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Escuela Primaria Franz DBeche: Palacio de Pioneros

Autor:

Margarita Barrios

En ese centro el aprendizaje de las asignaturas se complementa con actividades que propician la formación integral de cada estudiante

Dayana sienta a sus muñecas en un sillón y les repasa los productos. Sueña con ser maestra. Desde el cuarto grado de su escuelita en Guanabacoa se crece sobre su pequeña estatura y con gran responsabilidad asume el frente de Estudio de su colectivo pioneril.

«Me preocupo porque los pioneros estudien, hagan las tareas y los trabajos prácticos. Hay niños con problemas, bueno... tienen un poco de dificultad, pero ellos saben, ¿usted me entiende? En mi casa hay una Casa de Estudio; yo soy la responsable. Van cinco. Allí repasamos. Pero yo me preocupo por todos.

«Ahora estamos preparando el Festival de la Lectura. Tenemos el movimiento de monitores y participamos en muchos concursos. Y tenemos la biblioteca, las computadoras y el programa audiovisual».

Dayana Sánchez González se expresa bien, educadamente. No es una excepción en la Escuela Primaria Franz D’Beche, del municipio de Guanabacoa, donde todos se han propuesto que cada día la escuela sea un Palacio de Pioneros.

Cuando se conversa con los muchachos, todos tienen sus preferencias. Unos esperan con ansias los festivales: del peinado, del objeto curioso o el de las mascotas, cuando gatos, perros, pajaritos y jicoteas comparten la jornada con sus amos.

Algunos prefieren pintar, otros el coro o la banda rítmica, y también hay quien gusta más de jugar ajedrez o voleibol. Lo importante es que todos participan en todo, aunque sean mejores para esto o aquello.

«La primera clase de historia es en el matutino —afirma Amanda Sánchez, la jefa del colectivo— y no solo aprendemos de las efemérides del día, de los sucesos de la Revolución, sino de toda nuestra historia, de los mambises, por ejemplo. Esto es muy importante para todos».

Útil y sabrosa

«Con los pioneros se pueden hacer muchas cosas. Hay que trabajar con ellos para que tengan una buena educación y salud, aprendan a estudiar y a recrearse sanamente, para que luego sean esos hombres y mujeres que necesita nuestro país», expresó Carmen López Fonseca, la guía base del centro.

Con una experiencia pedagógica de 30 años, entusiasta e incansable, dirige las actividades pioneriles desde la estructura adulta y conmina a todos al trabajo.

«Nuestros pioneros son muy cumplidores. Algunos son ganadores en concursos de conocimientos y también se han destacado en las actividades culturales. La comunidad nos apoya mucho y trabajamos sin descanso, con creatividad, para que los estudiantes se sientan motivados».

La Franz D’Beche es una escuela pequeña. Tiene solo 118 alumnos, a razón de un aula por grado. Cuenta con un maestro cada 20 alumnos, algunos en formación y otros con más experiencia.

A los medios materiales, que ofrecen la posibilidad de aplicar los nuevos Programas de la Revolución, es decir computadoras, televisores, videos, software educativo y biblioteca escolar, se suma la presencia de un instructor de arte, un profe de Computación y otro de Educación física, así como cuatro auxiliares pedagógicas. Entre todos, y apoyados por los padres y la comunidad, han logrado hacer la maravilla.

«Aquí los pioneros lloran por venir a clases. Hay padres que me han dicho: Imagínate, está enferma y no quiere dejar de asistir», afirma Danay Moreno Moreno, directora del centro.

«El niño tiene que sentirse bien en la escuela, tiene que disfrutarla. La nuestra es todos los días un Palacio de Pioneros, porque desde que entran están motivados.

«A las siete de la mañana ya están montadas las áreas de juego. La biblioteca escolar funciona hasta las seis de la tarde y cada destacamento tiene su coro. Tenemos la sala de video y el promotor del programa audiovisual selecciona las películas para cada semana».

La escuela desarrolla además un programa de inclusión escolar. Aunque es un centro de enseñanza general tiene siete alumnos con necesidades educativas especiales.

«Ha sido una tarea bastante difícil —refiere Danay—, pues están aquí desde el preescolar, hace seis cursos. Hemos trabajado con la familia y la profesora que los atiende —Carmen, la guía base— tiene mucha experiencia. Puedo asegurarle que usted entra al aula y no sabe quién tiene la discapacidad, pues hacen todas las actividades».

Este es el segundo curso escolar que Danay está al frente de la escuela. Se graduó hace cuatro años de Licenciatura en Educación Especial en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de la capital, carrera que le ayuda a asumir las complejidades del centro.

«Cada niño practica un deporte y una manifestación artística y se integra a un círculo de interés, como mínimo», apuntó.

«El estudio tampoco lo descuidamos. Para los que tienen dificultades hay repaso después del horario de clases. Cada maestro asume una asignatura.

«Con la asistencia no hay problema. Si alguien falta y no sé la razón, la auxiliar pedagógica se llega hasta su casa. A las nueve de la mañana conozco las razones por las cuales no vino a clases. Y si no hay suficiente justificación, se habla con los padres».

—¿Cómo es la relación de la escuela con la familia?

—Los padres a veces dan un poquito de trabajo. Por eso yo les digo que los miércoles, al mediodía, pueden venir a verme, a plantear cualquier inquietud. Tenemos un delegado por aula y en general participan en las actividades pioneriles y nos apoyan.

—¿Qué pasa el fin de semana?

—Muchos pioneros vienen. Habitualmente en el horario de la mañana están abiertos la biblioteca, la sala de video y el laboratorio de Computación, pero a veces tenemos otras actividades. Todos nos apoyamos para venir: las auxiliares y los maestros. Aunque la escuela sea pequeña, se pueden hacer cosas grandes.

Más amor para esa idea

El proyecto de que cada centro escolar sea un Palacio de Pioneros, ese lugar «útil y sabroso» que soñara José Martí para los niños, no es una realidad en todo el país.

No puede decirse que la Escuela Primaria Franz D’Beche sea una excepción, pero sí una de las pocas que ha logrado una organización escolar diferente, que sin perder el rigor de la clase y el aprovechamiento académico complete con otras actividades la formación de los pioneros.

Yamilé Ramos Cordero, presidenta de la OPJM, reconoció que, aunque esta idea ha funcionado en algunos lugares, no son muchos. «No ha tenido éxito, porque de lo que se trata es de que todos los factores nos pongamos de acuerdo.

«Ocurrirá cuando nos enamoremos de esa idea y la abracemos. No debemos verla como una carga más o un problema; hay que buscar la forma de echarla a andar, porque nuestros pioneros tienen necesidad de emplear su tiempo libre.

«Todas las actividades que tiene la organización son pocas para las que requieren nuestros niños. Existe la necesidad de orientarlos, de contribuir a su formación y unir a todos los factores, para que la escuela sea en verdad el centro de la comunidad».

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