No se puede realizar un buen trabajo político si se desconocen u obvian aspectos tan significativos de la realidad como las complejidades del país o las dificultades de la economía. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
BAYAMO.— A los militantes de la Juventud no se les piden favores, se le dan tareas. La espontaneidad tiene que quedar en un segundo plano. Así dijo categóricamente uno de los 300 delegados en la asamblea IX Congreso de la UJC en Bayamo para disparar, de inmediato, el debate sobre cómo debe ser un miembro de la organización y cuál es el papel de los dirigentes juveniles en la base.
El asunto se ha añejado en otras discusiones a anfiteatros llenos, pero no está desprovisto de matices complejos. Al respecto, el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros y miembro del Buró Político, José Ramón Machado Ventura, expuso que aunque cada militante debe caracterizarse por la disciplina y la disposición, «hay que ser racionales a la hora de dar una tarea, ver la manera en que lo hacemos» porque no todo el mundo tiene la misma postura en una circunstancia determinada.
«No se trata de ser blandengues, pero tampoco inflexibles», subrayó, para luego remarcar que es preciso perfeccionar los mecanismos para atraer al trabajo de la UJC a militantes y jóvenes.
«El mejor secretario del comité de base es el que distribuye tareas, el que involucra a todos y logra captar y aprovechar las capacidades de sus compañeros».
Y expuso que a veces la organización no le parece atractiva a ciertos jóvenes porque no se les explica que la Juventud no es solo para reuniones, también para ayudar a cambiar lo que anda mal. «Hay que hablar más con la gente, convencer, debatir, transmitir siempre información, generar el entusiasmo, crear un ambiente de armonía», sentenció.
Sucede que en la práctica no siempre se cumplen estos preceptos que forman parte de lo que llamamos trabajo político-ideológico. Y cuando falla algo en ese aspecto, como decía Michel Rondón, profesor de Derecho de la Universidad de Granma, «nos extraviamos; la UJC pierde su esencia».
Él señalaba, en el análisis matizado por 27 intervenciones, que lo primero para un dirigente juvenil en la base es identificar los problemas, luego «organizar el trabajo». Se refirió, en esa línea, a varios cursos de actualización y superación implementados hace poco en esa casa universitaria, los cuales «ampliaron la cultura y generaron un mejor funcionamiento de la Juventud».
Las palabras del joven suscitaron una nueva reflexión de Machado, quien señaló que en esa labor ideológica se requería de mucha práctica. «No es pensar solo en un libro lleno de conceptos; hay que argumentar de distintas maneras cuáles son los principios del socialismo, en qué se basa el centralismo democrático, hablar abundantemente de nuestra historia, exponer qué está pasando en el mundo, poseer la mayor cultura económica posible».
Es cierto que, frecuentemente, se habla de trabajo político, pero se desconocen o se obvian aspectos de la realidad de mucho peso, las complejidades del país, las dificultades de nuestra economía. A veces ni nos imaginamos —para poner un ejemplo revelado en la asamblea por la enfermera Elizabeth Díaz— cuánto cuesta realizar una tomografía con un equipo altamente caro.
En consonancia con estas ideas, Luidmila Álamo Dueñas, primera secretaria de la UJC en el país, expresó que no podemos pasarnos la vida discutiendo lo mismo, de reunión en reunión y de congreso en congreso. Por eso se deben cambiar cosas, empezando por la manera de evaluar a nuestros militantes en sus misiones, muchos de los cuales siempre son buenos en el papel.
«Se puede ser un buen profesional, pero un mediocre militante; por eso no deben permitirse evaluaciones de corta y pega», sentenció ella para agregar después, estimulada por el razonamiento de un delegado, que se es militante siempre, en el puesto laboral, pero también en la cuadra, en el CDR, en la voluntad de asumir cualquier tarea, lo mismo de dirección administrativa que política.
Su concepto fue reforzado por el primer secretario del Partido en Granma, Luis Virelles Barreda, quien acotó que ser militante es, sencillamente, un compromiso con la vida. «A la Revolución no podemos ponerle condiciones. Por eso cuando decimos pa’ lo que sea Fidel, no se trata de una consigna sino de una obligación sagrada».