Leovelis Hernández Hernández, jefe de Operaciones de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Baracoa. Autor: Leonel Escalona Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
Cuando pasen los años y Reynaldo Manzo cuente que su buldózer estuvo siete días atrapado entre enormes peñascos, mientras abría paso para comenzar a construir el acueducto de Baracoa, tal vez alguien piense que su imaginación es un poquito exagerada.
Nada de eso. El inicio de la obra que más impacto ha tenido entre los habitantes de la Primera Villa, tuvo por escenario un paraje donde el río emociona por su ubicación y hermosura. A los pies de unas laderas empedradas que miran al abismo, en un lugar llamado Las Delicias, corren con su inmenso patrimonio las aguas del Duaba.
Precisamente allí, donde se concibió ejecutar la llamada obra de toma, Reynaldo y sus compañeros de la Brigada de Hidrología de la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería número 25 de Villa Clara, experimentaron numerosos obstáculos en la apertura del vial de acceso a la altura ideal, para que, por gravedad, llegara el agua hasta la ciudad.
Los mismos hombres que años atrás habían ejecutado el pedraplén a los cayos de Santa María, en el norte villaclareño, ponían a prueba su maestría, pero esta vez en la primera edificación hidráulica construida en Cuba con apoyo financiero de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), con el propósito de eliminar progresivamente la carencia de agua de una población que, paradójicamente, habita en la región donde están los ríos más caudalosos de nuestro archipiélago, y la mayor reserva acuífera de la América insular.
Primero los constructores de la hermana provincia centraron su trabajo en la reparación del vial, por donde se desplazaría la mayor parte del trazado de la conductora, y en la construcción de las tres alcantarillas que lleva la obra.
De lo que se trataba entonces —explica Leovelis Hernández Hernández, jefe de Operaciones de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Baracoa—, era de levantar la obra de toma, que al final fue erigida aproximadamente un kilómetro más abajo del nivel previsto en el diseño inicial, pues se calculó que en ese lugar del río —uno de los menos contaminados de Cuba— sería menor el impacto medioambiental. Esa decisión evitaba, al propio tiempo, el empleo de los costosos y deficitarios tubos de acero, planificados en principio, pues se podrían ubicar, como en el resto de la conductora, los de polietileno de alta densidad (PAD), que además son más fáciles de manipular a la hora del empalme.
De tal forma —dijo— simultáneamente se acometió la soldadura y soterrado de los tubos, y así quedaba concluida la obra de captación del vital líquido y la conductora de poco más de 12 kilómetros entre Las Delicias y La Marina, en las inmediaciones de la ciudad.
Curitas no, rehabilitación
Mientras se realizaban aquellos trabajos, una brigada del propio municipio, perteneciente a la Empresa Provincial de Acueductos y Alcantarillados, dotada de modernos y eficientes equipos para la perforación y otras labores especializadas, como máquinas zanjadoras, minizanjadoras, compresor de aire, y aparatos para soldar tubos, entre otros medios, ejecutaba la rehabilitación, apunta el ingeniero jefe de Operaciones de Acueductos Baracoa.
«En la construcción de los sistemas de distribución el proyecto previó el uso de conductoras de polietileno de alta densidad de 90, 110, 160 y 200 milímetros de diámetro. De ese mismo material son también las mangueras para las acometidas hasta las viviendas, pues es más resistente a la corrosión que otros materiales que se emplean con similares fines, y es de fácil manejo», comentó el directivo.
Desde abril de 2008 y hasta finales de marzo último, el colectivo había colocado 57 kilómetros de tuberías, de los 83,6 kilómetros que están previstos rehabilitar al concluir la inversión.
Esta parte del proyecto —acota Hernández Hernández— ha contado desde el primer día con la cooperación de la población de las diferentes comunidades beneficiadas, fundamentalmente en la excavación de zanjas con los medios rudimentarios a su alcance, en las calles o áreas estrechas donde no pueden operar los equipos especializados.
De esa manera, en la fase en que se encuentra actualmente, el acueducto por gravedad llega ya a 9 298 viviendas, y disfrutan de agua potable las 24 horas del día unos 32 000 habitantes.
De que vale la pena tanto esfuerzo de inversionistas y constructores se convence cualquiera que vea la expresión del rostro del joven cabeza de familia Gerardo Ruiz Matos, cuando le preguntamos sobre el tema.
El muchacho vive en la calle Frank País, entre Maceo y Martí, en el corazón mismo de La Primada, y nos cuenta que desde que era un niñito, y ya tiene 27 años, buscaba el vital líquido en una «plumita» que había a varias casas de la suya: «Era una agonía esa cargadera de agua en cubos, y cuando llegaba un chorrito más fuerte entonces era una desgracia la gastadera de corriente poniendo la turbina.
«Ya no tengo ni agonía, ni desgracia, ni turbina, me llega directo y todo el día a todas partes de la casa. Y no la puedo derrochar porque tenemos equipos medidores del consumo, entonces no puedo gastar lo que me ahorro en electricidad, ¿usted me entiende?».
Para distribuir el poco volumen de agua que llegaba a la ciudad mediante sistemas de bombeo instalados en los ríos Miel, Macaguanigua y Duaba, por más de 30 años estuvo dividida la ciudad por zonas, con un horario cada una que no rebasaba las cuatro horas diariamente.
A ello se sumaba, explicaron especialistas comerciales de Acueducto y Alcantarillado, que más del 50 por ciento del agua que se bombeaba se perdía por el mal estado de las redes, un gasto considerable de electricidad.
Hoy en la Primera Villa, capital y obispado de Cuba, la gente le dice a esa obra, aún inconclusa, el señor acueducto.
«Porque además de todos los beneficios mencionados, esta obra permite ahorrar más de 350 000 pesos al año, pues se eliminarían tres ineficientes estaciones de bombeo, grandes consumidoras de electricidad. Y ya favorece a los consejos populares Mabujabo, La Playa, Turey, el centro histórico de la ciudad y La Reforma», precisa Leovelis Hernández.
En una segunda etapa beneficiará a los habitantes del consejo popular Cabacú y a los de las zonas altas de la ciudad, que continúan recibiendo el servicio por los sistemas de bombeo.
Para llegar a más
La concreción de este acueducto colosal debe avanzar este año hasta concluir la rehabilitación de las redes y la continuación de la conductora, cuya ejecución debe hacerse después de las festividades por el aniversario 500 de la villa, ya que se requiere atravesar la ciudad, desde el centro histórico hasta Cabacú, con tuberías de 630 y 500 milímetros, lo cual ocasionará muchas molestias por las características de la ciudad, de calles estrechas y carencia de alcantarillado.
También se construye en estos momentos la planta potabilizadora, y una obra a la que algunos le llaman el tanque, la más compleja. Esta se construye en la cima del Paraíso, una elevación adonde los habitantes de la ciudad van en busca de refugio cuando el mar se enfurece.
Ese objeto de obra, que es una especie de presa elevada con capacidad para almacenar 4 000 metros cúbicos de agua, introduce complejidad al proyecto por estar en una zona sísmica y cerca del mar, lo cual exige, entre otros requerimientos, resistencia del hormigón por encima de los parámetros habituales y, por tanto, un exquisito control de calidad, según valoraciones de Alfredo Correa Álvarez, delegado de Recursos Hidráulicos en la provincia.
La función de ese objeto es garantizar la gravedad desde la planta potabilizadora hasta la ciudad, y está ahora en fase de cimentación y nivelación.
Por otra parte, muchos de sus componentes, entre ellos losas, acero y varios accesorios, hay que transportarlos desde tres provincias cubanas, incluyendo a La Habana.
Cuando finalicen esos trabajos, la bien llamada por los lugareños su obra del siglo beneficiará a unos 45 000 habitantes de Baracoa, más de la mitad de la población del municipio, quienes estarán disfrutando en sus casas del agua buena que ya entra en La Primada.