogénea, diversa, polémica, crítica, y por tanto, más difícil resulta la tarea de su conducción. Lograr que los estudiantes participen activa y conscientemente en los procesos es la principal meta que me he trazado; así como continuar defendiendo la FEU y la Universidad revolucionaria, por lo que ello representa en el futuro de Cuba.

«Asumir esta responsabilidad te ofrece la posibilidad de sentirte útil a tu país y, sobre todo, a los estudiantes a los cuales tengo el deber de representar. Significa ser consecuente con la historia legada y con la que hoy estamos escribiendo».

—Un artículo de Armando Hart, luchador de la Generación del Centenario, abordó por estos días la influencia de José Ingenieros, uno de los primeros marxistas latinoamericanos, de José Martí, de la Reforma Universitaria de Córdova, entre otros hechos, en la FEU y sus líderes, los surgidos en la generación de los años 20 del pasado siglo y en los posteriores, todo lo cual alimentó las ideas socialistas, a partir de una tradición patriótica y antiimperialista. ¿Qué es el socialismo para la actual presidenta de la FEU de Cuba y cómo crees que asumen esa concepción los jóvenes que representas?

—Estamos muy contentos con el artículo. Nos han llegado referencias del ambiente positivo que causaron sus reflexiones. En la FEU ha calado lo más acabado de las corrientes de pensamiento progresista de nuestro continente y, en ese permanente escenario de ideas que es la Universidad, hemos aprendido a comprender y valorar cada nuevo concepto.

«Para definir qué es socialismo no puedo alejarme de cómo sienten y piensan los jóvenes que represento. Mayoritariamente percibimos el socialismo como el único sistema capaz de hacer prevalecer las conquistas de la nación.

«Es preciso que lo entendamos como un proceso que se transforma, y que necesariamente hay que actualizar. Que construye desde la participación y representa los intereses de todos, que diseña la contribución de sus jóvenes y los invita a consolidar sus proyectos de vida.

«Hoy fortalecemos un sistema del cual todos formamos parte, que no teme a decir que podemos y hemos cometido errores, que implica a su pueblo y especialmente a los jóvenes en la toma de decisiones que garanticen el futuro de este país.

«Un socialismo que desecha el cansancio y demuestra cómo se levanta una Isla frente a todos los obstáculos, sin dejar a nadie abandonado. Ese afán de crear constantemente utopías y de despertar siempre con una nueva meta es para mí el socialismo».

—Hart recordaba también que, inspirados en esas ideas, Mella y otros fundadores se propusieron descender la Colina, en referencia a la cima de la Universidad de La Habana, para ascender al pueblo. ¿Qué relectura, a la luz de la Cuba de hoy, harías de esa aspiración?

—Continuamos ascendiendo al pueblo. Lo hicimos recientemente con el Censo de Población y Viviendas, lo mantenemos en el pesquisaje que protagonizan los estudiantes de las Ciencias Médicas, que no es más que la batalla por la vida; en las maneras en que nuestros artistas aficionados llegaron a varias de las comunidades afectadas por el huracán Sandy, en cómo nos preparamos para garantizar el relevo técnico y profesional del país.

«Hoy continuamos protegiendo y descendiendo la Colina, con la particularidad de que los brazos del Alma Máter se han abierto a Cuba, y las Escalinatas las hemos multiplicado con la Revolución».

—Mella fue fundador, además, de la Universidad Popular José Martí, del primer Partido Comunista y de la Liga Antiimperialista de las Américas. ¿Cómo sueñas la Universidad martiana de hoy?

—Una Universidad que implique la participación de todos, que abra la ruta hacia la necesaria relación de teoría y práctica y que no prepare profesionales enajenados de la sociedad y de los retos que esta le impone. Una Universidad que sea el corazón de Cuba, que se acelere con cada llamado y sea capaz de autodefinirse, no solo en títulos, sino en una batalla por la utilidad de los saberes.

«La Universidad martiana que aúne voluntades y prepare a los pinos nuevos para asumir la identidad cultural de la nación, lo que significa que defienda la Revolución, pues como dijo Cintio Vitier, una depende necesariamente de la otra».

—¿Cómo se valora desde la FEU el liderazgo constitucional, y el merecido por su historia, que hoy ejerce el Partido Comunista de Cuba, seguidor de aquel fundado por Mella? ¿Cómo asume en estos tiempos la FEU su concepción antiimperialista?

—Los estudiantes no cuestionamos la autoridad del Partido, ni lo haremos nunca. Tampoco creemos en fórmulas neoliberales que no han madurado más que en miseria y despojo de riquezas. Es cierto que la Universidad polemiza y hasta a veces cuestiona, pero la FEU defiende las esencias de la nación, así como el pensamiento de nuestros líderes y comprende la necesidad de la existencia de un único Partido que tiene sus raíces martianas en el Partido Revolucionario Cubano de 1892.

«Estamos conscientes de que será el Partido el que desempeñe un papel político decisivo en la continuidad de nuestro sistema socialista. Este es el Partido que no teme a ser sincero, que reconoce cuando no ha trabajado bien, y es por ello que la juventud lo sigue.

«Es cierto que existe una autoridad constitucional, pero hoy en las aulas universitarias, en el pensamiento de los jóvenes, influye más la historia y la autoridad moral de quienes dirigen.

«Los cubanos somos por esencia antiimperialistas. En los últimos años ha existido un recrudecimiento de la política subversiva del Gobierno de los Estados Unidos, especialmente hacia el sector juvenil, utilizando las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales.

«Ante esa realidad, los universitarios estamos llamados a no ser ingenuos, a armarnos de herramientas y conocimientos para enfrentar esa lucha ideológica. Tenemos el reto de que la FEU no olvide esa vocación que viene de su fundador».

—Fidel dijo que esta era una Revolución de obreros, campesinos y estudiantes. ¿Cómo se siente entre ustedes esa particularidad de nuestro proceso?

—Los universitarios, y los estudiantes de manera general, nos hemos constituido en un sector diríamos que priorizado por la Revolución. La atención a nuestros planteamientos, las maneras de imbricarnos en cada llamado de la Universidad, las formas en que nos han hecho partícipes de los espacios, incluso del Parlamento, así como otras discusiones relevantes a todos los niveles, dan muestra de ello.

«El proyecto de debate de los Lineamientos y los Objetivos de la Conferencia del Partido se analizaron en las brigadas, fueron buscados y tenidos en cuenta los criterios de los miembros de la Federación; eso demuestra que somos partícipes, que determinamos en los procesos que cotidianamente construimos».

—Los documentos de la Conferencia Nacional del Partido y los debates que los acompañaron, siguiendo el sentir de los estudiantes, instaban a un mayor liderazgo de las organizaciones estudiantiles…

—Hay varios objetivos de la Conferencia en los que hoy la FEU labora para su adecuación al entorno, a lo que hacemos como organización. A ello se suman realidades que se requiere cambiar, de establecer procesos y actividades más horizontales que estimulen la participación y la construcción colectiva de las cosas que hacemos a diario.

«La FEU asume hoy como un principio imprescindible el de parecerse a sus miembros, el de eliminar formalismos, esquemas y métodos de trabajo que no tienen que ver con el espíritu de nuestra organización de masas.

«El diseño de nuestras actividades desde la base, la discusión de nuestro Reglamento en las brigadas, la mayor preparación de nuestros dirigentes, marcan algunas acciones que estamos realizando para que nuestra organización sea más creativa, fresca y profunda, sin dejar de ser termómetro de la sociedad cubana».

—En la Cuba actual unos hablan de crisis de valores, otros de pérdida. ¿Qué visión particular y qué debate tiene lugar entre los universitarios sobre ese tema?

—Los universitarios consideramos que realmente existe una crisis, la cual se fundamenta en el desmoronamiento de los códigos de valores en el mundo contemporáneo.

«Cuba, como parte de ese mundo, ha estado en el centro de coyunturas que han reforzado realidades de vida diferentes. Las carencias y limitaciones económicas y el asedio político han influido notoriamente en ello.

«Hace un tiempo, el destacado intelectual Eduardo Galeano dijo que Cuba fue lo que pudo ser y no lo que quiso ser, creo que eso de alguna manera responde, en buena parte, la interrogante.

«También consideramos que la familia juega un papel fundamental en la formación de valores, que no es solo privativo de una organización, ni de la Universidad. Este es un problema social; solo con un enfoque resolutivo lograremos hacerle frente».

—¿Creen ustedes que la Universidad cubana de hoy los prepara suficientemente para el desafío científico, espiritual, político y económico que la sociedad cubana y la humanidad tienen por delante?

—A pesar de la situación económica del país, los universitarios recibimos una formación académica privilegiada, que tiene como objetivo la graduación de profesionales competentes y comprometidos con la Revolución.

«Existen en la actualidad varios puntos que se discuten con los ministerios formadores, y tienen que ver con la validación y readecuación de los planes de estudio, el uso de las nuevas tecnologías y el papel del profesor como ente conductor del aprendizaje.

«También la organización ha insistido en el papel de los estudiantes en la profundización del estudio consciente para elevar los índices de eficiencia. El estudiantado debe asumir posturas coherentes con el esfuerzo que hace el Estado por presupuestar y mantener el acceso gratuito a una educación de calidad.

«Depende de nosotros aprovechar más los espacios y los profesores excelentes que tenemos, estudiar no solo para aprobar, sino para consolidar conocimientos, robarle más horas al sueño para prepararnos mejor. Esa es la principal forma de retribuirle al país el esfuerzo que hace para brindar a los jóvenes una educación de lujo».

—La Universidad enfrenta problemas materiales que inciden en lo educativo, en lo formativo y, en oportunidades, en los estados de ánimo del estudiantado. ¿Cómo participa la FEU en el análisis y enfrentamiento de esas peculiaridades?

—Los universitarios estamos en el ojo del huracán de estos debates. Participamos desde el punto de vista de tramitar los criterios y planteamientos del estudiantado, de apoyar en la búsqueda de soluciones y desde la implicación en estas.

«Es necesario reforzar el papel de la FEU como parte de la gestión económica de cada Universidad y buscar el equilibrio entre lo que es necesario y lo que solicitan los estudiantes.

«Cuba no está dentro de una burbuja, la crisis económica también repercute en nuestro país. La Universidad es un espacio de todos, y por tanto hemos insistido en el debate económico, comprender la situación actual y el porqué los recursos han de racionalizarse y otorgarse de manera priorizada. No se trata de denunciar solamente, tenemos el deber de participar, de cuidar los recursos que hoy se ponen a nuestra disposición tanto en las residencias como para la docencia.

«Esa es una tarea difícil. No faltan las incomprensiones de muchos, pero hay otros que entienden, se multiplican y no se dejan amedrentar por estas carencias. A pesar de todo, como enarboló el más reciente documental de Juan Carlos Travieso sobre el bloqueo, seguimos adelante y con un empuje considerable».

—Un tema de gran relevancia es el de-sarrollo local. ¿Cuánto pueden aportar los estudiantes universitarios a ese propósito?

—El Movimiento Científico Estudiantil ha tenido un fortalecimiento en este sentido. Las principales líneas investigativas responden al banco de problemas de cada territorio. Esto tiene relación directa con la sociedad, pues sus proyectos poseen un impacto directo tanto en la economía, como en el desarrollo local.

«Es una forma de vincular al estudiante con su municipio y es también nuestro aporte a la implementación de los Lineamientos».

—Hay quienes advierten que uno de los conflictos que tenemos está entre el alto grado de preparación que reciben los jóvenes, y el espacio en el que deben desempeñarse, donde no siempre se usan eficientemente sus conocimientos y potencialidades. ¿Es este un tema que abordan entre ustedes?

—La ubicación laboral de los jóvenes que egresan de la FEU es uno de los temas más polémicos en nuestras brigadas, de ahí las constantes discusiones sobre el papel que desempeña la organización en ese proceso.

«No todos los estudiantes comprenden la necesidad de estar donde se es útil y no donde queremos. Este proceso requiere de una revisión acorde con las transformaciones que vive el país».

—La sociedad cubana está en medio de un profundo proceso de actualización. ¿Crees que los universitarios lo están acompañando con toda la pasión que se requiere y que entienden adecuadamente sus dimensiones?

—No solo lo estamos acompañando, sino que somos protagonistas. Como dije anteriormente, la FEU es heterogénea, sería una utopía imaginar que todos los universitarios pensamos igual. Cada uno tiene sus debates propios, sus dudas, críticas y cuestionamientos, y también sus certezas.

«Las contradicciones generan desarrollo y nuestros centros son fuentes de polémica, pero sobre todo están llenos de debates revolucionarios en el amplio sentido de la palabra.

«Algo nos queda claro, y es que nos han dado la oportunidad de participar en un proceso extraordinario que entraña la perdurabilidad de nuestra Revolución. Nosotros no somos futuro, estamos escribiendo el presente y no defraudaremos la confianza depositada».

—A la luz de este momento, ¿cómo valoran ustedes que Fidel advirtiera, en diálogo con los Universitarios a los 60 años de su ingreso a la universidad, que ninguna fuerza extranjera puede destruir la Revolución, pero que esta puede autodestruirse como consecuencia de sus errores?

—Aquel discurso sorprende todavía, su vigencia es extraordinaria. Nos compromete que esa alerta la haya hecho rodeado de universitarios, porque es en la Universidad donde se marca el pulso de una Revolución, somos los jóvenes los responsables de no entregarla.

«Es una alerta que está ahí y que exige la preparación permanente de nuestra membresía para asumir el relevo. No debemos olvidar que la Universidad ha de egresar revolucionarios de mente y espíritu».

—¿Cuando hayan pasado otros 90 años, qué habrá dejado la FEU de hoy para la historia?

—El privilegio de crecerse, de aprender y de participar en importantes procesos del país, junto a la generación histórica de la Revolución, y especialmente la conducción de esos hombres imprescindibles que son Fidel y Raúl.

«Se tendrá que hablar de universitarios que, pese a haber crecido en una época de duro período especial, supieron participar conscientemente en el proceso de actualización de nuestro modelo social, para garantizar la continuidad de la Revolución y la preservación de nuestro socialismo.

«Se recordará la profunda vocación social de los universitarios, de cuando se repartió bombillos y estuvimos en el centro de la Revolución Energética; de nuestra presencia en localidades intrincadas a través de los proyectos comunitarios; de nuestra participación en la campaña epidemiológica que vive el país.

«También se hablará de batallas ideológicas. De cómo logramos, con el esfuerzo de todos, el regreso de nuestros Cinco Héroes, porque estoy convencida de que regresarán. Se podrá hablar de muchas cosas… de lograr que nuestro corazón latiera siempre por Cuba, de haber conseguido estudiar, trabajar, crear y crecer a la vez.

«Se encenderán antorchas, se bajará la Escalinata, se pertenecerá a una FEU más fuerte, pero se estará hablando de una parte de la historia. Como dijo Mella, todo tiempo futuro, tiene que ser mejor».

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