Una de las mayores alegrías de Dany es sacarle provecho a la tierra Autor: Maylí Estévez Pérez Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
COMUNIDAD LAS CRUCES, Corralillo, Villa Clara.— «No, no, periodistas. ¿Una entrevista? ¡Qué va! Eso sí que no. Miren, yo prefiero sembrar un campo de malanga solo y guataquear ahora mismo 300 surcos de plátano, que hablarle a esa grabadora. ¡Qué va! Eso a mí no me gusta. Fíjense que ustedes no han comenzado y ya estoy nervioso. Entiéndame, aquí lo mío es trabajar, trabajar mucho».
Con el encogimiento propio de quien nació y ha crecido entre sembradíos y pastizales, el joven Dany Rivero García, Vanguardia Nacional campesino de Villa Clara, levantó la mirada de la tierra, echó a un lado los bejucos de boniato y salió «cortado» a recibir a una tropa de reporteros que decidimos conocerlo al pie del surco, en la Cooperativa de Producción Agropecuaria Victoria de Girón, en los límites de esta provincia con Matanzas.
Jadeante y algo perturbado, se escurrió de una pasada el sudor de la frente, se encasquetó el sombrero y, tras hacernos saber con insistencia su temor a cámaras y micrófonos, solo atinó a decirnos escasas palabras que de cierta manera nos permitieron descubrir a una persona en extremo tímida, pero aferrada a los designios del campo.
A «coletazos» nos dijo poco y mucho a la vez, apremiado por el cansancio de toda una mañana de trabajo, justo a la hora en que el sol ocupa el centro y los labriegos ya vienen de vuelta para arrimarse a la mesa.
Con el cantío de los primeros gallos, día a día Dany se tira de la cama, y parte temprano a la campiña para empapar de sudores «la mangas largas» y fraguar con sus energías otra jornada productiva similar o mejor que la anterior.
«Lo mismo pastoreo, ordeño, siembro que cojo una guataca. Aquí tenemos varios cultivos. Unos requieren más atención y más tiempo para su cosecha, otros se dan más rápido. El boniato, por ejemplo, es un producto de ciclo corto, pero la malanga necesita de un período mayor en la tierra, y el plátano, que es uno de los que más le gusta a la gente, puede sembrarse en cualquier etapa del año».
Quienes lo conocen cuentan jocosamente que en los menesteres amorosos Dany suele arreglárselas bien, que sabe astutamente cómo sacarle alguna que otra sonrisa a su novia, y que en el tiempo libre le gusta compartir con sus amigos una partida de dominó o un juego de pelota, aunque haya que conformarse casi siempre al final con una derrota.
Su cortedad resalta y de qué manera. Fue por boca de otras personas que supimos de su aporte en tierras pinareñas tras la embestida ciclónica del pasado año. Hasta el extremo más occidental de Cuba llegó con su inteligencia campesina este joven de apenas 20 años, a quien les resultaron pocas sus horas de esfuerzo en medio de un panorama urgido de manos laboriosas como las suyas.
«A mí no me pesa el cuerpo para ir a un trabajo voluntario, yo no ando creyendo mucho en domingos para pegarme a la guataca. A mí lo que sí me pone muy alterado es eso. Apaguen la grabadora ya, periodistas. Acuérdense que yo no soy hombre de palabras. Gracias de todas formas por haber venido, pero yo donde mejor me siento es aquí, sacándole provecho a la tierra».