El proyecto comunitario La Caoba materializó acciones a favor de la calidad social y ambiental de aquel barrio guantanamero próximo al río Guaso. Foto: Cortesía del Grupo para el Desarrollo Integral de la Ciudad Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
GUANTÁNAMO. — Una década de fundado cumplió este viernes el proyecto comunitario La Caoba, surgido para revertir la pésima imagen heredada por los habitantes del barrio donde radicara la segunda zona de tolerancia más famosa del país en tiempos de la seudorrepública.
El punto de partida de aquella idea, recuerdan sus impulsores, fue cambiar por consenso comunitario el nombre del asentamiento, devenido prostíbulo para gente de cualquier geografía, incluidos los marines de la ilícita base naval yanqui, enclavada aquí contra la voluntad de los cubanos.
La arquitecta Sulma Ojeda, directora del Grupo para el Desarrollo Integral de la Ciudad y principal animadora de las transformaciones, aseguró que se materializaron acciones a favor de la calidad social y ambiental de aquel entorno, como «la creación de varios proyectos de intervención cultural que propiciaron el surgimiento de grupos musicales, danzarios, comparsas infantiles, entre otras propuestas».
Igualmente fue posible crear espacios para la socialización de actividades, nació el parque del barrio, con tres árboles de caoba en su entorno, se instalaron las vías no formales, una bodega, mejoró la iluminación y se potenciaron acciones medioambientales para conservar la higiene de la demarcación, muy próxima al río Guaso, mencionó Sulma.
Durante la celebración del décimo aniversario, los alrededor de 1 500 habitantes del barrio La Caoba, donde abundan jóvenes y niños, hicieron galas del alcance social de la idea al exhibir su talento artístico, nacido con el vigor de este proyecto, cuya pretensión de metamorfosis social es perceptible.
«Lo más notorio del proyecto es que se ha mantenido vivo durante estos años, con aliento a pesar de la falta de algunos recursos que nos impiden llegar más lejos, por ahora», reconoce la experta, quien constata a diario la evolución de esa comunidad en la que es difícil percibir reminiscencias de su pasado.