La política de bloqueo del Gobierno de Estados Unidos dificulta a los universitarios el acceso a la información y el intercambio de más materiales didácticos entre las facultades de todo el país, Autor: Elio Mirand Publicado: 21/09/2017 | 05:27 pm
Siete de cada diez cubanos han nacido y crecido bajo los efectos de la política estadounidense de bloqueo comercial, financiero y económico, que ha costado un billón 66 000 millones de dólares. Sin embargo, más allá de las cifras y las limitaciones ocasionadas, las nuevas generaciones aseguran que nada detendrá sus sueños, proyectos y deseos de seguir adelante en pos de este país.
Yanae Naredo, estudiante de Ciencias de la Información, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, señaló que por encima de todo lo que se dice diariamente sobre el bloqueo, esta es una política terrible.
«La vemos en las limitaciones que sufrimos los estudiantes en todas las enseñanzas, en la falta de tecnologías, de bibliografía…», dijo.
A pesar de los intensos y crecientes reclamos de la comunidad internacional al Gobierno norteamericano para un cambio en relación con Cuba, y el levantamiento definitivo del bloqueo, la Casa Blanca no cede en su posición, con el único propósito de doblegarnos, denunció.
Y es que el bloqueo afecta a todo ciudadano. Los estudiantes lo sufren en la imposibilidad para acceder a la información e intercambiar más materiales didácticos entre las facultades y universidades de todo el país, en pos de proyectos de avanzada, y lograr una educación más integral, alertó Camilo Serrallonga, estudiante de Economía.
En ese reclamo coincidió Jessica Domínguez, estudiante de Periodismo de la Universidad de La Habana. La joven aseguró que es hora de que el Gobierno de Estados Unidos tome una acción a favor de la justicia, pues son 21 años en los que la comunidad internacional ha tenido una posición a favor de Cuba y contra su cerco criminal.
Aun así los cubanos no nos doblegamos; seguiremos con la inventiva que nos caracteriza, con la creatividad y la fuerza de voluntad necesaria para llevar adelante nuevos proyectos sociales, subrayó.
Las razones son nuestras
Como consecuencia de la estricta y agresiva aplicación de las leyes y normativas que tipifican el bloqueo, nuestro país continúa sin poder exportar e importar libremente productos y servicios hacia o desde los Estados Unidos, y no puede utilizar el dólar norteamericano en sus transacciones financieras internacionales, o tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países, señala el informe presentado por Cuba ante la Organización de Naciones Unidas, que exige el cese del bloqueo económico, financiero y comercial sobre la Isla.
En este sentido Yoandrys Ferraris, estudiante de Lenguas Extranjeras, señaló que es duro ver que en pleno siglo XXI se mantengan políticas tan injerencistas como el bloqueo, una medida de asfixia económica que no ha cesado ni un solo instante, con el propósito de frenar el desarrollo económico de nuestro país.
«Sin embargo, estas más de cinco décadas han demostrado la capacidad de resistencia del pueblo cubano, cuya virtud y valores no se someterán ante estas genocidas acciones», subrayó.
José Francisco Cuza, estudiante de Turismo y presidente de la FEU de la Universidad de La Habana, añadió que el bloqueo lo vemos en cada momento de la vida estudiantil, por ejemplo cuando vamos al aula o a los laboratorios y no tenemos las PC suficientes.
Pero los cubanos tenemos el reto de seguir preparándonos, superándonos y resistiendo, sin perder la esencia luchadora y solidaria, pues no nos quedamos parados; seguimos adelante, haciendo cosas buenas por nuestra familia, nuestro país y nuestra Revolución, concluyó.
Sueños a cuentagotas
Carlos Rafael, Erick, Yaima, Daniel, Manuel Alejandro y Camila tienen en común que son jóvenes universitarios cubanos; algunos están a punto de graduarse en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría.
Ellos, como otros de su generación, han sido víctimas de las restricciones que impone el bloqueo estadounidense a Cuba, pero no dejan de soñar cómo sería su país si Washington hiciera lo que cada año la comunidad internacional le reclama.
Desde pequeños, como explica Daniel Vázquez, estudiante de Ingeniería Civil, se perciben las afectaciones del bloqueo, «pero cuando creces vas entendiendo más las cosas; te das cuenta de que es mucho más complejo, que se trata de la falta de una medicina, y otras cosas vitales», apuntó el joven.
A su juicio no queda otra opción que luchar, que seguir avanzando, aunque reconoce la frustración de saber que la política de Estados Unidos está ahí, inamovible, aunque obsoleta, y que definitivamente incide en la vida nacional.
«En mi caso, como futuro ingeniero, sé que en mi trabajo hay una afectación muy fuerte debida al bloqueo, la falta de materiales, de financiamiento… Uno pasa cinco años estudiando y quiere ejercer la carrera», aseguró Daniel.
Para la joven de 25 años Yaima Alfonso, a unos meses de convertirse en ingeniera mecánica, las principales consecuencias del bloqueo en su vida estudiantil están ligadas a la imposibilidad de determinadas búsquedas bibliográficas y el intercambio científico.
«En el campo de la tecnología la afectación es muy importante, porque hay algunos programas que pertenecen a compañías norteamericanas y nosotros no podemos ni descargarlos, ni comprarlos».
Sobre el más reciente voto en la ONU sobre la necesidad de poner fin a esa política criminal agregó: «No nos sorprende el triunfo en Naciones Unidas, porque nos asiste la razón.
Erick Brito, de la Facultad de Ingeniería Industrial, aseguró que lo ocurrido en la ONU es muestra de que una vez más el mundo fue testigo de la injusticia que se comete con la aplicación del bloqueo, así como del apoyo que hemos sido capaces de ganar en todos estos años con nuestros principios de igualdad, solidaridad e internacionalismo.
En el plano profesional, el bloqueo, que el Gobierno yanqui se empeña en llamar embargo, se convierte en una sombra perenne.
«Yo me estoy formando como ingeniero y cuando voy a las empresas estatales noto el impacto en el incremento de los costos de la materia prima, en que se tienen que importar de mercados más lejanos, en que se incrementan los costos de fletes, de aranceles…», contó Erick.
Aun así el muchacho se imagina a Cuba sin bloqueo como un país diferente. «Cuba sin bloqueo me la imagino con muchas posibilidades en el ámbito económico. Somos un país que tiene muchas virtudes, y sin bloqueo podemos llegar a alcanzar nuestros sueños».
Camila Pedrouzo, futura ingeniera, también se imagina a Cuba sin esa amenaza como un país con más avance en todos los sentidos.
Hay otros que ni siquiera pueden imaginar una Cuba no bloqueada, aunque desean fervientemente que se elimine esa política genocida. «Nací con el bloqueo; no conozco otra cosa. La imaginación no me da para tanto», explicó Manuel Alejandro Vázquez Villegas, quien cursa el cuarto año de Telecomunicaciones y es el presidente de la FEU en la CUJAE.
El muchacho relató con amargura dónde están las marcas en la vida diaria de su centro de estudios, uno de los más importantes de todo el país.
«A representantes de varias universidades norteamericanas de gran prestigio que han intentado dar conferencias acá se lo han impedido. Lo mismo ocurre con los académicos cubanos a la inversa… Los estudiantes padecemos muchas otras afectaciones, como las tecnológicas, aunque el Estado nos garantiza gratuitamente lo indispensable», dijo.
Carlos Rafael Gómez, estudiante de Ingeniería Biomédica, narró que cuando intentan acceder a algunas páginas de búsqueda en Internet se les impide: «Este servicio no está disponible para Cuba», nos sale un cartel en el mismo Google, a donde vamos a buscar información científica».
Este joven anotó que los ciudadanos norteamericanos también sufren las consecuencias, porque se les niega la posibilidad de viajar a nuestro país, y las empresas de esa nación también, pues se les impide establecer relaciones comerciales normales con sus homólogas de Cuba.
«Se trata de una política obsoleta, que pretende mantenernos alejados del mundo, a pesar del esfuerzo de otros países por integrarse. Es un tema que no tiene justificación ni política, ni social, ni económica», explicó el joven.