El equipo multidisciplinario que concretó la voluntad de una mujer de donar un riñón a su hermana, devela los entretelones médicos, éticos y sociales que sustentan el progreso de la trasplantología en Cuba
La historia de cómo Raquel Rodríguez donó un riñón a su hermana Odalys, publicada aquí el pasado domingo, ha conmovido a muchos lectores. Siguen llegando cartas a la redacción; y ello prueba, una vez más, que la gente está necesitada de ternura. Pero no seríamos justos si obviáramos el universo de los trasplantólogos que asumieron la delicada operación en el Hospital Hermanos Ameijeiras; como que no sería sólido el acercamiento al asunto, sin las visiones que ellos aportaron acerca de los entretelones médicos, éticos y sociales que sustentan el progreso de la trasplantología en Cuba.
Fuimos al encuentro del equipo multidisciplinario que realizó la intervención, encabezado por el doctor Boris Gala López, jefe de Servicios de Trasplantes de Órganos Abdominales de esa institución. Y en un fecundo diálogo, comprendimos cuán complejo es asumir este ambicioso programa...
Nuestros entrevistados no pusieron barreras. Nadie podría suponer tanta sencillez y naturalidad en personas obligadas siempre a solucionar dilemas entre la vida y la muerte. Conectados las 24 horas con su trabajo, asumen su misión con entrega monástica, al punto de que casi todos padecen hipertensión arterial. Eso, sin contar las penas y obsesiones que llevan sobre sí, como gente común que también son.
JR: ¿Qué particularidad tiene esta operación de trasplante Raquel-Odalys?
Doctor Boris Gala: «Es la conocida como de donante vivo, que siempre tiene un toque especial, porque implica mucho compromiso y responsabilidad. El donante es una persona sana, que además tiene el noble gesto de ceder voluntariamente un órgano a otra persona. Para nosotros el compromiso es doble. Todo debe quedar muy bien: con la operación del donante, que tiene que salir sin ninguna complicación; y con la operación del receptor. En este caso, además de quedar bien el órgano, tiene que funcionar adecuadamente, para que la donación no sea en vano.
«El otro elemento es que genera mucho estrés, pues lleva mayor planificación —incluido garantizar una serie de elementos logísticos e infraestructurales— que en los trasplantes sobre la base de donantes cadavéricos. Por eso no es tan frecuente, pues Cuba tiene un programa de donación de cadavéricos que se ha incrementado. A través de esta última vía muchos enfermos tienen la posibilidad de contar con un órgano. Si se tiene en cuenta que cuando desafortunadamente fallece una persona, de ese donante pueden beneficiarse por lo menos cuatro pacientes: el corazón, el hígado, dos riñones...».
JR: O sea, Cuba apuesta sobre todo al trasplante por donación cadavérica...
Doctor Boris Gala: «La trasplantología en Cuba comenzó en los años 70. Lo que hicimos fue adoptar lo que se había extendido sobre todo en Estados Unidos y Europa. Luego, la donación cadavérica es la que más se ha promovido, sobre todo para tratar de no poner en riesgo a personas sanas. Y hemos aprendido mucho, sobre todo de España, no solo desde el punto de vista técnico, sino en cuanto a la organización de un proceso de donación. A fin de cuentas, lo que marca un programa de este tipo es que si no hay donantes no hay trasplantes. Y el objetivo es incrementar las posibilidades, y sacar a la gente que está en las listas de espera.
«Cuba incorporó parte de ese modelo español de donación y trasplante. En el 2000 se constituyó la Oficina Nacional Coordinadora de Trasplantes, una dependencia del Ministerio de Salud Pública que organiza el proceso de donación y trasplante, y es la que promueve el tema de las donaciones. En cada hospital de los grandes tienen una persona clave, el coordinador de trasplantes: es quien identifica el posible donante. Si por desgracia alguien falleció, ya sea por accidente o por enfermedad cerebro vascular cae en muerte encefálica, el coordinador es quien lo identifica como posible donante. Se entrevista con la familia, y es quien, en medio del luto, debe tener el arte suficiente para comunicar la posibilidad de que, con los órganos del fallecido, puedan beneficiarse otros seres humanos. Y ahí entran en juego otros elementos, entre ellos cómo aceptamos los cubanos el tema de la donación».
JR: ¿Y cómo lo aceptamos?
Doctor Boris Gala: «De manera general muy bien. El por ciento de negativa familiar es bastante bajo, anda entre un cinco y un diez. Eso hace que el número de donantes sea elevado y creciente».
JR: ¿Qué razones esgrimen las familias para negarse?
Doctor Boris Gala: «Disímiles. Cuando uno estudia este fenómeno a nivel mundial, en muchos países la negativa tiene un trasfondo religioso. De todas maneras, la religión católica, por ejemplo, asume ampliamente el tema de la donación. De hecho, el Papa Pío XII la bendijo hace mucho tiempo. Y en el caso de Cuba, se asume de una manera más práctica.
«Hay personas aquí que no aceptan la donación de un órgano proveniente de su familiar fallecido, sobre todo por desconocimiento de lo que entraña un trasplante. Algunos no logran comprender qué es la muerte encefálica, suceso por el cual la persona está muerta, aunque siga respirando artificialmente y su corazón siga latiendo mantenido por máquinas. Y está el caso de los familiares del paciente fallecido y potencial donante, inconformes con el trato o alguna otra situación desfavorable durante el ingreso.
«De todas maneras, la aceptación mayoritaria existe incluso antes de que se creara la Oficina de Coordinación de Trasplantes. Influye que el pueblo está bastante informado, y también su total acceso a los servicios de trasplante».
JR: ¿El hecho de que Cuba no funcione con intereses atomizados y mercaderiles, y que tenga la posibilidad de prever y planificar incide en el éxito y la cobertura de intervenciones quirúrgicas tan delicadas?
Doctor Boris Gala: «Eso es fundamental. Y ahí desempeña un rol primordial la Oficina Nacional de Trasplantes. Cuando tenemos un operativo por donación cadavérica se movilizan todas las estructuras, para que los órganos, extraídos del donante, tengan el menor tiempo posible de isquemia. Y si es necesario movilizar un avión, intervienen las FAR.
«En cuanto al tiempo que media entre la extracción del órgano a un donante cadavérico y el trasplante, oscila en un rango de las 20 horas; porque el donante puede estar en Baracoa, y el receptor en la capital. Y median, además, el consentimiento de la familia, la extracción, la conservación y la transportación».
JR: Volvemos al donante vivo. En Cuba, ¿entre quiénes es posible ese complejo proceso de traspaso?
Doctora Mercedes Herrera Vilches, especialista en Medicina General Integral y de Primer Grado en Nefrología: «Desde que comenzó el programa de donantes vivos en el país, solo se ha estado asumiendo la primera línea; es decir, de padres a hijos y viceversa, o entre hermanos. Se fundamenta en razones inmunológicas y de compatibilidad, también por la disponibilidad de recursos que limitan el estudio con otras personas que no sean genéticamente emparentadas.
«Después del Congreso de Traspantología, celebrado en noviembre de 2008, una de las tendencias de ese encuentro fue aceptar la donación entre parientes de segunda línea (primos y tíos), pero eso conlleva un cuerpo legislativo enorme acerca cómo se va a efectuar este tipo de donación, pues no podemos obviar las condiciones sociales y económicas que hoy tiene el país.
«Sabemos que en nuestra sociedad no tenemos familias homogéneas, y que incluso dentro de alguna de ellas pudieran aparecer intereses económicos motivados por las condiciones actuales. Por eso debemos tener en cuenta el enfoque económico, social, y también de los valores espirituales a la hora de asumir este tipo de donación».
JR: En lo del trasplante por donante cadavérico, ustedes valoran la anuencia de la familia. En las oficinas del Carné de Identidad y Registro de Población muchas veces no se consulta algo tan altruista, o se hace mecánicamente. ¿Qué importancia tiene la decisión del ciudadano en vida, expresada en el consentimiento? ¿Hasta dónde la sociedad ha dignificado y estimulado esa posiblidad?
María Elena Rodríguez Lafuente, especialista en Psicología de la Salud: «Cuando nació lo del cuño, aquella Flor de la Vida, la gente iba voluntariamente a ponérselo. En cuanto a quienes hacen el carné de identidad, muchas veces no preguntan sobre la disposición, o preguntan de manera maquinal».
Doctor Orlando Clausell Wong, especialista de Primer Grado en Cirugía General: «Si importante es la donación de vivos, mucho más sería la información para que se donaran órganos de cadavéricos. Muchas donaciones se pierden, hay negativas familiares. Y a veces influye el hecho de no tener marcado en el carné de identidad el deseo de donar. Eso implica pedirle permiso a la familia; porque el deseo en vida del potencial donante no está plasmado».
Doctor Boris Gala: «Hay que aclarar que la decisión al final es de la familia, independientemente de lo que diga el carné de identidad. Pienso que el tema del carné responde a una campaña que se hizo en los años 80. Si me preguntaran, yo preferiría que lo quitaran del carné de identidad, y se creara el mecanismo de que la población recibiera información, y después tomara decisiones».
Doctor Alejandro Areu Regateiro, coordinador de Trasplantes del Hermanos Ameijeiras: «En los años 80 se instrumentó la primera campaña a partir de un congreso de la UJC. Fue bueno que se situara la voluntad en el carné de identidad, con aquella “Flor de la Vida”. Eso se ha ido perdiendo, y hay que retomar el mecanismo creado.
«Claro que, independientemente de que en vida declares la voluntad para donar tus órganos, al final siempre se le hace la solicitud a la familia. Pero la voluntad expresada en el carné favorece. He tenido familias que no han estado de acuerdo, pero dicen que la decisión del fallecido hay que respetarla. El mecanismo está, solo hay que retomarlo concienzudamente. Y que la gente tenga el derecho de expresar su voluntad».
JR: Hay quien ve a los trasplantólogos como aves de rapiña...
Doctor Boris Gala: «Claro que nosotros rondamos la muerte, pero yo lo prefiero mirar como el milagro de convertir esa muerte en vida».
JR: Otros piensan que, de tanto convivir con «la realidad de la vida», ustedes se endurecen...
Doctor Orlando Clausell Wong: «Tenía un punto de vista sobre la vida cuando empecé a estudiar Medicina, y cambió cuando me hice especialista en Medicina General Integral. Pero cambió también cuando me hice especialista en Cirugía. Y al llegar a este servicio de trasplantes, mi visión sobre la vida y la muerte cambió todavía más».
Doctor Alejandro Areu: «Yo he llegado a una sola conclusión: Lo más importante... es estar vivo».
JR: Aún así, nos parece que el mundo de ustedes es dramático...
Doctor Boris Gala: «Es difícil lidiar con la muerte, pero uno debe aprender a dejar marcharse a la gente, cuando es inevitable. Lo otro es saber llevar la vida, tanto en el hospital como el ámbito hogareño, y protegernos de todos los dolores posibles que podamos enfrentar a diario».
JR: ¿Cómo pueden estar tantas horas en el quirófano?
Doctora Berta González Muñoz, especialista de Primer Grado en Nefrología: «Todo depende del entrenamiento psicológico que nace del hábito, de un día tras otro. No importa el tiempo... a veces ni lo sentimos. Es casi al final cuando nos damos cuenta de las horas que han pasado, aunque no hayamos dejado de contar tiempos quirúrgicos por obvias razones».
JR: Ustedes son jóvenes. El tiempo se va... ¿Cuál es el costo de esta carrera en sus espacios de familia?
Doctor Boris Gala: «Es altísimo. Los verdaderos héroes son ellos».
JR: ¿No tienen momento fijo para el descanso?
Doctor Alejandro Areu: «Trabajamos las 24 horas, todos los días del año. Aquí todo puede desencadenarse en la noche, la madrugada, un fin de semana o un día feriado. Cuando el teléfono suena, y me dicen que tengo un donante cadavérico, echa a andar todo el sistema. Lo que uno esté haciendo queda relegado.
«Volviendo a la pregunta de cómo podemos estar trabajando tantas horas, no siempre con todas las condiciones como la necesaria transportación de los miembros del equipo cuando echa a andar el alerta, hay que decir que, ante todo, amamos lo que hacemos. Lo trascendente es cuando un paciente sale adelante.
«Cuando gestionamos un consentimiento familiar para obtener órganos con vistas a un trasplante, estamos enfrentando a la muerte. Sabemos que para que viva una persona, desgraciadamente tuvo que fallecer alguien. Los dramas humanos son duros, y hay que entrar en ellos. Y uno los siente, porque nunca te acostumbras a convivir con la muerte».
JR: Después de operar, ¿cómo es la relación de ustedes con los trasplantados?
Doctor Boris Gala: «Ellos se quedan de por vida con nosotros. Nos convertimos en sus médicos de cabecera. Nos ven como a los padres que les dimos una vida nueva».
JR: ¿Cómo los trasplantados asumen la vida, en términos de plenitud humana?
María Elena Rodríguez, especialista en Psicología de la Salud: «La mayoría te dice que ve todo de manera diferente. Aprende a valorar el apoyo que ha tenido de familiares y amigos».
JR: ¿Y los familiares?
Doctor Boris Gala: «Se sienten en deuda eterna, y nosotros les decimos que ese es nuestro trabajo. Hemos tenido enfermos que han llegado comatosos, y después salen del trasplante como si hubieran despertado de un largo sueño. Pero la familia estuvo ahí todo el tiempo; los vio casi morir. Incluso los familiares de pacientes que no tuvieron una positiva evolución, muestran gratitud».
JR: ¿Qué rasgos deben caracterizar a un trasplantólogo?
Doctor Boris Gala: «Lo primero es ser un buen médico. Lo otro es el deseo de ayudar a gente que está muy enferma. Y todo lo que hacemos es a un costo personal muy grande. Es por eso que en esta especialidad se empieza muy joven, porque implica un desgaste físico enorme; horas y horas dando tumbos de un lado a otro, durmiendo muy poco.
«Un ejemplo es que, una vez que uno entra aquí, no puede embriagarse en sus tiempos libres. Hasta en una fiesta hay que estar preparado para la llamada de alerta».
JR: El cubano ha sentido siempre gran respeto por la figura del médico. ¿Creen que los trasplantólogos tienen todo el reconocimiento social que merecen?
Doctor Boris Gala: «Por encima de cualquier reconocimiento, nosotros sentimos una gran satisfacción por lo que hacemos. Pacientes y familiares agradecen y valoran nuestro empeño. Aunque esta especialidad no deba verse como lo máximo, cuando hay tantas otras importantes, quizá no tenga todo el reconocimiento social que merece, porque se desconoce mucho sobre ella, incluso entre colegas».
JR: ¿La complejidad y audacia que requiere la trasplantología no los inclina a la autosuficiencia?
Doctor Boris Gala: «Somos como somos (sonríe). Y punto».