MANZANILLO, Granma.— ¿Cómo garantizar que en el futuro tengamos campesinos en Cuba si hoy no les enseñamos a muchos niños que viven en el campo las bondades de la tierra?
Esta fue una de las preguntas implícitas de las que movieron el Activo provincial campesino de Granma, en el cual se recalcó con fuerza una idea: el aumento de carreras técnicas vinculadas a la agricultura no garantiza por sí solo que el campo se llene de la fuerza que este necesita.
Esas preocupaciones sobre el mañana son entendibles, sobre todo porque hay muchas familias de campesinos que les inculcan a sus propios hijos desmarcarse de las labores agrícolas.
Por eso en el activo granmense, celebrado en la cooperativa Omar Rivero, se insistió en la urgencia de aumentar las campiñas pioneriles en el país, que ahora son 62, de las cuales 11 están en este territorio oriental.
Al respecto, Hilder Torres Escalona, miembro del Buró Nacional de la UJC, expresó que ahora no son imprescindibles grandes edificaciones ni muchos recursos para crear tales estructuras, en las que se puede estimular sin mucho esfuerzo la formación vocacional hacia carreras agropecuarias.
En ese mismo hilo, se planteó otro reto: en el país solo existen 1 700 círculos de interés ligados a ramas agropecuarias, cifra ínfima para una nación cuya principal fuente de riqueza ha de ser la tierra.
«Las cooperativas de Cuba —más de 4 010— deben ir más a la comunidad, vincularse mejor con la escuela, aprovechar todos los espacios posibles», apostilló Torres.
Tal vez esos guarismos tan bajos tengan que ver con otra realidad planteada en este Activo, que estuvo antecedido por 34 reuniones similares de base en el territorio: en muchos lugares no se ha dignificado a los jóvenes campesinos, no se han estimulado lo suficiente, ni moral ni materialmente; y ese mal espejo no inspira a los que se vienen empinando.
No por gusto, en la reunión se levantaron voces a favor de elevar y distinguir más con las condecoraciones estatales propuestas por la ANAP y la UJC a los muchachos vinculados al sector agropecuario.
Pero más allá de estos estímulos, quedó demostrado en este encuentro que los campesinos piden «campo abierto» por encima de todo, como señalaba Kelvin Pompa, del municipio de Río Cauto. «No estamos para solicitar recursos, lo importante es que no haya trabas para laborar en la tierra; lo demás viene después, esta tropa lucha», señaló.
Siguiendo ese concepto, Alennis Jiménez, de 29 años, socio de la cooperativa manzanillera Carlos Manuel de Céspedes, apuntó que hace varios meses obtuvo en usufructo 13 hectáreas de tierra llenas de marabú. «Hoy estoy contento porque, después de limpiarlas, poseo 16 cabezas de ganado y entrego un promedio de 1 500 litros de leche al mes; eso se lo puedo transmitir con orgullo a los muchachos que vienen después. Trabajar duro en el presente es una de las maneras para garantizar el futuro», subrayó.