Varias instituciones y decenas de especialistas cubanos a lo largo del país estudian y evalúan el estado de las poblaciones de aves en Cuba de forma sistemática.
Se incluyen inventarios y monitoreos en los ecosistemas de mayor relevancia, los que «proveen información básica necesaria para el manejo adecuado de las especies y su medio ambiente, en aras de lograr la sostenibilidad», señaló la ornitóloga Daysi Rodríguez.
En las zonas boscosas, por ejemplo, se emplea como método muy recurrente la captura y anillamiento de ejemplares. Se han anillado más de 30 000 aves en 37 regiones, en muestras que de conjunto sumaron 20 000 horas de trabajo.
Primero los especialistas colocan entre los arbustos las llamadas redes ornitológicas. Algunas miden de 9 a 12 metros de longitud y 2,5 de alto.
Al chocar contra estas, las aves se enredan y quedan a disposición de los investigadores. Estos las liberan cuidadosamente y las colocan en bolsas de tela para trasladarlas a la estación de anillamiento, a pocos metros.
Luego se les coloca en una de las patas un anillo numerado, para contrastar los detalles del animal en caso de recaptura. Posteriormente evalúan su peso, la longitud de las alas, el estado de la muda del plumaje y la salud general del ave, para finalmente liberarlas en la misma área donde fueron capturadas.
Los datos quedan registrados en bases de datos, individualizando cada uno con el número del anillo correspondiente a cada ave.
Los especialistas, bien entrenados, deben ser capaces de realizar estas acciones en pocos minutos, o de lo contrario el ejemplar puede morir por asfixia o infarto.