SANTA CLARA, Villa Clara.— Tierras agrietadas, acueductos escuálidos, vehículos cisterna que se encargan de apaciguar la escasez de agua… La escena cobra más trascendencia en esta provincia y resulta también común en otros territorios del país.
El impacto más visible lo muestran las más de 52 000 personas abastecidas con el empleo de pipas, el trasiego de agua para los animales, esas tierras que esperan por las lluvias para poder ser explotadas y hasta el desagradable polvillo que, junto al sudor, se nos impregna en el cuerpo y la ropa.
Sequías más grandes hubo, pero esta exhibe ya su lastre. Por ejemplo, si en los días que restan de mayo no llueve de manera generosa, prácticamente habrá que utilizar cisternas para el abasto en todos los municipios, precisó Julio Frank Rivero, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villa Clara.
Subrayó que actualmente utilizan con esos fines unas 45 pipas de esa entidad y de diferentes organismos, así como otras que pertenecen a la Agricultura y el MINAZ.
En el territorio, como consecuencia de la sequía que se padece desde hace años, los municipios más perjudicados resultan Camajuaní, Ranchuelo, Placetas, Santo Domingo, Sagua la Grande y Santa Clara.
En Villa Clara el nivel de los embalses está en un 41,2 por ciento, confirmó Lídice Mora Ramos, subdelegada técnica de la Dirección de Recursos Hidráulicos en la provincia.
Entre los de más crítica situación se encuentran el sistema Alabama-Gramal, y el Hanabanilla, que abastecen de agua a esta ciudad, así como otras presas destinadas al riego agrícola y la industria.
También se han agotado o están perjudicadas fuentes de aguas subterráneas, lo cual determinó aplicar restricciones a su empleo en la zona de Manacas, en el municipio de Santo Domingo.
Según pronósticos, de un momento a otro, más allá de los aguaceros recientes de aquí o de allá, se deben desatar las lluvias con más sistematicidad y fuerza. Esperemos que así sea, pero por ahora hay que evitar a toda costa el despilfarro del preciado líquido.